22/06/2022
Dentro del sector de la sanidad vegetal, los agricultores disponen de una serie de alternativas para mejorar y preservar la salud de las plantas y del suelo así como mejorar el rendimiento y calidad de sus cultivos. La comercialización y uso de alternativas, entre las que se encuentran los productos fitosanitarios, los fertilizantes y los bioestimulantes, están regulados a nivel europeo a través de unas directrices que tanto el fabricante del producto como el usuario del mismo están sujetos a cumplir.
Fitosanitarios convencionales y productos de bajo riesgo
Desde hace años, existe una presión cada vez más intensa desde la Comisión Europea por reducir el uso de productos fitosanitarios convencionales dejando inexorablemente al sector agrario sin recursos para combatir plagas, con la grave consecuencia que esta decisión tiene en la incapacidad de combatir ciertas plagas, así como en el abastecimiento de frutas y vegetales frescos. El objetivo europeo de reducir al 50% el uso de aquellos productos fitosanitarios que supongan riesgos inaceptables para el ser humano (a través de la cadena alimentaria) y/o el medio ambiente (agua y suelo) está en marcha y esto va a suponer una reducción aún más drástica del número de sustancias activas fitosanitarias disponibles para los agricultores. A pesar de que se están imponiendo exigencias a terceros países de cumplir criterios fitosanitarios, no son suficientes y la competencia desleal a nuestra producción nacional en muchos casos es desproporcionada. Esto está obligando al sector a buscar alternativas a los productos fitosanitarios convencionales que supongan riesgos inaceptables. Entre estas alternativas están los productos fitosanitarios conocidos como “biocontrol”, además de otros productos de bajo riesgo como son las sustancias básicas (sustancias con un uso principal en la salud y alimentación humana y con un uso secundario como el control fitosanitario), dos mercados en desarrollo y con una tendencia creciente y exitosa, donde ambos tipos de productos se pueden llegar a aplicar en agricultura ecológica. La agricultura ecológica es una práctica respetuosa con el medio ambiente que, con la ayuda de la Comisión Europea, se espera que llegue a crecer hasta el punto de utilizar el 25% del total de las tierras agrícolas para 2030, en el camino ya trazado hacia una agricultura más sostenible. En los últimos 30 años, la superficie agrícola destinada a agricultura ecológica se ha incrementado en un 7% (fuente: FiBL-IFOAM-SOEL-Surveys 2001-2020, FiBL projection), en España ocupa el 5%, luego el reto que se espera en los próximos años es muy ambicioso. No sabemos si este reto es realista sobre todo si las ayudas que se ofrecen al sector agrícola no son lo suficientemente eficientes y se espere en su lugar, un mayor sobreesfuerzo, si cabe, para este sector tan castigado por la actual crisis económica, lo que, sumado a su estado de abandono anterior por parte de las Administraciones Públicas, haría imposible que este objetivo europeo se consiga, sin ayudas reales y efectivas al sector.
Respecto al ámbito regulatorio que afecta a los productos de biocontrol y otros productos fitosanitarios de bajo riesgo, sería necesario un proceso de evaluación y aprobación más ágil que permita autorizar estos productos en menos tiempo en Europa. Desde el Ministerio de Agricultura español indican que se establecerán nuevas medidas para autorizar productos fitosanitarios de bajo riesgo dentro del Nuevo Reglamento de Uso Sostenible de productos fitosanitarios pues son conscientes de que la legislación actual no los beneficia de ninguna manera. Por ejemplo, un procedimiento en esta línea ya existe para los biocidas de bajo riesgo donde se puede autorizar en un plazo de 4 meses bajo el procedimiento conocido como “simplificado”. Esto, junto con ayudas a las empresas fabricantes de productos fitosanitarios para que puedan desarrollar este tipo de productos más respetuosos con el medio ambiente a menor coste serviría para, por un lado, ofrecer más alternativas económicas a los agricultores para combatir plagas y a su vez, reactivar el sector innovador de la industria de productos de control de plagas tan perjudicado por la cancelación de productos fitosanitarios que, por su riesgo, han sido retirados del mercado.
En cuanto al ámbito regulatorio que establece las condiciones de comercialización de las sustancias básicas con acción fitosanitaria, esta alternativa tiene aún más restricciones que en el caso de los productos de biocontrol y otros productos de bajo riesgo. Además de que el proceso de autorización también lleva tiempo (años en algunos casos), una vez autorizada la sustancia básica, su comercialización está muy restringida pues no se puede vender como un producto fitosanitario, por lo que la etiqueta comercial queda muy limitada pudiendo hacer levemente referencia a su autorización como sustancia básica, e indicando mayormente su uso principal en alimentación humana. Esto contradice los objetivos de la Comisión Europea pues ellos mismos frenan la entrada en el mercado de productos menos nocivos, pues por un lado ofrecen con esta legislación la oportunidad de comercializar y usar productos respetuosos con el medio ambiente y la salud humana, pero a la vez la oportunidad de venderlos, es limitada, lo que lleva en muchos casos a los fabricantes a poner en el mercado productos basados en sustancias básicas con etiquetas que no cumplen totalmente con la legalidad porque si no, su venta sería inviable.
