Acuerdos de libre comercio 30 años después del mercado común

10/11/2016

Al cierre de esta edición de “Agricultura” acaba de ser aprobado el Acuerdo Económico y Comercial Global entre Canadá y la UE (CETA en sus siglas en inglés), un acuerdo que afecta decisivamente al sector agrario español, aunque muchos aún no sepamos cómo. Como ocurre con otros tantos temas de actualidad, las posturas de los partidarios y detractores del mismo son irreconciliables y en ellas priman los extremos frente a un análisis de ventajas e inconvenientes más objetivo. Por un lado, desde las instituciones europeas se destacan, como no podría ser de otra forma, las ventajas del CETA. Para empezar se crea un área comercial de alrededor de 800 millones de consumidores en la que, teóricamente y como ocurre con todos los acuerdos que facilitan el movimiento de mercancías, se ofrecerá a las empresas de la UE y Canadá mejores oportunidades de negocio.

La Comisión Europea estima que el comercio de bienes y servicios entre Canadá y la UE se incrementará en casi un 25%, lo que provocaría que el PIB de la UE aumentara en unos 12.000 millones de euros al año. Esto se debería a que, por ejemplo, se eliminarán derechos de aduanas (con un ahorro estimado de unos 500 millones de euros al año) y las restricciones del acceso a los contratos públicos, además de abrirse el mercado de servicios de empresas. Este es el quid de la cuestión, ya que las entidades que se han posicionado en contra del CETA denuncian que este tipo de acuerdos representan lo peor de la globalización y que será un terreno abonado para que las multinacionales puedan imponer de forma legal sus intereses a los Estados en asuntos esenciales como la salud pública, la protección medioambiental o las políticas sociales.

A este respecto, los cálculos negativos del CETA alegan que desarrollar el acuerdo supondrá la destrucción de más de 200.000 puestos de trabajo en toda la UE, mientras que los defensores del mismo esgrimen el hecho de que se creará riqueza en la UE ya que facilitar el acceso de los productos europeos a un mercado como el canadiense de renta elevada, aumentará su venta. Por otra parte, según los dirigentes comunitarios, el acuerdo está pensado para respetar plenamente las normas europeas en todos estos ámbitos antes mencionados pero la oposición, no muy partidaria de explicar las alegaciones, esgrime el hecho de que el acuerdo se ha alcanzado en condiciones de “total hermetismo”… hay opiniones para todos los gustos.

Su repercusión en el Agro

Si nos centramos únicamente en materia agroalimentaria, la Comisión Europea ha dejado claro que el CETA no permite en ningún caso la exportación canadiense de organismos genéticamente modificados ni de carne de vacuno de carne engordada con hormonas a la UE, dos de los puntos más confl ictivos con efecto directo en el sector. Además se protegen las Denominaciones de Origen comunitarias, algunas de ellas afectadas por marcas registradas en Canadá con las que puede haber equívocos. Para muchos la aprobación del CETA es la antesala de otro acuerdo internacional, el ya famoso TTIP entre la UE y EEUU. Este acuerdo, que se encuentra en negociación se considera much más conflictivo por lo que Estados Unidos implica para el mundo.

El CETA es el banco de pruebas de lo que sería la aprobación del TTIP y, quizás por eso, la guerra dialéctica entre bandos está siendo tan dura con el de Canadá. Pero en España casualmente ahora se cumplen 30 años de un hecho muy similar aunque con sus muchos matices diferentes: nuestra entrada en la CEE. Con todas las precauciones y los miedos a cuestas nos tocó pasar de una agricultura protegida a otra marcada por la PAC (de las muchas PACs más bien). Ha habido muchos claroscuros en este periodo pero todos sabemos cómo era por ejemplo el comercio exterior de frutas y hortalizas o el del aceite de oliva antes de entrar en el club europeo… Hoy en día, para la mayor parte de los que estamos aquí, sabiendo los pros y los contras que tuvo nuestra entrada en la UE, creemos que no haber formado parte de este club hubiera sido un error histórico…¿Diremos lo mismo dentro de 30 años con el CETA o el TTIP?

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