El infatigable avance del sector ecológico en España

29/05/2020

Por Manel González, periodista

Los últimos datos confirman la consolidación del sector de la producción ecológica en nuestro país. España no solo revalida su liderazgo en superficie ecológica a nivel europeo y ocupa el cuarto puesto a escala mundial, sino que también experimenta notables crecimientos en el número de operadores ecológicos y en el consumo interno, entre otros indicadores.


La huella de la producción ecológica continúa agrandándose en todo el mundo. Los datos del Instituto de Investigación de Agricultura Orgánica (FiBL) y AMI constatan la marcha imparable de un sector que en los últimos 21 años ha aumentado un 546% su superficie global de cultivo, hasta las 71,5 millones de hectáreas en 2018.

Y en ese ranking, implacablemente liderado por Australia -con la mitad de la superficie ecológica mundial-, seguida de Argentina y China, aparece nuestro país en el cuarto lugar, con 2.246.475 ha, tras haber aumentado un 7,9% su capacidad en 2018 con respecto al año anterior, tal y como reflejan las últimas estadísticas del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Estas cifras le sirven para revalidar, además, la primera posición a nivel europeo, por delante de Francia e Italia.

Otro ángulo: casi el 10% de la superficie agraria útil de nuestro país ya se destina a producción ecológica, según recoge la asociación profesional española de la producción ecológica, Ecovalia, en su informe anual. Destaca con claridad Andalucía, con sus 1,02 millones de ha, el 45,6% de la superficie ecológica total. Le siguen Castilla-La Mancha, con el 18,3%; y Cataluña, con el 9,3%.

Mayor superficie y más oportunidades de negocio. España también ha visto cómo en 2018 crecía el número de operadores ecológicos un 5,6%, hasta los 46.463. Aumentan un 4,7% los productores primarios, hasta los 39.505; un 7,6% los industriales; un 21,6% los importadores; un 27,6% los comercializadores mayoristas; y hasta un 79,5% los exportadores. Ecovalia señala en su informe, asimismo, que España continúa en el ‘top 10’ mundial en términos de volumen del mercado interior.

Hasta en el ámbito del consumo los datos son potentes: España es líder de crecimiento a nivel mundial, con un aumento del 16,4% con respecto a 2017 y más del 96% desde 2012. Según las cifras que recoge la asociación, el mercado ecológico en España genera 2.133 millones de euros y 93.000 puestos de trabajo. Otro hito del último año: el gasto per cápita se ha incrementado un 10% hasta los 46,6 euros por persona al año; eso sí, todavía muy lejos de Arcadias en este campo como Dinamarca y Suiza (312 euros/año).

Dejando a un lado las hectáreas dedicadas a pastos permanentes y dehesas, que representan la mitad de la superficie ecológica en España, los principales cultivos ecológicos son los cereales para producción de grano (204.782 ha), el olivar (200.128 ha), los frutos secos (168.255 ha), los viñedos (113.418 ha), las leguminosas (34.463 ha), las hortalizas (22.310 ha), los cítricos (14.017 ha), los frutales (7.326 ha) y los frutos subtropicales (4.771 ha). La superficie dedicada a estos últimos creció un 30% en el último año, por un 18% de los frutales, un 15% de los cítricos y un 14% de los frutos secos.

Además, las industrias de producción vegetal pasaron en un año de ser 6.662 a 7.670, un 15% más.

Todas estas cifras confirman el buen estado de forma de la producción ecológica en España, pero conozcamos la visión directa de los protagonistas del sector.

Un "claro caso de éxito"…

"Es algo de lo que tenemos que estar orgullosos”, señala el presidente de Ecovalia, Álvaro Barrera, al valorar el crecimiento sostenido del sector en nuestro país en una época “en la que no todo vale para producir, en la que hay que saber incrementar la fertilidad de la tierra, en donde el ciclo de óxido nitroso es algo muy importante para todos los habitantes del planeta”.

Comparte esa satisfacción el director general de la Industria Alimentaria del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, José Miguel Herrero, para quien “el crecimiento del sector ecológico español es un claro caso de éxito”. Herrero señala que el buen estado de forma de este “sector estratégico y prioritario” de nuestro país “es el resultado del trabajo de más de 46.000 operadores, con un sistema de control fiable y eficaz, que cuenta con el apoyo y gestión de las diferentes administraciones públicas”.

