23/05/2017
Este modelo cooperativo, en aras de disminuir costes para los agricultores, nació en Francia después de la II Guerra Mundial. Sin embargo, no ha sido hasta finales del s. XX e inicios del XXI cuando éstas han logrado implantarse y desarrollarse en España. Actualmente solo tres comunidades autónomas cuentan con comunidades de este tipo, unas 200 en total, pero la situación económica hace cada vez más común el buscar fórmulas con las que salir adelante en el campo. Y en común.
Por Diego Villacorta ~ Periodista agroalimentario
La deliberación es trabajo de muchos; la decisión, de uno solo”. Así de tajante se mostraba Charles de Gaulle cuando aún era presidente del Gobierno Provisional de la República Francesa recién terminada la Segunda Guerra Mundial.
Durante los meses que ostentó el poder ejecutivo de la nación –entre 1945 y 1946-, De Gaulle tuvo que tomar más de una decisión que ayudase a resolver la situación económica del país. Un país que vivía de pequeñas familias, fuera de los grandes núcleos urbanos, dedicadas íntegramente al sector primario.
Por ello, y junto a su ministro de agricultura, Tanguy Prigent, decidió sentar unas bases en la política agraria que después desarrollaría ya como presidente de la República a finales de los años 50.
El objetivo: evitar que las pequeñas granjas familiares asentadas en la producción cerealista, vacuna, vitivinícola y hortofrutícola pudiesen salir adelante sin endeudarse a la hora de adquirir material con el que realizar sus labores sobre la tierra.
Así, y a través de una ley que respaldase y reglamentase la idea, se dio forma a las Cooperativas de Utilización de Maquinaria Agrícola, las conocidas CUMA que comenzarían desde entonces a trabajar para realizar las labores en pequeñas explotaciones con una misma maquinaria utilizada por los socios que la conforman.
El modelo entonces supuso una revolución que dio un impulso importante en el país galo, máxime cuando en poco más de cuatro años y gracias al Plan Marshall estadounidense, el número de tractores en el campo francés se incrementó, pasando de 25.000 en 1945 a más de 200.000 en el año 1949.
Un salto en la mecanización que se tradujo en beneficios, excedentes, exportaciones y, sobre todo, allanó el camino del sector primario en Francia que le haría colocarse como la primera potencia agrícola a nivel mundial.