23/09/2019
La diversidad de la agricultura urbana es amplia. Ocupa espacios privados como tejados y paredes de edificios, balcones y macetas en terrazas; o puede ser pública, como en muchos colegios, donde cada vez es más común el huerto escolar.
Hay quien ve en la agricultura en las ciudades una forma de proveerse de alimentos, de reafirmar la autogestión de sus despensas o incluso de tener productos frescos o de temporada a los que, de otra forma, no tendría fácil acceso. Pero la realidad es casi siempre diferente y la mayor parte de este tipo de actividades tienen un carácter ornamental y decorativo: azoteas de hoteles de moda en los que las cartas quedan muy bien con un “tomates procedentes del huerto de nuestra terraza”, solares municipales cedidos a jubilados como actividades de ocio o incluso cubiertas de autobuses “verdes”, que nos hacen pensar que contaminan menos...
Estoy convencido de que reverdecer laciudad es importante, ya que la vista del omnipresente hormigón no aporta nada bueno a la salud de los habitantes de las urbes.
Por ello cada vez hay más iniciativas en esta línea, como “Vegetalicemos París”, en la que el ayuntamiento de esta ciudad tiene como objetivo “vegetalizar” cien nuevas hectáreas de tejados y muros, así como crear unas treinta nuevas hectáreas dedicadas a la agricultura urbana.
Las iniciativas son interesantes, hasta el punto de que la gente de las ciudades con menor conocimiento se hace la idea de que puede autogestionar su alimentación.
Unos tomates por aquí, unas cebollas por allá, unas patatas que aguantan bien conservadas, por supuesto nada de productos animales por eso de evitar el especismo... y en un rato se dan cuenta de que solo hay frutos en temporada y, al no estar tratados con fitosanitarios, la proliferación de insectos muchas veces los daña y, además, no tienen el aspecto que esperaban.
¿Y si quieres verduras todo el año? Pues inevitablemente se deben cultivar en recintos controlados, como ofrece una empresa de hidroponía en Las Vegas (EE.UU.), en la que sus propietarios han invertido 30 millones de dólares. Técnicamente es un sistema muy avanzado, ya que sus 20.000 metros cuadrados de cultivo cuentan con un sistema de iluminación LED que permite cultivar productos frescos los 365 días del año, reciclando todo el agua y nutrientes.
Los promotores defienden que sus lechugas se producen de manera local y al no recorrer largas distancias para llegar al consumidor, su cultivo emite menos CO2. Todo perfecto hasta que te dicen que su objetivo es producir casi medio millón de kg de producto al año, lo que para una ciudad como Las Vegas (640.000 habitantes) implica que toca a menos de un kg de lechuga por habitante y año... me temo que van a tener que importar.
Ya en serio, en mi opinión es positivo tener agricultura en las ciudades y que sus habitantes conozcan conceptos agrícolas y se den cuenta de lo difícil que es producir su comida. Pero creo que es aún más importante que valoren el trabajo de los agricultores profesionales que son realmente los que hacen posible que comamos cada día.