Ese apoyo cristaliza, por ejemplo, en la Estrategia para la Producción Ecológica 2018-2020, que recoge múltiples directrices que tienen como objetivos primordiales fomentar el consumo interno, contribuir a una mejor vertebración sectorial, apoyar el crecimiento de la producción ecológica y analizar su papel en la política de medio ambiente y adaptación al cambio climático.

...que necesita seguir siendo estimulado

Sin embargo, para el sector español no es suficiente; reclama políticas concretas. Barrera pone como espejos en los que mirarse la Unión Europea y su Green Deal o Pacto Verde, que apuesta por la producción ecológica, y Dinamarca, “que es líder en consumo y ha puesto encima de la mesa en un plan a cinco años 80 millones de euros para compra pública de productos ecológicos (hospitales, colegios y el ejército). ¿Cuál es la compra pública de productos ecológicos en el territorio español o por regiones? A día de hoy, no lo sabemos”. Desde Ecovalia también se quejan de que ni el Ministerio ni las Consejerías promuevan campañas de promoción de productos ecológicos.

Y en consumo, a pesar del progresivo crecimiento, ¿por qué seguimos a mucha distancia de países como Dinamarca y Suiza? Según José Miguel Herrero, existen varios factores; uno de ellos es el económico, “ya que todavía existen diferencias entre el precio de los productos ecológicos y los convencionales, aunque ese diferencial se va reduciendo paulatinamente”. Existe además “un diferente poder adquisitivo con los países que van por delante en su consumo”.

No se puede olvidar tampoco que “durante muchos años la producción ha estado enfocada, en un alto porcentaje, a la exportación a países que reclamaban estos productos” y que “la apuesta de la industria de transformación por la producción ecológica no ha ido pareja a la apuesta de los productores”, circunstancia que, señala el director general, se está corrigiendo en los últimos tiempos.

Otro elemento importante de este desequilibrio es, para Herrero, que “los consumidores españoles accedían al producto ecológico a través de canales de distribución especialista, mientras que los países con un consumo más elevado utilizaban los canales convencionales”, método sin duda más efectivo para llegar al consumidor menos informado. Pese a todo esto, como recuerda Álvaro Barrera, “estamos entre los diez países del mundo de mayor consumo y el séptimo a nivel europeo”.

Volviendo a las diferencias de precio entre productos ecológicos y convencionales, el sector está convencido de que, si bien es cierto que esa cuestión pudo influir en algún momento, no es así en la actualidad: “Tenemos que desterrar el falso mito de que son productos elitistas, ya que el 60% de los nuevos consumidores tienen menos de 35 años. Y en España el consumo se ha duplicado en solo cuatro años, pasando de 1.000 millones a 2.100 millones”.

¿Una normativa en standby?

Está previsto que el 1 de enero de 2021 entre en vigor el nuevo Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo sobre producción ecológica y etiquetado de los productos ecológicos (Reglamento (CE) nº 2018/848), aprobado en 2018, y durante estos meses se han estado debatiendo y elaborando en Bruselas los reglamentos de desarrollo específicos de esta normativa.

Sin embargo, con la explosión de la crisis sanitaria a mediados de marzo, Ecovalia envió un escrito al ministro Planas pidiéndole que España liderase la solicitud de aplazamiento de la entrada en vigor en 2021 del nuevo Reglamento, aduciendo que las “dificultades propias de adaptación a cualquier cambio normativo, junto con las distorsiones sociales y económicas generadas por la COVID-19” sumirían en “graves problemas al sector de la producción ecológica en España tanto en su aplicación, por parte de los operadores, como en el control y certificación”. En otras palabras, queda mucho Reglamento por concretar - los grupos de operadores, la exención de controles, el contenido del certificado, etc.- y el panorama socioeconómico no es el adecuado.

Desde el MAPA, la postura es de respaldo al sector. “La moratoria de la entrada en aplicación del Reglamento se va a debatir muy pronto en el Comité de la Producción Ecológica, tras varias peticiones de importantes organizaciones internacionales, que España ve razonables y justificadas, y por ello estaría dispuesta a apoyar”, asegura Herrero. Para el Departamento, el elemento clave que se debería mejorar de la nueva normativa es la gestión de la detección de productos y sustancias no permitidas en producción ecológica, cuya redacción España considera poco concreta y sujeta a diferentes interpretaciones.

