Estrategia 'De la granja a la mesa': en busca de una solución armonizada

16/06/2020

El pasado 20 de mayo, la Comisión Europea hizo pública la estrategia "De la granja a la mesa", un documento no vinculante pero que sienta las bases de la orientación de las futuras políticas agroalimentarias de la Unión Europea y que ha generado un clima de inquietud en el sector, ya que, de llevarse a cabo en los términos actuales, todo apunta a que su competitividad se vería afectada.

Por Marta Fernández, periodista agroalimentaria


El objetivo principal de la estrategia, sobre el que no hay discusión, es conseguir la sostenibilidad medioambiental. El problema, tal y como explica David del Pino, consultor agroalimentario internacional, es que la Comisión se ha centrado en decirle al sector cómo hacerlo sin tener en cuenta el qué hay que hacer. Para comprenderlo revisemos las cifras que Bruselas ha puesto encima de la mesa: propone "retirar de la producción" el 10% de las tierras agrarias, reducir en un 20% el uso de fertilizantes y en un 50% el de fitosanitarios, así como alcanzar un 25% de superficie dedicada a producción ecológica. Unas cifras que, como indica Manuel Melgarejo, presidente de la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (Aepla), son difícilmente alcanzables, tal y como ha demostrado la experiencia llevada a cabo en otros países.

Con el planteamiento encima de la mesa, son numerosas las dudas que asaltan al sector. Quizás la más inmediata sea si en esa búsqueda de la sostenibilidad medioambiental, la económica y la social quedarán relegadas a un segundo plano, ante lo que Milagros Marcos, ex consejera de Agricultura y Ganadería de la Junta de Castilla y León y actual portavoz de Agricultura del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso de los Diputados, responde que, coincidiendo en el objetivo de minimizar el impacto ambiental, "la estrategia va a condicionar todas las políticas de la UE; por ello hay que saber cómo, en qué plazos y con qué se puede ir avanzando". Ante lo que David del Pino expone que, "tradicionalmente, nuevos requisitos han significado más costes; en un momento de problema de competitividad, más costes nos hace ponernos nerviosos, y este es el espejo en el que se está mirando el sector. De ahí la acogida. Habrá que ver si es alcanzable o no, o si lo son parcialmente. Por ello, cuanta mayor flexibilidad haya para alcanzarlos, mejor".

Clara Aguilera, europarlamentaria del Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas, matiza que el documento recoge objetivos políticos y será en fases posteriores, una vez establecido el debate, cuando se deban fijar los criterios definitivos. Unos criterios que, a día de hoy y desde el punto de vista cuantitativo, explica Fernando Miranda, secretario general de Agricultura y Alimentación del MAPA, están formulados sin hacer un análisis de impacto previo. Por tanto, y en base al trabajo político que viene por delante, deberán adecuarse a la realidad de cada Estado miembro, "y en función de nuestras posibilidades ser capaces de plantear unos objetivos alcanzables en 2030 basados en un sistema de explotaciones agrícolas y ganaderas rentables, pero adecuados a la realidad de cada país

¿Es mejor un tipo de agricultura que otra?

Los expertos lo tienen claro, no se trata de hablar de buenos o de malos, sino de diferentes formas de utilizar las herramientas disponibles. El problema, argumenta Fernando Miranda, "es que , en general, por desconocimiento, la población cree que la agricultura de hoy es similar a como lo era en los años 70; por ello es necesario que, entre todos hagamos una importante labor de pedagogía". Una labor a través de la cual se den a conocer no solo los diferentes modelos de agriculturas, sino también el incuestionable nivel de seguridad alimentaria de cada uno de ellos y el cada vez mayor componente tecnológico que hay detrás y que, en conjunto, son los que han contribuido a posicionar a España como la gran potencia que es en el ámbito agroalimentario.

El foco del debate, señala Clara Aguilera, debe situarse " en desmontar las corrientes que critican por desconocimiento la agricultura convencional, generando dudas infundadas sobre sus parámetros de seguridad". Unos parámetros, que señala Manuel Melgarejo, cumplen con los más altos estándares: "cuando un producto es puesto en el mercado, ha cumplido con el visto bueno de tres ministerios: Agricultura, Sanidad y Transición Ecológica. Como consecuencia la agricultura convencional es perfectamente compatible con sanidad, calidad y sostenibilidad. La garantía al consumidor se la da la legislación, y es él quien debe elegir". Y la legislación aplica para todos los modelos de producción, porque, recuerdan los expertos, todas las producciones requieren de tratamientos para evitar plagas y enfermedades.

