5 cosas que el sector agroalimentario puede aprender del volcán de La Palma

17/11/2021

Por Jesús López Colmenarejo, director ejercutivo de Grupo Editorial Agrícola

La erupción del volcán Cumbre Vieja de la isla de La Palma sigue acaparando la atención de los medios de comunicación a causa de los daños que está provocando en este territorio desde el pasado mes de septiembre.


Aunque históricamente las Islas Canarias tienen como principal motor económico el turismo, el sector agroalimentario también juega un importante papel en la economía de las islas, con cerca de un 20% de la población dedicada a la actividad agraria. Su clima y características geográficas únicas han permitido desarrollar una agricultura de alto rendimiento muy enfocada a la exportación.

Tomate, mango, aguacate o papaya son algunos de los cultivos que se desarrollan en estos territorios, pero si hay uno en el que en este momento están puestos todos los focos, ese es el sector platanero, santo y seña de las "islas afortunadas".

En estas líneas querría extraer algunas reflexiones con enfoque eminentemente agroalimentario que me surgen a raíz de estas duras circunstancias que están sufriendo los habitantes de La Palma afectados por el volcán.

La primera de ellas es que las estructuras mejor organizadas siempre están más preparadas para las crisis. Personalmente me ha llamado la atención la rapidez con la que Asprocan, la Asociación de Organizaciones de Productores de Plátanos de Canarias, ha lanzado una serie especial de la etiqueta de Plátano de Canarias que incluye una imagen de la erupción del volcán para concienciar a sus clientes de que los daños estéticos de las frutas no afectan al interior de las mismas. Agilidad y visión de negocio que se consiguen con una buena estructura.

La segunda reflexión es consecuencia de la anterior. Casi únicamente se habla de plátanos en los medios de comunicación, aunque hay muchos productores de otros cultivos afectados. Ciertamente, el tamaño (y la organización antes mencionada) importan a la hora de mandar mensajes a los clientes. El desarrollo de marcas que calen en la mente del consumidor tardan mucho en consolidarse pero siempre demuestran su utilidad, y ahí otros cultivos de las islas tienen camino por recorrer.

La tercera reflexión podría ser qué pasará cuando la erupción remita. Después de la tempestad siempre llega la calma y habrá que evaluar daños en la reconstrucción, donde no habrá que olvidar desarrollos necesarios como los sistemas de riego en la zona sur de la isla. También constatar la importancia del seguro agrario, que muchos valoran sólo cuando ocurren este tipo de desastres. El criterio técnico y la visión a largo plazo serán igual de importantes para la reconstrucción que la llegada de fondos.

Una cuarta reflexión: es bueno darse cuenta de que la legislación se puede pausar o alterar si se justifica bien. El pasado 11 de noviembre el MAPA publicó la orden que permite una exención temporal de determinados requisitos  de la norma  de comercialización  de  plátanos de  La  Palma dañados por la ceniza, lo que permitirá dar salida a los frutos que, aunque estéticamente estén dañados, sean comestibles y aptos para su consumo. La Administración escucha pero parece que hay que explicarlo muy claramente.

Y finalmente la quinta reflexión: que la cadena agroalimentaria siempre está ahí, luchando, sea cual sea el desastre. Los productores de La Palma siguen trabajando, como lo hacen la industria y la distribución, con el objetivo de llevar alimentos a los consumidores de La Palma y a los de fuera de las islas que valoramos la alta calidad de sus productos.

Desde el Grupo Editorial Agrícola mandamos todo nuestro apoyo para el sector agroalimentario de La Palma. Como decía Camilo José Cela, “quien resiste, gana”.

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