25/11/2019
Como en ocasiones anteriores, se ha llegado a mil estudiantes de centros escolares ubicados en distintos municipios de la Comunidad de Madrid. El rango de edades es muy amplio: las monitoras son capaces de adaptar tanto contenidos como metodología a todos los ciclos de educación primaria e incluso a los alumnos de educación especial y este año por primera vez se ha abierto la actividad a los más pequeñines de educación infantil. El reto que se marca el equipo para el próximo tour es evidente, la Educación Secundaria Obligatoria (ESO).
La dinámica de la actividad ha cambiado poco a lo largo de estos años, ya que tiene una gran aceptación por parte de profesores y alumnos. Los tres juegos que componen dicha propuesta -‘El Gran Juego de la Oca Granjera’, el memory ‘Un año en la vida del agricultor’ y ‘Del campo a la mesa’- permiten introducir una gran variedad de conocimientos relacionados con la agricultura, la ganadería y la producción de alimentos. Pero, además de enseñar cosas a los niños, tanto los juegos como la charla inicial permiten a las monitoras conversar con ellos y obtener de primera mano una valiosísima información sobre el conocimiento que poseen sobre estos temas.
La agricultura y la ganadería según los niños
En primer lugar, conviene dejar claro que el típico mantra de “los niños creen que la comida viene del supermercado”, o cualquiera de sus variantes, está cada vez más lejos de la realidad. A los niños no se les debe tomar por tontos, porque están muy al día. Otra cosa es que les llegue la información correcta, como no siempre ocurre con los adultos a su alrededor. Para ilustrar esta idea, relato a continuación respuestas ingeniosas, despistadas, o directamente influidas por el marketing de los alimentos que los niños daban a las monitoras.
Hay una bastante recurrente cuando en la charla les preguntan qué es la ganadería, a lo que responden que “es ganar dinero”. Siguiendo con los despistes, cuando a los más pequeños se les pregunta de dónde sale el azúcar, “de la oveja” o “de las nubes” por eso de que son blancas, o “de las vacas”, imagino porque no concebirán la leche sin azúcar. Es también muy habitual, y perfectamente comprensible en mi opinión, que los niños no sepan cuántos huevos pone una gallina, normalmente tienden a pasarse: dos, tres e incluso cinco huevos al día han llegado a decir. Salvo cuando algún niño argumenta que un familiar tiene un corral y ni de lejos llegan al huevo diario; entonces toca hablar de las diferencias entre la producción convencional y la “tradicional”.
A veces, los niños se toman las cosas de una manera más emocional, sobre todo los pequeños. Por ejemplo, cuando a la pregunta “¿qué necesitamos para que crezca una semilla?”, un niño lo tuvo clarísimo: “luz, agua y amor”. En la misma línea, acerca de las malas hierbas otra niña dijo convencida que “son ladrones que les roban el agua, la luz y la comida a nuestras plantas”. Como se puede observar, los niños tienen las cosas muy claras; simplemente hay que demostrarles, conforme van creciendo, que no siempre es todo blanco o negro, y menos en este mundo donde la ciencia juega un papel fundamental.
Hablando de ciencia y de pensamiento crítico, cuando la ocasión lo permite, las monitoras “pican” a los niños para que intenten ir más allá de las respuestas convencionales. Por ejemplo, en el memory, cuando aparece la imagen de una sandía, la monitora pregunta “¿cómo se hace una sandía sin pepitas?”, a lo que los niños contestan “con máquinas”, “con láser”, “que las semillas se derriten”, “que unos bichitos se las comen”, “por los extraterrestres” etc. Eso sí, un niño llegó a decir que “es por una semilla especial”.
Otro aspecto que observamos a menudo es el desconocimiento acerca de muchos alimentos y, sobre todo, cómo también influye en ellos tanto el marketing como los bulos. Es muy habitual que los niños crean que el tomate “cherry” es un cruce entre tomate y cereza. Y es que, salvo los afortunados que tienen acceso a huerto escolar, pocos niños han visto la planta de una tomatera y, por tanto, no les parece descabellado el hecho de cruzar un árbol con una mata. Respecto a los bulos, la monitora encargada del juego 'Del campo a la mesa' cuenta cómo algunos niños consideran que el azúcar, la sal y la harina son veneno, justo lo que afirmaban unos bulos que tuvieron gran difusión allá por 2014. Este juego resulta particularmente útil para enseñar cosas sobre alimentos que al parecer no todos los niños tienen claro; por ejemplo, que las legumbres y los cereales son cosas distintas, o que sean capaces de relacionar que la pasta también se obtiene de un cereal como el trigo, al igual que el pan.
Una clausura llena de ciencia y tecnología
Este noveno tour, que comenzó a andar el 14 de octubre, ha tenido en esta ocasión una clausura muy especial ya que se ha enmarcado dentro de la XIX Semana de la Ciencia y de la Innovación de Madrid. Esta serie de eventos de carácter científico, bastante conocida y demandada por los madrileños, ha sido organizada por la Fundación para el Conocimiento Madri+d y este año tiene como lema “Por una ciencia inclusiva”, para apoyar la sensibilización pública en torno a los Objetivos de Desarrollo Sostenible del Milenio de Naciones Unidas.
El acto de clausura tuvo lugar el 6 de noviembre en las instalaciones de La Nave en Madrid. El Grupo Editorial Agrícola, en colaboración con el IMDEA Alimentación (Instituto Madrileño de Estudios Avanzados) y la Alianza por una Agricultura Sostenible (ALAS) participó aportando los juegos del proyecto “Conocer la Agricultura” en la jornada “Nutrición saludable, sostenible y en tres dimensiones”. Dicha jornada, propuesta por el IMDEA Alimentación, tenía entre sus objetivos inspirar y empoderar a los ciudadanos para transformar el mundo de la alimentación y que estos sean cada vez más conscientes de los alimentos que consumen. Además de los juegos, en la jornada de cierre, los escolares que participaron pudieron disfrutar de una sesión de realidad virtual gracias al proyecto #FutureKitchen, promovido y financiado por EIT Food (European Institute of Innovation and Technology), e incluso comprobar en directo cómo funciona una impresora de alimentos.