24/06/2020
Este estudio incluye los resultados obtenidos mediante la realización de cuestionarios a agricultores cultivadores de maíz Bt durante los diez años objeto de estudio, así como una exhaustiva búsqueda de literatura sobre la materia. El objetivo ha sido, por un lado, estudiar si los supuestos en la evaluación de riesgos ambientales sobre la aparición e impacto de posibles efectos adversos del cultivo de maíz Bt, o su uso, eran correctos. Por otro, identificar cualquier efecto adverso no previsto de esta variedad modificada genéticamente o de su uso en la salud humana, animal o del medio ambiente.
Bajo estas premisas, el análisis de los datos reportados por los agricultores en 2.627 entrevistas, en ocho países europeos (Alemania, Eslovaquia, España, Polonia, Francia, Portugal, Rumanía y República Checa), no ha revelado ningún efecto adverso asociado al cultivo del maíz Bt, es decir, aquellas variedades que incluyen la modificación genética MON810, según indica la Fundación Antama en un comunicado.
Más bien al contrario, las respuestas de los agricultores consultados indicaron que el cultivo de este tipo de maíz ha supuesto una optimización significativa en el uso de fitosanitarios, una protección eficiente contra las plagas objetivo y una mayor producción en comparación con el maíz convencional.
Asimismo, los datos recabados demuestran que el cultivo de este maíz biotecnológico ha reducido la susceptibilidad a enfermedades y plagas en comparación con el maíz convencional. Las características de monitoreo relacionadas con el medio ambiente y la vida silvestre no revelaron diferencias significativas entre el maíz Bt y el convencional.
Estos resultados están en línea con la evaluación de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), realizada respondiendo a la solicitud de renovación de esta modificación genética en 2007, que confirmó las conclusiones de la evaluación de seguridad original, y concuerdan asimismo con el historial de uso seguro de la modificación genética MON810 durante 17 años (2003-2019) en la Unión Europa, concluye la Fundación Antama.