Mejores alternativas para la fertilización de cereales

11/04/2017

Por: José L. Gabriel, Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria, Miguel Quemada, Dpto. Producción Agraria, ETSI Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas. Universidad Politécnica de Madrid

La fertilización en los cereales es una de las partidas con más peso económico pero también con más peso medioambiental. Por eso es fundamental una correcta gestión con el objetivo de maximizar los beneficios del agricultor minimizando los riesgos medioambientales; y más cuando gran parte de las futuras subvenciones parece que van a venir en función de la eco-condicionalidad.


En un mundo agrario cada vez más tecnificado, nos encontramos con un número creciente de herramientas que nos permiten (o no) mejorar el rendimiento de nuestras explotaciones, así como mejorar las condiciones ambientales.

Sin embargo, muchas veces somos reacios a introducirlas bien por la comodidad de lo que se ha hecho siempre o bien porque puedan conllevar un aumento de la inversión, de la que el propio agricultor debe asumir el riesgo.

Por eso, cada céntimo invertido debe redundar en un aumento del rendimiento, para que nunca sea el agricultor el que tenga que cargar con las mejoras que impone la sociedad.

Por desgracia, no todas las técnicas son igual de efectivas en todas las zonas, para todos los cultivos o, incluso, para todos los agricultores.

Pues bien, este artículo pretende ser un pequeño compendio que ordene un poco hacia donde parece que avanza la tecnología de la fertilización.

Tratando de que sea cada vez más eficiente y sostenible, mejorando el balance económico de los agricultores, pero también mejorando el medio ambiente. Y nunca lo uno sin lo otro, consiguiendo que cada gramo de fertilizante se convierta en grano y no en un contaminante del agua o del aire.


En cualquier caso, hay que entender estas líneas como generalidades, y que se deben adaptar de la mejor manera posible a cada finca. Y, aunque la fertilización abarca gran número de macronutrientes (nitrógeno-fosforo-potasio) y micronutrientes (calcio, azufre, magnesio, hierro, zinc, etc.), nosotros sólo nos centraremos en el nitrógeno (N), tanto por ser el nutriente más aplicado en casi la totalidad de los cultivos, como por ser uno de los más móviles y con un ciclo más complejo en el suelo. Lo que le hace el más difícil de manejar en la mayoría de los casos. Pero la mayoría de estas técnicas son también extrapolables al resto de nutrientes.

Evitar las pérdidas de fertilizante

Cada año se pierden toneladas de fertilizante de nuestros campos sin que los cultivos hayan sido capaces de aprovecharlos (Gráfico 1). Es cierto que siempre se va a perder una cantidad importante de N, principalmente en forma de N2 a la atmósfera de forma natural. Sin embargo, según las estimaciones de la UE, estas pérdidas sólo justifican un tercio de las pérdidas totales, por lo que hay otros dos tercios sobre los que sí podemos actuar. En este sentido, las emisiones de amoniaco a la atmósfera (NH3) procedentes principalmente de una mala aplicación tanto de fertilizantes orgánicos como de inorgánicos con base de amonio y urea, son fáciles de reducir.

Estos fertilizantes, al quedarse en superficie, son muy propensos a transformarse en amoniaco y a liberarse a la atmósfera rápidamente, perdiéndose en torno al 30% del N aplicado en poco
tiempo. Sin embargo, estas pérdidas se reducen prácticamente a 0% cuando el fertilizante se aplica directamente enterrado o si se entierra una vez aplicado, bien con un pase de cultivador o bien con un riego o una lluvia próxima (en menos de 24 horas). [...]

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