Los cultivos emergentes toman posición en el campo

Por Manel González, periodista

A estas alturas, el reto es de sobra conocido para el lector: el imparable aumento de la población mundial obligará, durante las próximas décadas, a incrementar de forma considerable la producción de alimentos. Este propósito puede colisionar con la caída de la rentabilidad de algunos cultivos tradicionales y la consiguiente necesidad de dar con alternativas más adecuadas agronómica, medioambiental y económicamente. En nuestro país, listo para el desafío, ya llevan un tiempo despuntando los llamados cultivos emergentes. Pasemos a conocer las ventajas de algunos de ellos.

Los cultivos emergentes, que también podemos identificar como cultivos alternativos, son aquellos de reciente introducción en España que tienen una importancia creciente en el sistema agroalimentario. La definición es del científico titular del Instituto de Economía, Geografía y Demografía (IEGD-CCHS) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Tomás García Azcárate, que concreta que “en esto se diferenciarían de los nuevos cultivos o los cultivos experimentales, de los que todavía no se conoce cuál va a ser su futuro productivo”.
Sin embargo, como advierte, puede darse la situación, y de hecho se da a menudo, de que “en un país tan amplio como el nuestro, cultivo emergente puede ser un cultivo tradicional en una zona, pero nuevo en otra”.

Para el responsable de la experimentación de cereales de invierno del Instituto Navarro de Tecnologías e Infraestructuras Agroalimentarias (Intia), Jesús Goñi, los cultivos emergentes no tienen por qué ser necesariamente cultivos nuevos. “Algunas de estas especies ya las sembraban nuestros antepasados, pero se han ido abandonando debido a la baja rentabilidad causada en muchos casos por la ausencia de mercados. En la actualidad, el resurgimiento de ciertas posibilidades de venta hace que algunos de estos cultivos vuelvan a tener su sitio”.