El sector agrario, en una "cuesta de enero" permanente

20/01/2023

Por Jesús López Colmenarejo, director ejecutivo de Grupo Editorial Agrícola

Arrancamos año, empiezan enero y su famosa “cuesta”, en la que constatamos que la vida sigue, pero a la vez también pensamos que el peaje que pagamos por seguir adelante es demasiado alto para lo que recibimos.


La "cuesta de enero", un concepto que no es exclusivo de la sociedad urbana, sino que está muy presente en el día a día de los profesionales del sector agrario, siempre plagado de balances e incertidumbres.

¿Balances? Económicos, por supuesto, que son los que quitan el sueño al sector. Sin ir más lejos, el balance económico del campo español para este 2022 ha sido especialmente duro, con una sequía generalizada en los cultivos y una brutal subida de precio de los medios de producción a raíz de la crisis de Ucrania. Porque estos costes de producción los ha asumido el sector durante la mayor parte del tiempo y, aunque parece que poco a poco se están transmitiendo a lo largo de la cadena, este proceso está siendo lo suficientemente lento como para comprometer la viabilidad de muchas explotaciones.

¿Incertidumbres? Muchas. Y ya no hablamos únicamente de las tradicionales relativas al clima o a los precios del mercado, sino que desde este mes de enero hay otras distintas, que vienen de la mano de una nueva PAC que estará vigente hasta 2027, llena de conceptos nuevos, muchos aún por entender adecuadamente por parte del sector.

Pero volvamos a la comparación de "la cuesta de enero". ¿Que proponen los expertos económicos a la sociedad para afrontarla? Quizás lo más conocido sea la regla 50-30-20, un equilibrio de gastos según el cual el 50% de los ingresos de una familia debería ir destinado a cubrir los gastos básicos, como vivienda, comida, transporte, etc.; el 30% podría ir dedicado a ocio, en tanto que el 20% restante debería ir dedicado a un fondo de ahorro.

Estas ratios, por supuesto, no se cumplen, y de ahí las apreturas de enero y el resto del año.

Asimismo, el sector tiene su propia ratio orientativa, la del 30-70, mediante la cual el 70% de los ingresos debería provenir de ventas de productos y un máximo del 30% de las ayudas de la PAC, pero al igual que ocurre con la sociedad, las ventas de producto no siempre son las que deberían ser y, la PAC, con un porcentaje demasiado alto, sirve (en muchos casos) para alcanzar la subsistencia de la explotación.

Finalmente, los psicólogos añaden al fenómeno de la "cuesta de enero" un sentimiento de nostalgia, fruto de mirar de dónde venimos y a dónde vamos, que se suma al choque económico antes mencionado.

En mi opinión, este efecto es especialmente destacado en el sector agrario, que ve márgenes cada vez más reducidos en su actividad y, a la vez, percibe cómo su trabajo no se ve reconocido por una sociedad a la que alimenta.

Es tentador sentir nostalgia de tiempos pasados en los que España era un país más agrario, en el que se podía vivir con la mitad de hectáreas que hoy en día o el coste de los medios de producción consumidos era una décima parte, pero en cambio no recordamos la dureza del trabajo de entonces ni la escasa calidad de vida… La nostalgia, a veces, es demasiado selectiva.

El sector agrario seguirá evolucionando, nunca ha parado de hacerlo. Somos como esa madre que dice “¡un dia cojo la puerta y me voy! ¡A ver cómo os las apañais sin mí!”. Pero como sector, realmente solo queremos poder vivir de nuestro trabajo y ver algo de claridad en el futuro. En enero o en cualquier momento del año.

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