Ciencia y sanidad vegetal

El punto anterior nos conduce a otro de los debates generados a raíz de la estrategia: ¿es posible prescindir de ciertas materias activas? ¿es seguro hacerlo sin disponer de alternativas?

Fernando Miranda es contundente: "es cierto que algunas van a ser sustituidas, y aparecerán otras nuevas". La clave está en la adaptación, y para ello "es necesario anticiparnos y comenzar a pensar qué puede suceder antes de que llegue el problema para que seamos capaces de analizar cómo enfrentarnos". Para realizarlo de forma eficaz, Manuel Melgarejo señala que debe hacerse desde una perspectiva integral que logre salvaguardar la sostenibilidad medioambiental, económica y social. Y para ello, dice, debe hacerse de la mano de sanidad vegetal, agricultura de conservación, tecnología y edición genética. Porque el avance del sector debe realizarse a través de la ciencia, coinciden los expertos, que es la que está posibilitando el desarrollo de la agricultura de precisión para detectar por ejemplo, las necesidades concretas de un tipo de suelo o de cultivo y aplicar el tratamiento específico, con el consecuente incremento de efectividad, productividad y reducción de costes, nuevas generaciones de fitosanitarios con cada vez menor impacto ambiental y mayor presencia biotecnológica, fertilizantes de liberación lenta capaces de aportar a los cultivos los nutrientes que necesitan de forma controlada y prolongada en el tiempo, dispositivos inteligentes para el control telemático de riego mediante nuevos sistemas de comunicación e información, técnicas de edición genética para entre otros, combatir las resistencias y hacer frente al cambio climático, análisis y predicción de modelos a través de big data, drones, monitorización y sofisticada maquinaria agrícola con tecnología de vanguardia

En definitiva, todo un conjunto de herramientas puestas al servicio del sector para que este pueda fortalecer y afianzar su posicionamiento en el contexto tanto nacional como internacional. No obstante, puntualiza David del Pino, "me preocupa que obviemos el objetivo principal, que es mantener la sostenibilidad, por lo que debería darse más importancia a poner en la mesa estos factores". Una llamada de atención a la reflexión para no perder de vista el foco actuación.

Comercio internacional

Como puede comprobarse, la actual agricultura en España es 4.0, o al menos tiene a su disposición todas las herramientas para serlo. Pero tiene la competitividad su principal amenaza, y así lo reclamaban hace solo unos meses agricultores y ganaderos a través de sus protestas -interrumpidas por la irrupción de la COVID-19-. Y no lo es, entre otros factores, por la competencia de terceros países derivada, en gran parte, de los acuerdos comerciales firmados por la UE que, a grosso modo, están permitiendo la entrada en los mercados comunitarios de producciones cuyos estándares de calidad y sanidad vegetal nada tienen que ver con los exigidos para los productores comunitarios. Quizás el ejemplo más ilustrativo sea el de las naranjas de Sudáfrica, aunque hay más. Pero es que el problema va más allá de la competitividad, que por supuesto no es menor, es que también compromete la sanidad vegetal europea. ¿No es por tanto una incongruencia y un agravio comparativo para con nuestros productores?

Milagros Marcos y Clara Aguilera coinciden en la necesidad de impulsar y proteger al sector agroalimentario tanto nacional como europeo y defienden la necesidad de aportar soluciones para proteger los cultivos con productos adecuados, a la vez que reclaman reglas de juego similares en el establecimiento de acuerdos comerciales. "Debemos conseguir que cuando se haga un acuerdo comercial con un tercer país, se exija que vaya incluido en ello un programa de sostenibilidad y exigencia recíproco, o al menos que lo que se exporte a la UE no incluya la sustancia prohibida en la propia UE. Hay que profundizar en los acuerdos comerciales", argumenta Clara Aguilera.

