12/11/2020
Gracias a la experiencia de tantos años en el país, ASF ha identificado el enorme potencial hortícola que tiene la región de Iringa y, por eso, desde hace dos años, su labor se centra, principalmente, en la creación de grupos de agricultores/as con el objetivo de que incrementen sus producciones a través de formaciones y extensionismo agrario.
El fomento de la horticultura facilita la generación de nuevos ingresos en el seno de las familias campesinas y mejora su dieta; sin embargo, los y las pequeños agricultores de Tanzania se siguen enfrentando a una serie de problemas: por un lado, el acceso a los mercados nacionales y regionales sigue estando limitado por aspectos como la desorganización en la cadena de valor y la ineficiencia de los sistemas de mercado agrarios. Por otro lado, la baja productividad de los/las campesinos/as limita la producción y la diversificación de los productos. Para colmo, las mujeres (casi el 70% de las personas empleadas en este sector) se enfrentan a retos aún mayores que los hombres: el acceso a la tierra y a la financiación es más limitado y a menudo es más difícil para ellas acceder a los insumos agrícolas.
Agrónomos Sin Fronteras quiere colaborar porque esto cambie: quiere hacer que el subsector de la horticultura sea más competitivo e inclusivo, mejorando el estado nutricional de los tanzanos/as.
Proyectos
Al respecto, la entidad puso en marcha hace dos años su primer proyecto puramente hortícola gracias a un proyecto financiado por la Agencia de los EE. UU. para el Desarrollo Internacional (USAID), que está desarrollando un programa a cuatro años (2017-2021) en la zona sur del país, donde se encuentra Iringa.
Así, ASF puso en marcha 80 grupos de agricultores y agricultoras con los que ha estado trabajando la ampliación de tecnologías y prácticas mejoradas que provocan un aumento de la productividad de sus cultivos en productos básicos específicos. Esto permite que se escalen modelos de sistemas de mercado capaces de llegar a un gran número de beneficiarios directos e indirectos, incluidas las poblaciones vulnerables y, al mismo tiempo, aumentar el volumen de productos básicos seleccionados. Es decir, poco a poco, se pretende fortalecer la capacidad general de la industria hortícola.
Por otro lado, en junio del presente año ASF comenzó un proyecto de cuatro años financiado por la Unión Europea, cuyo objetivo es el desarrollo de este sector hortícola a través de la creación de clústers agrarios en los que involucrar a todas las partes de la cadena de valor. Va a desarrollarse en cinco regiones de Tanzania gracias a un consorcio de entidades donde ASF participa. La labor de la Fundación será la de seguir acompañando a agricultores/as de la región de Iringa para que sus producciones agrarias y, por tanto, su calidad de vida, se vean incrementadas.
Este proyecto pretende alcanzar a 10.000 personas del sector agrario y mejorarlo a través de un elevado índice de formaciones para que pequeños/as agricultores/as de Iringa adopten buenas prácticas hortícolas. Todo esto con estrategias inclusivas para aumentar y beneficiar la participación de las mujeres y los jóvenes.