08/03/2021
AGRICULTURA. ¿Qué le impulsó a estudiar ingeniería agrónoma?
Rocío Wojski. Cuando yo estaba en bachillerato no era muy habitual que nos informaran sobre las carreras universitarias, así que, teniendo claro que prefería estudiar una ingeniería, intenté recopilar información sobre el contenido de los planes de estudios y las salidas profesionales de cada una. El perfil del ingeniero agrónomo es el de un profesional muy preparado para afrontar una inmensa diversidad de retos, esto me atrajo mucho: el poder desarrollar habilidades para la construcción y las estructuras, la hidráulica, la maquinaria, la producción agraria y ganadera, la industria o la planificación rural. Me gustaron mucho las asignaturas que componían el plan de estudios, y la posibilidad de desarrollar una carrera profesional ligada a la tierra y a la producción de alimentos, y de acceder a un trabajo bonito sin tener que vivir en la ciudad. Siempre me ha impactado el margen de desarrollo a nivel tecnológico que tiene el sector agroalimentario y el impacto que tiene la producción agraria en nuestras vidas. Observarlo en primera línea es muy enriquecedor como experiencia personal.
AGR. ¿Creyó en algún momento que ser mujer podría ser una barrera?
R.W. En el colegio y en la universidad no te educan en la desigualdad y, desde el punto de vista del alumno, no se percibe, o al menos en la época en que me tocó estudiar a mí, que hombres y mujeres tuvieran orientaciones diferentes a la hora de entenderse más o menos aptos o capaces de estudiar una carrera técnica. Además, entonces no había tanta oferta educativa en el ámbito privado para las ingenierías, por lo tanto era una cuestión de preferencias y nota de entrada, así que no se percibía desequilibrio. A lo largo de los años de la carrera, el modelo es el mismo. La sorpresa una se la encuentra en el ámbito laboral, en cuanto entras en el mercado, te das de frente con la brecha salarial: distinto sueldo a igualdad (en el mejor de los casos) de responsabilidades y desempeño. O al menos, esa fue mi experiencia en la empresa privada. Afortunadamente, no es generalizado, y las empresas que tienen claro cómo conseguir la excelencia en su negocio, trabajan en términos de igualdad. Por lo tanto, y más en el sector agroalimentario, ser mujer, más que ser una barrera, conlleva una obligación moral de todas las que en estos momentos no nos encontramos en condiciones de desigualdad laboral, de trabajar para garantizar entornos en el medio rural en que la mujer no tenga que estar en constante lucha para demostrar que puede desarrollar tareas de liderazgo, de emprendimiento, de gestión, etc., en las mismas condiciones que los hombres.
AGR. De hecho, las mujeres, junto a los jóvenes, están llamadas a ser protagonistas en el tan necesario relevo generacional. ¿Qué oportunidades y qué ámbitos ofrece el medio para ellas?
R.W. Cada vez hay más oportunidades en el medio rural para las mujeres que quieran emprender e instalarse en él. Es verdad que queda mucho por hacer, pero el impulso que se está dando a visibilizar el papel de la mujer en el medio rural, unido a otras políticas de desarrollo rural y de tecnificación del sector agroalimentario, está dando sus frutos.
Cada vez hay más mujeres que se unen de manera profesional a la actividad agraria o emprenden en el medio rural y, aunque aún con una presencia minoritaria, ya comienza a haber más mujeres en los consejos rectores y órganos de decisión de las diferentes entidades asociativas del medio rural.
Dentro de las políticas de desarrollo rural, los jóvenes y las mujeres rurales son uno de los ejes prioritarios de acción. Las mujeres que hoy en día quieren emprender en el medio rural tienen a su alcance numerosas oportunidades en forma de reformas legales, ayudas a proyectos empresariales u otros incentivos.
Desde el MAPA se trabaja intensamente por la inclusión de la perspectiva de género en la formulación de la Política Agraria Común para el próximo periodo de programación desde el inicio de las negociaciones y ahora hay que seguir trabajando para llevarlo a la práctica en el Plan Estratégico de la PAC.
AGR. Y las mujeres, ¿qué pueden ofrecer al medio rural?
