Castilla y León y Andalucía, la combinación perfecta para el cultivo de fresa

18/02/2021

Por Isabel Caballero, periodista agroalimentaria

Cuando pensamos en fresas, lo primero que nos viene a la cabeza es Andalucía, especialmente Huelva, provincia que concentra el 95% de la producción, pero lo cierto es que el origen de casi todas esas fresas está en Castilla y León, donde se produce prácticamente toda la planta madre que garantiza la producción en Andalucía. Las bajas temperaturas en verano y la cantidad de horas de frío de Castilla y León permiten, por un lado, que la planta se desarrolle en fases fenológicas asociadas a la multiplicación vegetativa y alcance el estado de maduración perfecto en la fase de plantación y, por otro, mantener los estándares de sanidad deseados.


En la región están instalados más de una treintena de viveros de altura de planta madre de fresa, que concentran una superficie de 1.496 hectáreas y una producción que supera los 770 millones de plantas, según los datos de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural de Castilla y León.

La mayoría de ellas tiene como destino Andalucía, especialmente Huelva, pero también Grecia, Italia, Portugal, Marruecos, Argelia, Brasil y Túnez, entre otros países. Gracias a la región, España está a la cabeza en producción de planta madre de fresa a nivel europeo y segunda en el ranking mundial, solo por detrás de Estados Unidos.

La fresa es una planta con unas necesidades complejas en cuanto a manejo y cultivo y en Castilla y León se dan las mejores condiciones agroclimáticas para el desarrollo de las plantas madre. Para que esta estolone, es decir, se multiplique, y consiga la madurez fisiológica deseada necesita acumular determinadas horas de frío para después poder ser llevada a las diferentes zonas productoras donde se plantarán y darán fruta. Ello se consigue con temperaturas inferiores a 7 ºC. El clima de la región cumple con los requisitos de temperatura y luz que la planta de fresa necesita al estar situada entre los paralelos 40 y 42º N. En cuanto al fotoperiodo, a finales de verano se produce una reducción de las horas de luz, que da lugar a una adecuada multiplicación vegetativa con la producción de estolones.

Además de las condiciones climatológicas y de luz, los suelos también deben tener unas características determinadas. “Tienen que ser suelos arenosos en los que el sistema radicular se pueda cribar fácilmente para entregar una buena red. Si los suelos fueran muy pesados, no se desarrollaría el sistema radicular”, explica Emilio Bardón, responsable de producción de Viveros California. Además, “si no tienes un suelo que te permita trabajar de forma continua aun cuando llueva, tienes problemas a la hora de distribuir la mercancía”.

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