02/06/2020
AGRICULTURA. La actual coyuntura, marcada por la crisis provocada por el coronavirus, ha puesto de manifiesto la importancia del sector primario. ¿Cuál ha sido y continúa siendo la aportación del regadío en esta situación?
ANDRÉS DEL CAMPO. España sufre la mayor crisis sanitaria de su historia. Durante prácticamente dos meses todo ha permanecido cerrado, salvo las farmacias y los supermercados, que no han sufrido problemas de desabastecimiento gracias al trabajo ininterrumpido de los agricultores.
El coronavirus amenaza la alimentación de 265 millones de personas en el mundo. Pues bien, la solución a los problemas globales de desnutrición pasa por la biotecnología y por la agricultura de regadío, que produce hasta seis veces más que la de secano. Pero para reforzar la apuesta por el regadío y asegurar el suministro ante las necesidades crecientes de alimentos, se requiere una mayor garantía del agua necesaria para riego. De ahí la necesidad de buscar recursos alternativos y complementarios a los convencionales y, a fin de cuentas, la urgencia de sacar adelante un nuevo Plan Hidrológico Nacional.
AGR. Desde Fenacore se trabaja para impulsar la agricultura 5.0 y el telecontrol. ¿Cuál es el actual nivel de implantación del mismo en el conjunto del territorio nacional y qué ventajas aporta?
A. D. C. Los sistemas de telecontrol ya se han implantado en más de un millón de hectáreas, lo que consolida a España como un referente internacional en regadío modernizado, al tener más de la mitad de la superficie regada, en concreto el 53% (más de 2 millones de hectáreas), dotada con sistemas de riego localizado, considerado el más eficiente.
Y en este contexto, caracterizado actualmente por la recomendación de evitar los desplazamientos prescindibles para reducir el riesgo de contacto físico y, por tanto, de exposición al COVID-19, el telecontrol permite regar sin necesidad de estar presente en la parcela.
Asimismo, estos sistemas posibilitan el riego a demanda y, en aquellos casos en los que sea necesario establecer turnos y se produzcan riegos nocturnos, la principal ventaja es que evita que un regante tenga que ir a su finca o explotación a deshoras, si es entonces cuando le corresponde su tiempo para regar, lo que mejora significativamente la calidad de vida del agricultor.
Por otra parte, la extensión de estos sistemas puede reducir los costes, puesto que la posibilidad de elegir el momento para regar ayuda a realizar estas labores durante las horas valle en las que la energía eléctrica es más barata, como por las noches y fines de semana.
La modernización y la incorporación de tecnología para hacer un uso más eficiente nos ha permitido producir más con menos agua, pero con un mayor coste de energía. Por ello, urge abaratar la factura para acelerar la modernización de algo más de 900.000 hectáreas aún pendientes y seguir extendiendo los sistemas de telecontrol.
AGR. Fenacore, y usted en particular, es un firme defensor del efecto descontaminante del regadío. ¿En qué consiste y cómo se concreta este efecto?
A. D. C. Efectivamente, los cultivos de regadío son auténticos sumideros de CO2, con el consiguiente efecto positivo sobre la disminución del efecto invernadero. Hasta el punto de que si los agricultores dejaran de cultivar los frutales, olivos, naranjos, viñas... y no cuidaran y protegieran los bosques y pastos de su propiedad, tales sumideros desaparecerían, lo que a la postre terminaría agravando los problemas medioambientales.
Pero el regadío no sólo absorbe CO2, sino que también aporta oxígeno a la atmósfera por la fotosíntesis de la cubierta vegetal y contribuye también a reducir la erosión y la desertización, mediante el mantenimiento de la capa vegetal en cultivos de riego eficiente, dos peligrosas consecuencias que se podrían agravar por el cambio climático.
AGR. Precisamente, el cambio climático es otro de los temas que mayor debate generan en la sociedad en su conjunto. ¿Qué trabajos está realizando la federación para hacer frente a la lucha contra el mismo y qué echan en falta para abordarlo?
A. D. C. La lucha contra el cambio climático requiere la puesta en marcha de un Plan Nacional de Infraestructuras Hídricas para hacer frente a las sequías e inundaciones derivadas del cambio climático.
Los daños producidos por las lluvias torrenciales y las sequías no hay duda que podrían ser mitigados con el buen mantenimiento de las infraestructuras de regulación (embalses, trasvases, riegos modernizados…) de las cuencas hidrográficas y de este nivel de regulación dependerán los posibles perjuicios derivados del cambio climático.
Así, al igual que ha habido planes estatales de carreteras o de infraestructuras ferroviarias, habría que aunar ingeniería y técnica para prevenir los efectos negativos de las lluvias torrenciales y convertirlos en recursos para las cuencas deficitarias.
AGR. Además de tecnología y cambio climático, ¿a qué otros retos debe enfrentarse el sector en el corto/medio plazo?
A. D. C. Uno de los principales problemas a los que se enfrenta el regadío es el encarecimiento de la factura eléctrica como consecuencia de un cambio normativo que lleva aparejada una nueva metodología para calcular los peajes de transporte y distribución. Y todo ello, después de que desde 2008 el aumento medio de la factura para el regadío haya superado el 110%, debido al incremento tanto del consumo como de las tarifas eléctricas. Ese abaratamiento, pues, resulta primordial; tanto para continuar incrementando el ahorro de agua como para culminar el proceso de modernización de los sistemas de riego. Hay que modificar el actual sistema tarifario para la energía.
AGR. Para finalizar, ¿cómo ve el futuro del regadío en España?
A. D. C. Los agricultores, en especial los de regadío, estamos llamados a cumplir un papel crucial para la recuperación económica de España, por lo que deberían tenernos más en cuenta a la hora de consensuar las estrategias e incluso hacer frente a la crisis del coronavirus.
Hay que tener en cuenta que la agricultura y la industria agroalimentaria, así como los servicios asociados, representan más del 15% del PIB y dan empleo a más de un 4% de la población activa, sin contar los ocupados en el sector agroindustrial y de servicios agrarios. Además, el regadío sirve como motor para la creación de puestos de trabajo, especialmente en las zonas rurales, lo que a su vez puede contribuir a dinamizar la demanda interna, fundamental para activar la economía a corto plazo.
De ahí, la importancia de invertir en infraestructuras hídricas, pese a que las previsiones sobre el desplome del PIB y la escalada del déficit y la deuda hacen prever nuevos recortes presupuestarios.