29/08/2019
En España el cultivo de cereal de invierno es una de las principales actividades del sector agrícola, con una gran tradición en gran parte de sus regiones, dependiendo de las condiciones de los suelos y el manejo de los mismos. Es el que mayor superficie ocupa, con una extensión de 6 millones de hectáreas aproximadamente, siendo Castilla y León la comunidad autónoma que tiene más superficie, seguida de Castilla-La Mancha, Aragón, Andalucía y Extremadura.
Los cereales de invierno de mayor importancia en España son la cebada y el trigo reuniendo el 47% y 37% de la superficie total de estos. Los mejores rendimientos en el trigo se dan en suelos arcillosos-limosos o arcillosos con buena proporción de calcio y poder absorbente no excesivamente aireados, mientras que la cebada prefiere suelos francos o ligeramente arcillosos, bien drenados, pudiendo sufrir ambos cultivos deficiencias nutricionales y estrés hídrico cuando se encuentra en terrenos ligeros. Por otro lado avena, triticale y centeno sólo alcanzan el 10%, 3,5% y 2% del total de la superficie de cereales de invierno. La avena está más adaptada a los suelos ácidos, compactos o muy sueltos como consecuencia de su sistema radicular, más profundo que el del trigo y la cebada, lo que le permite explorar mayor profundidad de suelo y reducir las necesidades de fertilizante. El centeno es el más rústico de los cereales de invierno, típico de climas fríos y de terrenos pobres y ácidos. Prefiere suelos ligeros que eviten el encharcamiento. El triticale se presenta como una solución al trigo en zonas con peores condiciones. Es un híbrido resultante de cruzar el trigo y el centeno, presentando éste cultivo unos requisitos muy parecidos a los del trigo, aunque con mayor espectro de adaptación a condiciones más marginales.