Los productores, entre el “sacrificio” y la “paciencia”

Rentabilizar una explotación agrícola o ganadera en nuestro país nunca ha sido tarea fácil, pero los obstáculos son más altos si cabe en el caso de los productos ecológicos. Nos cuenta su experiencia José Manuel Benítez, agricultor y ganadero ecológico en Alájar, plena Sierra de Huelva. Su finca tiene 150 ha de dehesa y una huerta de 1,7 ha de hortalizas y frutales. Primer obstáculo: “Los canales de comercialización son complicados”. De vez en cuando, Benítez consigue vender algún ternero ecológico a intermediarios, y actualmente suministra a una empresa que comercializa carne ecológica a través de internet. En cuanto a la fruta y las hortalizas, se comercializaban en tiendas ecológicas de Sevilla y Huelva, y también tenía grupos de consumo y repartía cestas a domicilio, proyecto que tuvo que abandonar por falta de rentabilidad.

Cuando era su padre el responsable de la explotación familiar, él le convenció para pasarse a ecológico. “Los comienzos fueron difíciles y muy sacrificados. Muchas inversiones a nivel económico y personal. También hace falta formación y práctica.

Al principio se pagan las novatadas y se hace difícil la viabilidad económica del proyecto. Hay que tener mucha paciencia y aprender de los errores”, rememora.

Sobre el crecimiento que recogen los datos oficiales, Benítez cree que “tiene que ver, por un lado, con las ayudas, y por otro, con que hay grandes empresas que han visto un nicho comercial importante y lo quieren aprovechar”.

En cuanto a los precios de los productos ecológicos, considera que “el problema son los intermediarios, que aumentan el precio. En mi caso, muchas veces he vendido al mismo precio que en convencional, pero luego llega al consumidor mucho más caro”. Cree que es importante concienciar al consumidor. “Yo le diría que cuando compra un producto ecológico está cuidando de su salud, del medio ambiente, de los animales, de las campesinas. Que además mantienen un medio rural vivo, etc.”.

Por último, Benítez lanza un grito de socorro. Destaca que la producción ecológica cuenta actualmente con poco apoyo de las instituciones, que las campañas de promoción son “casi inexistentes” y que las normativas europeas, que en otros países funcionan, aquí ahogan al productor. Por todo ello, reclama “voluntad política para poner en marcha iniciativas que están funcionando en otros países y que aquí son impensables. Nos tienen que dejar dar salida a lo que producimos. Y poder vivir de forma digna. Y que a los ciudadanos les lleguen estos alimentos de calidad a un precio razonable y asequible. También es necesario que se valoren todos los beneficios y externalidades que producimos”.

Industria en crecimiento

A rebufo del florecimiento de este (no tan) nuevo paradigma de producir, en los últimos años ha ido desarrollándose un nuevo modelo de industria agrícola que apuesta por el producto ecológico. El abanico es enorme: desde semillas hasta industria auxiliar, pasando por insumos agrícolas, etc.

Una de las industrias más reconocibles en nuestro país es Bejo, firma especializada en semillas. Actualmente trabaja con unas 200 variedades ecológicas para alrededor de 50 cultivos distintos, tal y como nos cuenta Feliu Cusidó, comercial de la compañía para Cataluña, Aragón y Baleares y responsable de cultivos ecológicos.

Bejo cuenta con las coliflores Skywalker y Adona y con el romanesco Verónica como productos ‘estrella’, tanto con destino a la industria del congelado como para el mercado fresco. También sobresale su abanico de coles -col china, col de Milán, col puntiaguda, Kale, etc.-, así como la zanahoria y la cebolla, este último uno de los cultivos con mayor progresión.

Cusidó reconoce que, si bien es difícil competir con países como Francia, Alemania y Holanda, donde “el peso de la semilla ecológica en Bejo es ya de suma importancia”, en España el aumento “va siendo progresivo y constante”. “Actualmente, en nuestra empresa, el porcentaje de semilla ecológica con respeto a la convencional está alrededor del 7%”, señala.

