Los macroparques solares, 'jeques' del sector agrario

21/03/2023

Por Jesús López Colmenarejo, director ejecutivo de Grupo Editorial Agrícola-Henar Comunicación

En las últimas décadas, los “petrodólares” han ido brotando en el mundo del fútbol internacional. Multimillonarios y fondos Estado procedentes de países productores de hidrocarburos se han hecho dueños de diversos clubes en ligas de referencia de Europa y han realizado grandes inversiones en campos y sobre todo en plantillas “galácticas”, todo a golpe de talonario.


Este hecho ha provocado, simplemente por cuestión de la ley de oferta y demanda, una subida de los costes de los jugadores top, en muchos casos por encima de los precios justificables por su propia actividad. Esta subida de coste y de salarios ha hecho a los mejores jugadores prohibitivos para equipos de tamaño medio y ha provocado un endeudamiento insostenible en otros clubes que han jugado en el mercado persa de los “jeques”.

¿Qué tiene que ver este hecho con nuestro sector agrario? Simplemente, me recuerda bastante al modus operandi de los fondos de inversión en tierras dedicadas a energías renovables, instalaciones solares o eólicas, que ya pueblan nuestras mejores tierras de regadío.

Cuando un jeque llega a un club con problemas económicos con el bolsillo lleno de petrodólares y la promesa de traer a las mejores estrellas a tu equipo, ¿qué directivo es capaz de negarse? ¿Cómo justificar una negativa quizás a jugar la Champions en unos años? Pues algo similar ocurre con los grandes proyectos energéticos. ¿Qué agricultor se resiste hoy en día a rentabilidades aseguradas de alrededor de 1.500 euros por hectárea y año con un contrato de 20 años, tal y como está la cosa, sin tener que invertir ni trabajar los campos?

No es una cuestión de amor a los colores, al club o a tu tierra. La tentación es demasiado fuerte, por lo que estamos en plena expansión de macrocomplejos solares en las mejores tierras de regadío.

¿Qué ocurre con un equipo cuando la inversión del jeque no funciona o da “la espantá” y sale del capital del club? Pues simplemente que la vuelta a la realidad es dura: los jugadores franquicia se van a clubes que puedan pagar o acercarse a sus salarios, los aficionados se desmoralizan y el club baja una o dos divisiones.

En el caso de los complejos energéticos, habrá que ver en unos años qué pasará con el achatarramiento de las instalaciones una vez pase su vida útil, quién retomará los cultivos tras el paso del panel solar (si se retoman) y cómo se hará. En el caso del club se pone en peligro una estructura de ocio, pero nuestros campos son los que al fin y al cabo producen los alimentos que nos dan de comer.

Pero, ¿hay que prohibir los macroparques solares? Quizá no sea necesario, porque también vivimos una necesidad de energías alternativas a las fósiles (paradójico). En el fútbol está el fair play financiero, un sistema de control establecido por la UEFA por el cual, de alguna forma, los equipos no pueden gastar por encima de lo que ingresan y que limita hasta cierto punto excesos de los clubes estado. ¿Cuál sería nuestro fair play agrario? Algo que ya está inventado, la ordenación agraria y que parece que únicamente se tiene en cuenta con la cuestión suelo urbano y rural.

Como decía antes, el riesgo es perder capacidad de producción en las mejores tierras, pero también es que los agricultores que quieran seguir viviendo de producir alimentos ven cómo los precios de arrendamientos de fincas colindantes a los parques solares aumentan de precio ante la perspectiva de sus propietarios de que puedan ser dedicadas a este uso. Aumento de costes, abandono de la actividad por hastío y despoblamiento del medio rural.

Si no queremos perder nuestro “fútbol base”, legislemos.

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