Hay agua

14/11/2022

Por Francisco Amarillo Doblado. Analista agrario

Una parte muy importante de los avances de las sociedades humanas se ha cimentado en su grado de acierto en las soluciones dadas para superar los retos que se le planteaban.

En el siglo XXI, en línea con finales del XX, uno de los retos más importantes es hacer frente al cambio climático, que afecta de manera singularizada a cada territorio y por ende a las sociedades, de este mal llamado planeta Tierra, que debiera llamarse, obviamente, Agua. Y ciertamente paradójico resulta que, para España, uno de los grandes problemas que se nos avecina sea la escasez de agua, problema que pone en riesgo muchos sectores económicos y principalmente el de la producción agraria.


Hay distintas opciones para abordar la problemática de la escasez de agua, una es consumamos todos menos agua, que es algo muy distinto de administrar bien el recurso, y otra, busquemos más agua, investiguemos cómo hacerlo y apliquemos los conocimientos que ya tenemos para conseguir el objetivo propuesto, dentro de un marco de optimización de su aplicación, porque agua hay y además hay mucha, pudiéndose satisfacer las demandas actuales, manteniendo producciones y ecosistemas.

A los recursos ya existentes, podemos implementar volúmenes de agua suficiente que permitan satisfacer las necesidades presentes y futuras.

Contamos, en primer lugar, con la desalación del agua de nuestro litoral costero, con unas tecnologías de desalación muy avanzadas en las que España es puntera, con una experiencia de décadas. Por citar algunos ejemplos, la desaladora de Torrevieja permite regar más de 7000 ha, Carboneras otras 7000 ha, Cuevas de Almanzora 24000 ha, y podríamos continuar. Es más, parte muy significativa de los cultivos bajo plástico de Murcia y Almería, se mantienen gracias a la desalación; tenemos 90 grandes desaladoras y nuestra capacidad actual es de 5 Hm3/día de agua desalada.          

Hay cuestiones, que además se exhiben como bandera, y analizadas algo más a fondo, tienen que extrañarnos. Por ejemplo, nuestro emblemático parque de Doña Ana, se deseca por la falta de lluvias y la sobreexplotación de los recursos acuíferos por los agricultores. Pero si Doña Ana tiene playa en el propio parque, ¿no se puede construir una planta desaladora en él o en un lugar próximo? Máxime cuando las nuevas desaladoras son capaces, en parte, de generar energía limpia para su funcionamiento, habiendo rebajado mucho el precio del m3 de agua desalada hasta los 50cm e incluso menos. Los ejemplos pueden multiplicarse.                                     

Otro tanto podemos decir con la utilización de las aguas residuales, 5000Hm3 pasan por nuestras estaciones de depuración de aguas residuales (EDAR) al año, con un aprovechamiento mínimo para regar. Y, sin embargo, tanto la normativa de la UE, directiva europea de aguas residuales 2021/2027, como el RD 1620/2007 sobre reutilización de agua de las depuradoras, obliga, y bien obligado, a un régimen de depuración que crea un marco ideal para el aprovechamiento de estas aguas. Ciertamente que varían las posibilidades con el tamaño de las EDAR, y que este aumenta con las de más capacidad, pues bien, entre las EDAR que tratan 400Hm3/año, tan solo se aprovecha para regar entre el 13% y el 17% del agua tratada.

Al fin y al cabo, es muy poca el agua que consumimos, aunque sea mucha la que utilicemos. Así, por ejemplo, utilizamos mucha agua para producir electricidad, pero con un consumo cero, y todos los seres que consumimos agua devolvemos una parte muy importante a la naturaleza. Sería bueno que matizáramos entre “huella de utilización hídrica” y “huella de consumo hídrico”.

La palabra mágica, de desgraciada actualidad en nuestros días, que abre o cierra las posibilidades de incrementar la desalación y la depuración de aguas, se llama energía; mejor aún, precio de la energía, cuestión de una gran complejidad en España, ya que a los costes técnicos de producción del KWh, se añaden otros contables, por deudas contraídas por decisiones políticas anteriores, más la cadena de impuestos. Salvo las componentes técnicas de obtención, los demás que constituyen una parte muy importante del precio final del KWh, admiten un tratamiento político, dentro de la racionalidad económica y de los márgenes a los que nos obliga la UE, abriéndose la posibilidad de un KWh singularizado para la desalación y la depuración de aguas, similar al establecido para otros sectores de la industria.

Lo que es seguro que no se consigue, es aquello que ni siquiera se intenta.

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