Para Bejo, la apuesta por la producción de semilla ecológica es “una apuesta de futuro”. “Sabemos que no es una tarea fácil –apunta Cusidó-, sobre todo en España, pero confiamos plenamente en que, en un futuro no muy lejano, el uso de semilla ecológica aumentará ostensiblemente debido a la creciente demanda de producto saludable y que respete el medio ambiente, sobre todo en las nuevas generaciones”.

Para cuidar de manera natural esos productos saludables era necesaria la adaptación de empresas de insumos al modelo ecológico. Seipasa, fundada en 1998, vio la oportunidad dos años más tarde, en el 2000, cuando, como nos cuenta su director de Marketing, Juan Manuel López, “decidió posicionarse como productor de soluciones alternativas a aquello que existía en el mercado. 20 años después, el mercado y los consumidores reclaman soluciones para la producción de alimentos sin residuos y las consideran necesarias”.

Actualmente, la línea de negocio de biocontrol es la más importante de Seipasa a nivel global. La encabezan referencias como Pirecris, Fungisei y Seican, biofungicidas y bioinsecticidas de origen botánico o microbiológico, de alta eficacia y enfocados al control de plagas y enfermedades de elevado impacto económico en los cultivos. No dejan residuos en la cosecha e incorporan tecnología altamente diferenciada en cuanto a su formulación.

Para López, “el incremento de la demanda es muy notable. Lo percibimos no solo en la tendencia y las cifras que arroja el mercado sino también, y muy especialmente, en el número de productores que han iniciado el proceso de transformación a producción en ecológico”.

Según el director de Marketing de Seipasa, “la tendencia apunta a la identificación y desarrollo de soluciones con microorganismos y nuevas moléculas de origen botánico”, línea que más está reforzando la compañía radicada en Valencia desde su departamento de I+D+i y con la guía del CEO, Pedro Peleato.

También alcanza las dos décadas de existencia al servicio de los cultivos ecológicos la compañía Econatur. “Nos preocupaba que los manejos en los cultivos tradicionales venían usando de manera generalizada y en altas dosis productos químicos que generan problemas de residuos en las cosechas y contaminaciones difusas en el medio, lo que se traduce en problemas de salubridad y de salud para las personas”, cuenta a Agricultura su director general, Juan Nieto.

Así, Econatur fue “la primera empresa española que apostó por el desarrollo de la producción ecológica”. “Gracias a ese interés –sostiene Nieto- se comenzó a regular la certificación de insumos en nuestro país”.

La firma se ha especializado en productos que permiten trabajar en la producción agrícola bajo el concepto de “bienestar vegetal”. Subraya el director general que lo más interesante del amplio portfolio de bioestimulantes de la firma “es que no solo son ecológicos, sino que además son potentes herramientas perfectamente integrables en cualquier modelo productivo”. Nieto destaca, asimismo, la “gama de insumos de biocontrol de alta eficiencia”.

También en su caso perciben una mayor demanda de insumos para cultivos ecológicos. El camino no ha sido fácil. “Es fácil entender que en los inicios, los aciertos están más limitados. Sin embargo, en un sector innovador como el nuestro, con un amplio recorrido, afirmar a día de hoy que no es posible superar la tecnología tradicional creo que no es la realidad”. Para el director general de Econatur, la industria biotecnológica ha conseguido en muchos casos “no solo superar sino también cubrir necesidades técnicas que no ha podido atender la tecnología tradicional”.

El papel de las certificadoras

Mención aparte merece el papel de las empresas especializadas en certificación de productos agroalimentarios, cuyo papel es “velar por la autenticidad de los productos que se ponen al alcance del consumidor para que aquellos cumplan con los estándares esperados tanto de calidad como de seguridad”, tal y como define el director comercial de Sohiscert, Ángel Arriaga. Su labor proporciona a los alimentos ecológicos “el valor añadido que buscan los mercados en los cuales se comercializan”.

Arriaga enumera las cuatro etapas del proceso de certificación: solicitud, presupuesto, auditoría y certificación. Es importante reducir burocracia y dotar de agilidad.

Entre las certificaciones ofrecidas por Sohiscert se encuentra la de insumos para producción ecológica, basada en las normas UNE. Su objetivo es la “armonización de criterios y requisitos que deben cumplir los insumos utilizables en agricultura ecológica”.

Sohiscert certifica actualmente a más de 6.500 operadores ecológicos de Castilla-La Mancha, Andalucía, Castilla y León y Aragón.

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