La libertad que la Unión Europea (UE) ha dado a los países miembros (desde 2015) para que puedan prohibir en su territorio la continuidad de cultivos transgénicos sin tener que justificar la decisión con argumentos científicos, ha dividido más al “viejo continente” en un asunto que siempre fue polémico.
Cuando se cumplen 20 años de las primeras siembras de maíz BT, las grandes firmas reclaman un marco regulatorio nítido, claro y sin injerencias políticas como hasta ahora, para saber si las “New Breeding Techiniques” (NBT) son la alternativa biotecnológica para poder contrarrestar la hambruna y la urgencia de aumentar las producciones frente a una población creciente como advierte la FAO.
La globalización, sin embargo, va más rápido y la inseguridad jurídica que denuncian les lleva a pensar que podríamos quedarnos aislados frente al mundo.
Por Jorge Jaramillo, periodista agroalimentario
Han pasado dos décadas de las primeras siembras transgénicas de maíz en Europa y el debate, más allá de haberse superado, se ha viciado o enquistado. Hasta un punto de no retorno en que las principales multinacionales desarrolladoras de esta tecnología denuncian gran desconcierto tras la última modificación de la normativa ya que, desde 2015, cada país puede decidir si continúa o no con esos cultivos, o directamente los prohíbe, cuando la totalidad de las materias primas de los piensos compuestos para alimentación animal, por ejemplo, se importan y son Organismos Genéticamente Modificados (OMG´s).
El doctor Francisco J. Areal, profesor en la Universidad de Reading de Reino Unido, calcula en 193 millones de euros lo que España ha ahorrado en importaciones de maíz desde 1998 a 2015, al permitir en nuestros suelos la producción extra de más de 1 millón de toneladas de BT que no ha habido que comprar fuera. El informe de “Perspectiva económica, social y ambiental” elaborado para ANTAMA -la Fundación para la Aplicación de Nuevas Tecnologías en la Agricultura, el Medio Ambiente y la Alimentación- advierte además que para conseguir una producción similar con cultivo convencional hubiera sido necesario incrementar la superficie en 106.775 hectáreas, y gastar un volumen total de agua equivalente al consumo de Lérida, Tarragona y Badajoz (746.000 habitantes). [...]