01/09/2022
Según datos del documento “Demografía de la Población Rural” (M.A.P.A.), la población censada en municipios rurales en España ha descendido un 7,1% en los últimos diez años y la población urbana se ha incrementado un 2,1%, en un contexto de crecimiento total del 0,6%.
La tendencia, es que los servicios y la industria se concentren en torno a grandes urbes o nudos de comunicaciones y el medio rural se vaya despoblando, lo que redunda a su vez en una menor oferta de todo tipo de servicios y una degradación de los existentes en los pueblos más pequeños.
La falta de trabajo, la menor oferta de servicios y medios de transporte público, las deficientes comunicaciones y en muchos casos la dificultad de acceso a la educación, la sanidad o a los trámites administrativos habituales, desincentivan el asentamiento de población nueva en los núcleos rurales.
A su vez el decaimiento del medio rural, no ayuda a que se instalen nuevos servicios ni empresas, lo que cierra el círculo de la despoblación.
Muchas iniciativas e inversiones han tratado de paliar esta situación, tales como las inversiones ligadas a los grupos de desarrollo rural, la potenciación del turismo rural, de naturaleza o de aventura, la caza y determinadas figuras de protección de alimentos ligadas al origen geográfico, que vinculan las producciones, y por tanto la población, al territorio.
Se ha conseguido así, el mantenimiento de cierta actividad, sobre todo en determinadas zonas, pero existen otras, en las cuales no se han dado cita ningún incentivo o proyecto nuevo capaz de generar una actividad económica, las cuales se van despoblando de forma acelerada.
El trabajo a distancia o “teletrabajo”, posibilitado por los medios tecnológicos, es una oportunidad para que algunas personas vivan en el medio rural, pero siempre será un número anecdótico de personas, insuficiente para compensar la migración hacia las ciudades. Personas que además no desarrollan actividades ligadas al medio rural.
Se ha dado en llamar a estas zonas rurales que pierden población, “España vaciada”, como si alguien o algo la estuviese vaciando de forma intencionada. Se trata de un proceso natural ligado al avance tecnológico y el consiguiente abandono de las zonas del territorio en las que no se asienta ninguna actividad económica capaz de atraer población.
La clave es la actividad económica.
Muchas poblaciones han surgido de la nada ligadas a una nueva actividad económica, ya sea una explotación minera, industrial, turística, etc. Y han desaparecido cuando la actividad cesa.
En el caso del medio rural, la actividad debería estar ligada al sector agroganadero, como forma ideal de mantener el medio rural.
Se dice que la actividad económica no acude si no hay infraestructuras y comunicaciones y en parte es cierto, pero también lo es que, si se fija una actividad económica en un territorio, después, a su alrededor también se dotan determinadas infraestructuras. El efecto tractor puede surgir en ambos sentidos y existen ejemplos de ambas situaciones.
La situación es preocupante y en algunas comunidades autónomas, como Castilla y León, donde la despoblación rural es acusada, en las últimas elecciones han concurrido varias formaciones políticas con siglas provinciales e incluso un partido denominado “España vaciada”.
Estas iniciativas denotan la preocupación existente, pero la solución al despoblamiento, si viene, vendrá de la iniciativa económica que deberá ir acompañada de una dotación racional de servicios e infraestructuras públicas. Al decir racional, se entiende que quizá no pueda haber un hospital o un instituto en cada pueblo, sobre todo si es muy pequeño, pero podrá haber una dotación comarcal suficiente y unas comunicaciones eficaces.
Esto debe ir acompañado de incentivos potentes a la implantación de empresas en el medio rural, fomento eficaz del asociacionismo agrario y la constitución de cooperativas que accedan a transformar y comercializar sus propios productos.
La vinculación de la población al medio rural debe estar, de forma ideal, vinculada a iniciativas económicas de explotación agrícola, ganadera, cinegética o forestal sostenible. Estas actividades tienen un doble efecto positivo, consiguen que la población viva en el medio rural y lo mantenga y por tanto también conserve el medio ambiente.
Las denominadas “Áreas escasamente pobladas”, de las que en España se contabilizan diez, con una densidad de población media de 8,69 habitantes/km², frente a 193 habitantes/km² del resto de España, son acreedoras a acceder a los fondos FEDER, que bien administrados pueden contribuir al desarrollo de estas zonas y a fijar población.
Una persona que vive en el medio rural, pero trabaja en su casa con un ordenador, para una empresa ubicada en una ciudad, que quizá está en otro país, puede gastar todo o parte de su salario en el pueblo donde vive, pero no contribuye al mantenimiento del medio rural. Solo incrementa la estadística de población y quizá posibilita que existan pequeños negocios de hostelería o comercio.
Los bosques necesitan ser aclarados y limpiados, los pastos necesitan ser recortados, las poblaciones de animales silvestres deben ser controladas y los campos cultivados, lo que hace imprescindibles las actividades agrícolas, cinegéticas, silvícolas y de ganadería extensiva.
El círculo virtuoso se completaría si existieran suficientes industrias, ubicadas en el medio rural, que dotasen de más valor añadido a la producción primaria y fijasen población en dicho medio.