En este sentido, Fernando Miranda recuerda que en el contexto internacional la geopolítica está comenzado a mandar, como ha quedado de manifiesto con los aranceles impuestos por la Administración Trump, que han sido especialmente duros con el vino y el aceite, o el Brexit -con su consecuente repercusión también en el presupuesto de la PAC-. Por ello, añade el secretario general de Agricultura y Alimentación del MAPA, "debemos imponer nuestra posición y quien quiera vender en Europa que lo haga bajo nuestras normas". Pero sin perder de vista que un hipotético cierre de fronteras podría ser más perjudicial que beneficioso para España, dado que al igual que una de nuestras fortalezas está en la exportación de frutas y hortalizas, también somos dependientes en la importación de ciertos productos. "Se trata de continuar siendo la potencia productiva que somos, pero dentro de un mundo que no nos devuelva a las fronteras cerradas, sino en el que todos nos acojamos a un mismo marco normativo para que no haya desigualdades y con unas reglas de juego lo más comunes posibles ".

Deslocalización y desarrollo rural

Sanidad vegetal, tecnología, fronteras, comercio internacional y política agraria son sin duda fundamentales para el desarrollo del sector. Pero en el centro de este proceso están nuestras agricultoras y agricultores. Porque sin ellos, el modelo no funciona. Y no debemos olvidar que su situación no atraviesa el mejor momento, como evidenciaron con sus protestas el pasado mes de febrero, y a las consecuencias derivadas de los acuerdos internacionales, se suman los esfuerzos, también económicos, realizados en los últimos años para adecuarse a las prescripciones normativas, así como los bajos precios percibidos por sus producciones.

Todo ello se traduce en pérdida de rentabilidad y, como en cualquier modelo económico, la no rentabilidad conduce al abandono. Como ejemplo de esta pérdida de rentabilidad, Clara Aguilera, cita el fraude sobre el origen cuando se adquieren producciones en terceros países, "lo que genera pérdida de valor al sector, con la consecuente pérdida de rentabilidad, y es ahí donde puede venir la despoblación, que es la verdadera amenaza para el sector. La despoblación es consecuencia de la pérdida de rentabilidad de la actividad agraria", añade, por lo que remarca que la estrategia debería centrarse en evitar la despoblación. Por ello, Milagros Marcos aboga por fortalecer al sector a través de mayores desarrollos de I+D e inversiones potentes. "Para que nuestros productos puedan competir con los de países terceros hay que garantizar la sostenibilidad de los tres eslabones. Estamos a tiempo, España está bien posicionada, pero hay que trabajar en ello y para ello el cooperativismo es fundamental, pero debe ser rentable".

También David del Pino apela a la unión del sector para hacer frente a los retos actuales y futuros, mientras que Manuel Melgarejo concluye que no hay sostenibilidad sin rentabilidad económica, social y medioambiental.

Apuesta decidida por la actualidad del sector

Con motivo del anuncio de la estrategia "De la granja a la mesa" por parte de la Comisión Europea, Grupo Editorial Agrícola y Henar Comunicación han puesto en marcha un ciclo de tertulias a través de YouTube para, de la mano de un completo elenco de expertos profundizar en un tema que, sin duda, es de gran calado para el sector.

Este ciclo dio comienzo el 4 de junio con una tertulia en la que Clara Aguilera y Milagros Marcos abordaron las posibles implicaciones de la estrategia para el sector agroalimentario. Este encuentro fue posible gracias a la colaboración de la Asociación Nacional de Maquinaria Agropecuaria, Forestal y de Espacios Verdes (Ansemat), Santander Agro, Reale Seguros y Syngenta. A ella le siguió, el día 9, otro encuentro que contó con la participación de Fernando Miranda, Manuel Melgarejo y David del Pino. En este caso, la cita fue patrocinada por la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (Aepla), y colaboraron Cajamar Caja Rural, la Asociación Comercial Española de Fertilizantes (Acefer), Foro Interalimentario y Reale Seguros.

Ambas tertulias suponen una apuesta decidida de Grupo Editorial Agrícola por tender la mano al sector a través del seguimiento de la actualidad y pueden volverse a ver en su canal de YouTube, que acumulan cerca de 2.000 visualizaciones en diferido y una media de 200 espectadores en directo.

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