Lo que el virus se llevó

03/04/2020

Por Jesús López Colmenarejo, director ejecutivo

Siendo más precisos, el título de este editorial debería ser “lo que se está llevando”, ya que al cierre de esta edición de Agricultura aún no se atisba el final de la crisis del coronavirus COVID-19 y el número de fallecimientos y contagios sigue subiendo.


España, junto con el resto del mundo, está en lucha contra un enemigo invisible que se está llevando miles de vidas humanas y nuestros pensamientos están, en estos duros momentos, con sus familiares y amigos. Pero este editorial, como ha ocurrido en otras ocasiones en las que hemos tratado temas de actualidad, va en clave agroalimentaria. Pues bien, quizá lo primero que el coronavirus se llevó por delante del sector agrario, aunque con la coyuntura de hoy suene casi superficial, fueron las manifestaciones masivas en las que el sector reclamaba reconocimiento por parte de la sociedad y precios justos por los frutos de su trabajo.

Esas movilizaciones fueron convocadas bajo el lema “Agricultores al límite” y provocaron la reforma de la Ley de Cadena Alimentaria, un tema que llevamos en portada de este mismo número. Su convocatoria se produjo a nivel nacional y fue generalizada, mostrando un sector unido como hacía tiempo que no ocurría. La aparición del coronavirus acabó con las manifestaciones multitudinarias, ciertamente, pero el destino y la solidaridad de muchos agricultores han permitido que la sociedad vaya tomando conciencia de su labor social.

El estado de alarma y las consecuentes medidas de permanencia en los hogares han hecho ver a gran parte de la sociedad la importancia de los “héroes sin capa” que luchan contra el virus.

El sector sanitario, como no podía ser de otra forma, ha sido altamente reconocido y, junto a él, las fuerzas de seguridad del Estado, pero los agricultores y ganaderos, junto con la industria alimentaria y la distribución, pasan por un momento de reconocimiento importante por parte de la sociedad. Al fin y al cabo, que la cadena alimentaria no pare permite asegurar el abastecimiento de alimentos a una población encerrada en sus casas.

Es cierto que el virus se ha llevado gran parte de la invisibilidad del sector, aunque en nuestra mano está evitar que cuando todo vuelva a la normalidad volvamos a ser invisibles para el ciudadano de a pie y la producción de alimentos tenga el reconocimiento social que debe tener. ¿Cómo conseguirlo? No es nada fácil, porque lo primero quizás sea que el sector tenga una visión de cadena alimentaria total en la que cada eslabón no haga en este tema la guerra por su cuenta y luche por su “visibilidad propia”.

Otro tema que el virus es posible que se esté llevando sea la globalización tal y como la conocemos hoy en día. El comercio internacional va a cambiar por cuestiones sanitarias y entre las materias primas que se mueven en él están gran parte de nuestros alimentos.

Quizás también la UE deba sacar conclusiones de esta situación en términos de autoabastecimiento y la nueva PAC deba mirar a sus orígenes asegurando la alimentación de sus ciudadanos. Al fin y al cabo sería hacer real aquella frase: "¡A Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre!" Lo que no se llevó el viento, ¿se lo llevará el virus?

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