R.W. Las mujeres del medio rural resultan determinantes para su vertebración territorial y social. Tanto como agentes productivos e innovadores como en su papel de agentes sociales, son el contrapunto necesario para equilibrar un mundo masculinizado. Sin su presencia no hay lugar para el desarrollo de generaciones futuras ni fijación de la población. Se ha observado además un cambio de tendencia leve pero generalizada en los últimos años en el estereotipo de mujeres rurales entre los 30 y 45 años, caracterizado por su alta cualificación en cuanto a la formación (mujeres que salieron del ámbito rural y fueron a formarse a la ciudad, incluso una gran mayoría con estudios universitarios) y que han optado por volver al mundo rural a emprender con iniciativas tanto en el sector primario como en otras actividades económicas. Las mujeres jóvenes y formadas que se instalan en el medio rural son un profundo catalizador de las sociedades y de la economía rural, así como protagonistas de la innovación tanto del sector primario como del resto de sectores y del propio territorio.
AGR. ¿Qué papel juegan aquí la innovación y la digitalización?
R.W. Comenzando por innovación, para poder fomentar el relevo generacional y atraer el talento de jóvenes y mujeres hacia el medio rural este debe ser visto por parte de la población como un lugar atractivo en el que vivir. Por eso, tanto los agentes públicos como privados están llamados a ofrecer un mejor servicio a los nuevos emprendedores rurales en forma de soluciones innovadoras e integradoras en ámbitos como las infraestructuras, la conectividad o la tecnología que les permita equiparar sus oportunidades de desarrollo personal y laboral a las que tendrían en el medio urbano. Y en esta labor, las administraciones públicas desempeñan un papel muy importante.
Tanto en el contexto europeo (con la Estrategia Europa 2020 y los objetivos generales de la Política Agrícola Común), como nacional, en el ámbito de la agricultura y el medio rural la innovación se considera una prioridad transversal indispensable para garantizar un futuro sostenible del sector agroalimentario y del medio rural desde el punto de vista económico, social y medioambiental.
En cuanto a digitalización, la nueva Política Agraria Común es una de las principales herramientas de la Estrategia From Farm to Fork y se marca como objetivo transversal precisamente modernizar el sector a través del fomento y la puesta en común del conocimiento, la innovación y la digitalización en las zonas agrícolas y rurales y promover la adopción de esta.
En paralelo, Europa se prepara para ser un líder digital en el panorama mundial (pone en marcha el Programa Europa Digital para apoyar esta transición digital en todos los sectores) y pretende articular una sociedad europea impulsada por soluciones digitales que sitúen en lugar preferente a las personas, abran nuevas oportunidades para las empresas e impulsen el desarrollo de una tecnología fiable. Considera que el sector agrícola es un sector estratégico que adquiere por tanto un protagonismo en la configuración del futuro digital de la UE.
Desde el MAPA, y en línea con estos principios europeos, pusimos en marcha en 2019 la Estrategia de Digitalización del sector Agroalimentario y Forestal y del Medio Rural, que ejecutamos a través de planes de acción bienales para apoyar esa transformación digital del sector agroalimentario. Con ella pretendemos reducir las barreras existentes en la actualidad para contribuir al liderazgo de un sector agroalimentario sostenible económica, social y medioambientalmente.
El objetivo es potenciar las capacidades digitales que existen en el sector agroalimentario y el medio rural y hacer que esta actividad resulte más atractiva para los propios jóvenes y mujeres mediante la adopción de procesos de transformación digital que faciliten su incorporación a la misma actividad agroalimentaria y el rejuvenecimiento de la población rural.
A través de esta medida se pretende empoderar a los jóvenes y mujeres y hacerles partícipes del proceso de transformación digital en el sector. Para ello, mediante actuaciones de impulso y de ejecución directa del MAPA, en coordinación con organizaciones agrarias, cooperativas y grupos de acción local, se pretende consolidar el papel de los jóvenes y mujeres como agentes del cambio, que sean vehículo para formar a agricultores y habitantes del medio rural no nativos digitales.
En el primer plan de acción hemos trabajado en la creación de un centro de competencias para la formación no reglada que permita a los profesionales del sector adquirir los conocimientos necesarios para introducir en su trabajo cotidiano la digitalización como herramienta. La formación en este centro seguirá una aproximación de “formador de formadores”, de manera que estos profesionales sirvan a su vez de asesores en materia digital en sus ámbitos laborales y actúen como agentes de innovación digital.