10/07/2018
Por Jesús López Colmenarejo, director ejecutivo
Hace unos días me llamó la atención en concreto una queja acerca de unas cerezas, un cultivo que multiplica por 20 su precio del campo a la mesa. En este caso, un agricultor subió la foto de una barqueta en un supermercado a 4 euros/ kilo cuando el productor las está cobrando a 20 céntimos. Como es previsible, la gran mayoría de los comentarios giraron sobre la misma idea - el sistema roba al agricultor-.
Son pocos los que analizan si la cosecha ha sido demasiado abundante, si la calidad de las cerezas ha sido la adecuada o incluso a qué precio se han producido esas cerezas...todo racionalismo sobra frente a la potente sensación de ser víctimas de una injusticia. Vaya por delante que estoy convencido de que el sector productor tiene razón en muchas de sus demandas, pero ¿y si en lugar de lamernos las heridas hasta la siguiente crisis analizamos por qué esta situación se produce permanentemente?
En el caso concreto del sector de las cerezas, por ejemplo, tenemos una estructura productiva compuesta en gran medida por microexplotaciones familiares, en las que la gestión económica aún debe avanzar mucho. A esto se le suma que falta unión, mucha unión. Llamémoslo cooperativismo, llamémoslo sindicalismo agrario... llamémoslo transparencia y búsqueda de objetivos comunes.
La crítica más común en las redes es que el sistema no funciona, pero de nuevo pocos se preguntan por qué: se critica que los sindicatos agrarios están “vendidos al gobierno”, pero nadie se plantea cómo se financian ni cuántos afiliados de pago hay. Poco se puede exigir a algo a lo que no se contribuye.
El tejido cooperativo español está aún muy atomizado, es cierto, y por ello muchas veces es poco eficiente, pero ¿cuántos críticos se dan cuenta de que las cooperativas son propiedad de los mismos agricultores? Si no funcionan adecuadamente por luchas de egos, malas gestiones o causas internas, son ellos quienes pueden solucionarlo. Ojo, hay muchas que funcionan y lo hacen muy bien, que se lo digan a nuestras frutas y hortalizas, vino o aceite.
Considero evidente que a nuestro sector agrario le falta aún avanzar en su profesionalización. La PAC actual cuenta con la figura del agricultor activo, esa en la que no nos ponemos de acuerdo sobre su significado. La próxima reforma de 2020 viene con un nuevo término debajo del brazo...el agricultor “genuino”, que promete ser el mismo perro con distinto collar si nadie lo remedia.
¿Alguien se ha planteado si lo que realmente necesita el campo español es la figura del agricultor “gestor”?. Lo fácil es seguir pensando que “los agricultores alimentamos al mundo”, pero en muchas ocasiones no estamos organizados ni para alimentar a lo que nos pilla más cerca. Ya lo decía el anuncio, potencia sin control no sirve de nada.