01/06/2020
La deficiencia de azufre en las cosechas agrícolas era muy rara hasta los años noventa del siglo pasado. Esto se debía, principalmente, a que la disponibilidad de azufre estaba garantizada a partir de las emisiones industriales de SOx procedentes de la combustión de carburantes, por la denominada lluvia ácida.
La entrada en vigor de leyes ambientales más restrictivas, sumada a la prohibición de ciertos agroquímicos ricos en azufre y, sobre todo, al aumento de las extracciones de los cultivos en una agricultura cada vez más intensiva, ha provocado una marcada disminución de la disponibilidad de azufre para las plantas en los terrenos de cultivo.
Este fenómeno explica que, si hace 20 años las deficiencias de azufre en los cultivos eran bastante raras, hoy han pasado a ser frecuentes. En este sentido, la deficiencia de azufre es más probable que ocurra en suelos superficiales y ligeros, con escaso contenido en materia orgánica, zonas con una elevada pluviometría durante el invierno, zonas en las que son habituales las primaveras secas, las que se caracterizan por la presencia de bajas temperaturas, también las que se encuentran a una considerable distancia de centros industriales y las que tradicionalmente ha presentado un bajo aporte al suelo de materia orgánica y azufre mineral.
Así lo recuerda Azufrera y Fertilizantes Pallarès, AFEPASA, empresa de origen familiar que cuenta con más de 125 años de experiencia en la manipulación, envasado y comercialización de azufre en sus diferentes variedades, y muy especialmente en su aplicabilidad a nivel agrario como fungicida, fertilizante y bioestimulante de carácter natural, aplicable tanto en cultivos agrícolas convencionales como en aquellos para la agricultura ecológica. Al tiempo, la compañía explica que a día de hoy, los agrónomos de todo el mundo destacan la necesidad de considerar la aportación extra del azufre como macronutriente de una forma similar al NPK, dada su importancia esencial para el crecimiento y desarrollo óptimo de las cosechas.