02-05-2016
Sin embargo, el chocolate que conocemos hoy en día, en sus múltiples y atractivas presentaciones, sólo ha existido durante una mínima porción de la historia de este alimento. Historia llena de curiosidades a la que dedico esta segunda entrada dedicada al cacao.
El chocolate es uno de los pocos ejemplos de alimentos cuyo pleno potencial se desarrolló cuando comenzó su producción industrial. Resulta asombroso que de esas semillas, astringentes, amargas e insípidas, la naturaleza, la química y el ingenio humano sean capaces de transformarla en ese oscuro objeto de deseo que es el chocolate.
La cuna del cacao
Se origina en la cuenca del Amazonas, y llega hasta América central transportado por los indígenas, que lo utilizaban como reserva portátil de energía y agua. Los olmecas fueron los primeros en cultivar los primitivos arbustos de cacaotal, se lo enseñaron a los mayas y se lo vendían a los aztecas. Estos tostaban y molían las semillas, haciendo con ellas una bebida amarga que se servía en las ceremonias religiosas.
Posiblemente de ahí surge el nombre científico que puso Linneo al cacaotero o árbol del cacao; Theobroma cacao está compuesto por "Theos" que es Dios y "broma" alimento. Muchísimo tiempo antes, los pueblos mesoamericanos que lo consumían bautizaron al cacao como kakawa y a la bebida que se elaboraba a partir del el cacahuaquchtl, palabro que los conquistadores españoles transformaron en chocolate. La palabra Nauatl xocoatl (literalmente 'agua amarga') se incorpora al castellano como "chocolate".
Los mayas consumían el cacao triturado, con agua fría y aderezado con especias - vainilla, chile, achiote - y miel silvestre - quedando una bebida amarga y picante. Los españoles cambiaron la receta, sirviéndolo caliente, más dulce y con otras especias: canela, clavo, anís y pimienta negra molida. Y así fue como viajó a España y al resto de Europa.