30/08/2018
En primer lugar, me sorprende la diversidad de “sistemas de juego” que utilizan los Estados miembros en la producción de sus alimentos. Si consideráramos el juego de toque o tiki-taka a la producción de marcas de calidad, los países mediterráneos se llevan la palma. Ahí está Italia liderando el escalafón, un país reconocido por pequeñas producciones muy vinculadas a su origen y su gastronomía y con casi 300 referencias de alimentos certificados.
A Italia le sigue Francia, con casi 250 marcas de calidad con las que hace gala de tradición y vinculación al territorio. Un ejemplo de ello es el histórico concepto “terroir”, que vincula conocimiento, medio físico y biología aplicados a un espacio en concreto. Continúan en este ranking España y Portugal con casi 193 y 138 marcas de calidad UE respectivamente, y Grecia cierra este segundo gran grupo con más de 100 referencias.
¿Por qué se ha desarrollado este “juego bonito” en estos países?
Quizás influye que sus extensiones sean de las mayores de la UE, lo que muchas veces implica diversidad de hábitats y agriculturas distintas. A mucha distancia ya aparecen Alemania y Reino Unido (89 y 69 referencias certificadas UE respectivamente). Estos países enarbolarían, de forma general, la bandera del “juego vertical” con producciones de calidad reconocida a nivel internacional como marca país y con producciones de media mayores pero no tan vinculadas al territorio. Tras ellos están los países del Este, Polonia, República Checa, Eslovenia y Eslovaquia (37, 33, 22 y 19 marcas de calidad UE, respectivamente) y el resto de Estados miembros.
Ahora bien, ¿cuál es el estilo de juego que nos interesa a España como país?
Si seguimos “jugando al tiki-taka”, aumentando marcas de calidad, hemos de ser conscientes que el consumidor internacional no tiene por qué ser capaz de distinguir entre un vino DO La Mancha de un DO Utiel-Requena. En esa liga, la internacional, tiene más sentido practicar el juego vertical de Alemania u Holanda, países con imagen de calidad y tecnología “marca país” (por ejemplo en el caso de los lácteos).
Para llegar al área rival su estrategia es una excelente dimensión y buena llegada a los mercados. Cuando jugamos la liga europea, la “marca país” sigue siendo importante (si no, que se lo digan a las frutas y hortalizas almerienses en el norte de Europa), pero cada vez son más los europeos que “siguen la liga española” cuando nos visitan en sus vacaciones y son más proclives a vincular alimentos y territorio. Ahí deberemos seguir trabajando dimensión, anticipación a sus productos de temporada y precio, pero ya hay otros valores que entran en el juego, como beber ese vino que tomaron el pasado verano en España.
Y luego queda nuestra liga nacional, en la que aún nos queda mucho por hacer para explicar a nuestro consumidor la diferencia y particularidades de nuestras marcas de calidad españolas. Tenemos casi 200 alimentos de calidad diferenciada, pero si no conseguimos que el consumidor los diferencie (y los pague) como tales, deberemos venderlos sin valor añadido. Y esa pérdida de rentabilidad puede hacer perder la categoría a muchos de nuestros agricultores...