La (posiblemente) desconocida vertiente ambiental de la agricultura estadounidense

Por Jesús López Colmenarejo

El pasado mes de diciembre tuve la oportunidad de realizar un viaje para conocer parte de la agricultura estadounidense gracias a la Oficina de Asuntos Agrícolas de la Embajada de los Estados Unidos en Madrid. Este tour me ha permitido constatar que las demandas de sostenibilidad que existen en la UE también son una realidad en el gigante americano, los tiempos cambian y los tópicos no siempre se ajustan a la realidad.

El viaje estuvo organizado por la Alianza de Sostenibilidad de los Estados Unidos (USSA), una entidad fundada en 2013 y que se ha erigido en la voz de la producción agrícola y de alimentos sostenibles de los Estados Unidos.

La USSA representa a 24 asociaciones agrícolas, pesqueras y forestales, además de los socios de la cadena de distribución y juntos son responsables de los más de 5 mil millones de dólares anuales de alimentos y agricultura que Estados Unidos exporta a la UE. Su misión es, básicamente, compartir con sus homólogos internacionales en Europa y terceros países la realidad de la agricultura estadounidense, proporcionando información sobre las prácticas de producción sostenible de nuestros miembros. Al fin y al cabo, las cosas no se saben si no se cuentan…

El Mississippi, mucho más que un río

En este viaje pudimos constatar la importancia estratégica del estado de Luisiana y más en concreto del Puerto de Greater Baton Rouge como centro de transporte y exportación de granos a nivel mundial.

No en vano, el 60% del grano estadounidense que se exporta pasa por ese puerto y a través suyo llegan por acceso fluvial productos agroalimentarios de 37 de los 50 estados, ya que su cuenca abarca desde las Montañas Rocosas hasta los estados más al este de la Unión.

Mi percepción ante este hecho es un gran “embudo acuático” que canaliza y vertebra la vida y el comercio del país, mucho más de lo que podemos creer en España donde ninguno de nuestros ríos cumple una función similar.

A nivel medioambiental, el río Mississippi alberga una inmensa cantidad de flora y fauna (se estima que unas 260 especies de peces) a lo largo y ancho de sus 3.238.000 km cuadrados. La preocupación sobre la sostenibilidad del Mississippi la comprobamos en la visita al Centro de Estudios Fluviales de la Universidad de Luisiana (LSU), donde vimos uno de los modelos físicos de lecho móvil más grandes del mundo: el modelo físico del río Mississippi inferior.

Este modelo del río, de más de 3000 metros cuadrados, es impresionante, y se basa en la topografía y batimetría del delta del río Mississippi que cubre el sureste de Luisiana. El modelo es capaz de replicar el flujo, los niveles de agua y el transporte de sedimentos del río, donde se simula un año del río Mississippi en una hora. Los científicos, ingenieros y estudiantes pueden ver, experimentar y realizar investigaciones utilizando este modelo de vanguardia.

El objetivo final de este gran despliegue no es otro que monitorizar los humedales de Luisiana y controlar el efecto de los proyectos de restauración costera que están en curso en toda la costa y que atenúan el impacto del ser humano en el río.

Los humedales de la zona están desapareciendo a un ritmo peligroso, de 6200 hectáreas por año, y esto pone en riesgo cultivos como el arroz, de gran importancia en la región.

Del estudio técnico y científico de este cultivo se encargan en la Estación de Investigación del Arroz (también vinculada a la Universidad de Luisiana), una instalación de investigación responsable de muchas mejoras de sostenibilidad en la industria del arroz estadounidense.

En sus instalaciones comprobamos cómo gran parte de su investigación va enfocada en mejoras medioambientales: análisis de emisiones de metano y de dióxido nitroso según diferentes prácticas de riego o gestión de diferentes modelos de cultivo para limitar la pérdida de suelo.

Asimismo, me parece destacable resaltar la importancia que le otorgan los investigadores a la transferencia de tecnología y la cercanía con los productores, quizás algo que, haciendo autocrítica, no siempre percibo en España.

La cría de cangrejos es una interesante forma de diversificar el cultivo del arroz en Luisiana. La sostenibilidad también debe ser económica y no depender de un solo tipo de ingreso es lo deseable.

Futuras generaciones, certificación, tecnología… todo es medio ambiente

En esa semana tuvimos también la oportunidad de visitar explotaciones agrarias de más cultivos además del arroz, como la de la familia Frey, propietaria de Four Oaks, en la que vimos caña de azúcar y soja.

Muchas tienen en común ser “agricultores multigeneracionales”. Ese afán de continuidad consigue que entre sus objetivos esté no solo ser rentable sino dejar la tierra a la siguiente generación mejor de lo que se la dejaron a ellos, razón por la cual se unieron al programa de certificación medioambiental promovido por el gobierno de Luisiana.

También visitamos la Hardwick Planting Company, una explotación de casi 5000 hectáreas que cultiva algodón, maíz, soja, trigo y sorgo. Ellos participan activamente en el Conservation Reserve Program (CRP), un programa de conservación de tierras administrado por la Agencia de Servicios Agrícolas (FSA) con el que, a cambio de un pago anual, los agricultores inscritos acuerdan eliminar las tierras ambientalmente sensibles de la producción agrícola. En la Hardwick Planting Company no prevén transformar su producción a ecológico, lo ven complejo para adaptarse a la gestión de plagas y consideran que lo sostenible no tiene sólo que ser “eco”.

En la explotación agraria de R. Schexnayder & Sons producen soja, maíz, trigo y avena también desde un enfoque sostenible. Su enfoque es complementario: “Cuando cosechamos, además del grano, recogemos miles de datos que nos permiten tomar decisiones en la campaña siguiente, ahorrando inputs". Para ellos, la tecnología es la aliada del medioambiente en la nueva agricultura.

La importancia del cuidado de agua y suelo es una constante en gran parte de las explotaciones agrarias estadounidenses.