20/05/2019
Era 1859, el telégrafo era el “no va más” en las comunicaciones, y entonces ocurrió la catástrofe. Una enorme tormenta solar llegó a la Tierra, los cronistas apuntaban a que se veían auroras boreales en ¡el Caribe!. Aquella gran tormenta hizo que hubiese “una caída” del telégrafo. Mucho más reciente, en 1989, se produjo de nuevo este fenómeno. No fue tan grande pero sí tuvo potencia suficiente para “fundir” un transformador en New Jersey (EE.UU.) y dejar a 6 millones de personas sin electricidad en la zona. Aún más reciente, el 23 de julio de 2012, una nube de miles de millones de toneladas de gases electrificados salió desde el Sol. Era tan grande como la ya nombrada de 1859 y con una velocidad de 10 millones de kilómetros por hora; ¿qué pasó? pues no llegó a la Tierra porque tuvimos la suerte que salió de la cara del Sol que no apuntaba a nuestro planeta.
¿Qué es una tormenta solar?
Una tormenta solar es la llegada desde el Sol de una radiación electromagnética (plasma magnetizado) mucho más fuerte que el habitual. Se trata de una radiación extrema que implica una alteración geomagnética.
No es tan raro…
En 2014, un físico de la Universidad de San Diego calculó la probabilidad de que una tormenta como la de 1859 golpease a la tierra en la próxima década y el resultado es abrumador, ¡el 12%! Pero es que este ataque “no intencional” también puede venir causado, en mucha menor medida, por la inutilización de algunos satélites por choque con meteoritos o incluso “chatarra espacial”.
La frecuencia de que ocurran este tipo de fenómenos (“tormenta solar” y meteoritos) no está creciendo, pero sí que es preocupante la enorme cantidad de “chatarra” que hay en el espacio y que puede chocar con los satélites de las constelaciones de posicionamiento. Además el rápido desarrollo de la tecnología hace que la humanidad dependa cada vez más de herramientas que se ven afectadas por las tormentas solares.