Más lejos, más fuerte, más verde

02/01/2017

Por Ángel Sánchez Crespo ~ Periodista agroalimentario

El aceite de Castilla-La Mancha sube al pódium siguiendo casi el lema olímpico “citius, altius, fortius”. Apoyado en cuatro Denominaciones de Origen y tres Figuras de Calidad colectivas, de la mano de la “marca España”, y liderando los procesos de integración cooperativa y conversión ecológica, el aceite de Castilla-La Mancha se ha lanzado ya a la conquista del mercado internacional.

Si el vino llena el depósito del motor de la economía agraria regional, el aceite lo engrasa, haciendo funcionar una moderna y competitiva estructura comercial que, en pleno siglo XXI, lidera la innovación y la internacionalización. Con una superficie de 370.000 hectáreas de olivares, el 15% de los 2,3 millones de hectáreas de todo el país, Castilla-La Mancha es, por detrás de Andalucía, la segunda comunidad de España en extensión del leñoso más arraigado en la vertiente mediterránea.

Un cultivo importante

La mayor parte del olivar castellano manchego sigue siendo de secano, que representa el 85% del total, aunque ya se pueden cifrar en 44.143 las hectáreas en regadío o mixtas, con marcos más reducidos y más árboles por hectárea, y sistemas de riego por goteo y fertirrigación, adaptados para la mecanización en manejo y recolección. Por provincias, las más olivareras son Ciudad Real y Toledo, con 174.925 y 128.072 hectáreas respectivamente, seguidas de Albacete con 38.420 hectáreas, Cuenca con 37.327 hectáreas y 24.182 hectáreas en la provincia de Guadalajara, según los últimos datos de la Consejería de Agricultura de la región. Además, en función de los agricultores que declaran explotaciones de olivar, se pueden cifran en 83.000 los oleicultores de Castilla-La Mancha y unas 75.000 explotaciones.

El olivar es el segundo cultivo permanente más importante en superficie declarada para las ayudas de la PAC en Castilla-La Mancha después del viñedo, según las solicitudes de 2015 todavía la principal referencia con 397.139 hectáreas, seguido del olivar con 312.926 hectáreas, del almendro, con 72.777 hectáreas y del pistacho, con 7.553 hectáreas. La variedad cornicabra domina en este paisaje aunque otras como la manzanilla, la arbequina, la cacereña, la verdeja o la picual van ganado protagonismo en el límite con otras regiones, y se están implantando en los últimos años con la expansión de nuevas plantaciones en intensivo. Del olivar al molino: Castilla-La Mancha se mantiene también como la segunda región productora con 252 almazaras de las 1.729 que hay en España, lo que evidencia la reducida dimensión de las empresas aceiteras de la región que, que con el 7% de la producción nacional, representan, sin embargo, el 14% de las almazaras españolas.

Mercado global, unión local

El peso de las cooperativas en el sector y la atomización empresarial sigue siendo, a día de hoy, uno de los hándicaps de la producción y, sobre todo, de la comercialización de aceite de Castilla-La Mancha. El 55% de las almazaras de la región son cooperativas. 148 empresas aceiteras de capital social que aglutinan el 70% de toda la producción regional.

Gregorio Gómez, portavoz sectorial de Cooperativas Agro-alimentarias de Castilla-La Mancha, asume que “el reto es seguir apuntando a la integración de la oferta, a la concentración, y a la comercialización conjunta”. Es una visión compartida por casi todo el sector, que ha asimilado que la aparición de un elevado número de marcas comerciales impide el desarrollo de una imagen de marca potente y capaz de afrontar los requerimientos de los mercados.

Es una visión compartida por casi todo el sector, que ha asimilado que la aparición de un elevado número de marcas comerciales impide el desarrollo de una imagen de marca potente y capaz de afrontar los requerimientos de los mercados.

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