11/11/2019
De todos los cultivos permanentes, el almendro es el que ha experimentado una mayor expansión repentina entre los agricultores del país que, seducidos por los buenos precios que se repiten esta campaña y que no dan ni la aceituna ni el aceite, ni la uva ni el vino, han apostado por los frutos de cáscara como principal alternativa hasta subir su potencial hasta las 801.000 hectáreas; y todo a pesar de que solo 511.000 están en producción.
Pero ojo, porque en la encuesta de superficies (ESYRCE) del Ministerio de Agricultura se anotan otras 131.036 hectáreas de arbolado joven que irá entrando en cosecha, ya que posee un ciclo vegetativo más lento que le confiere un atractivo adicional cual inversión a medio plazo o plan de pensiones, tal y como lo plantean algunos de los que abandonaron para siempre el cereal de secano.
Se frena el ritmo
En el caso del olivar, el potencial productivo también va creciendo con la incorporación cada año de unas 80.000 nuevas hectáreas, la mayoría en sistemas intensivos o superintensivos y en regadío, aunque según el consultor Juan Vilar, “existen dos circunstancias que han deteriorado la evolución positiva de crecimiento”. Argumenta que tras 22 años, “este es el primer ejercicio en el que la superficie de olivar decrece en el mundo, por la caída de precios, y por la mayor rentabilidad de otros cultivos permanentes, especialmente el almendro”, lo que “ha llevado a que se desacelere el crecimiento de hectáreas que actualmente se sitúa en 11,58 millones en todo el planeta”.