Por otro lado, otro aspecto de la gestión de plagas que requiere de un mayor esfuerzo por parte de la Administración es la Gestión Integrada de Plagas, pues no se aplica en su máximo potencial. La actual Directiva que lo regula no es clara y el Nuevo Reglamento del Uso Sostenible (julio 2022) se espera que solucione estas deficiencias y se convierta en una norma de uso práctica y entendible tanto para el Sector Agrario como la Administración.
Bioestimulantes: un mercado en continuo crecimiento
Otra de las alternativas que tiene desde hace años el sector agrario para mejorar la salud de los cultivos son los productos bioestimulantes de las plantas, definidas en Europa por primera vez en el Reglamento UE 2019/1009 y que engloba determinadas sustancias, mezclas y microorganismos, que no son aportes de nutrientes propiamente dichos, si bien estimulan los procesos naturales de nutrición. Cuando solo sirven para mejorar la eficiencia en el uso de nutrientes de los vegetales, su tolerancia al estrés abiótico (no biótico que sería control de plagas), sus propiedades de calidad, o para incrementar la disponibilidad de nutrientes inmovilizados en el suelo o la rizosfera, tales productos son por naturaleza más similares a los productos fertilizantes que a la mayor parte de las categorías de productos fitosanitarios y por tanto se han regulado bajo este nuevo Reglamento. Los productos bioestimulantes actúan con el objetivo de optimizar la eficiencia de los fertilizantes y reducir las dosis de aplicación de los nutrientes, pues el uso excesivo e innecesario en muchos casos de productos fertilizantes ha llevado a la contaminación de nuestro medio ambiente, en muchos casos causando daños que podría llevar décadas reparar. Luego el papel de los productos bioestimulantes es clave en la transición hacia una agricultura más resiliente y sostenible.
A un mes de la fecha de entrada en vigor de este reglamento, que se prevé inicie una nueva etapa para los bioestimulantes agrícolas, existen varios escenarios motivadores para las empresas. Si bien es cierto que hace meses había dudas sobre esta nueva normativa, no solo para las empresas interesadas sino también para laboratorios y organismos notificados. Sin embargo, hoy podemos decir que, gracias a las sinergias de varias entidades públicas y privadas, ha sido posible enfocar mejor los requisitos, declaraciones de conformidad y funciones que aplicarán en esta nueva regulación. Hay que resaltar que aún quedan factores por definir como directrices para los subproductos de origen animal, la ampliación de la lista de los bioestimulantes de origen microbiano o mejoras en las especificaciones de los estándares de laboratorio, algunos de ellos muy básicos.
En definitiva, nos encontramos en un momento importante para los fertilizantes en las actividades agrícolas, donde se destaca el papel de los bioestimulantes, dando lugar a una perspectiva de armonización voluntaria que pretende beneficiar a todos los agentes comerciales de la cadena de valor. Como se indica, la armonización de los productos bioestimulantes y resto de productos de fertilización regulados por este Reglamento es voluntaria, esto implica que la comercialización de estos productos se puede seguir rigiendo por la normativa nacional de cada país europeo como es de aplicación en la actualidad. A futuro ambos esquemas de legislación seguirán vigentes, donde se puede elegir el que mejor encaje con las características de cada producto de fertilización.
Todo esto aunado a la estrategia “De la Granja a la Mesa” está en el corazón del Pacto Verde Europeo con la finalidad de generar sistemas alimentarios más justos, saludables y respetuosos con el medio ambiente. Al incentivar nuevas estrategias que faciliten redirigir nuestros sistemas permitiría un retorno económico justo a los agricultores y al mismo tiempo darían protagonismo a los consumidores quienes en los últimos años han tenido un peso importante en la tendencia de este sector hacia una transición agroecológica y sostenible.
Desde Kaeltia ofrecemos un asesoramiento científico-regulatorio especializado para cubrir las necesidades de cumplimiento regulatorio de las empresas del sector y de los productos que se utilizan en la sanidad vegetal, cumpliendo con los objetivos marcados dentro de los actuales y los nuevos marcos regulatorios. Nos enfrentamos a un gran reto mundial, donde solo aunando conocimiento y esfuerzo de todas las partes implicadas, podremos lograr los objetivos que nos propongamos. ¡Juntos es mejor!