La nutrición vegetal del futuro o cómo producir lo mismo con menos (o con otros) insumos

25/04/2023

Ángela Fernández, periodista agroalimentaria

Las plantas, al igual que los seres humanos, tienen “la mala costumbre de comer”. La agricultura no sería posible sin nutrición vegetal o, cuando menos, sus frutos serían mucho más escasos y nos toparíamos, posiblemente, con un problema de seguridad alimentaria. Las normativas, europea y nacional, y la tendencia hacia sistemas más sostenibles marcan el rumbo de este pilar de la producción agrícola. Una de las claves pasa por dar al suelo y a la planta lo que necesitan, en el momento oportuno. Una tarea compleja, porque en ella intervienen múltiples variables, incluso dentro de una misma finca y de un mismo cultivo. Dependiendo del momento y del estado en el que estén, tendrán unas u otras necesidades. La tecnología y la innovación tienen mucho que decir a la hora de acertar con las herramientas adecuadas y no perder rendimiento ni rentabilidad. En las siguientes líneas nos adentramos en el universo de ‘la nutrición vegetal que viene’.


 

El contexto legislativo es uno de los factores a tener en cuenta en la evolución del sector agrícola y de la nutrición vegetal. El sector debe adaptarse y, de hecho, lo está haciendo ya, a un nuevo paradigma en el que la protección del medio ambiente está muy presente. El Pacto Verde y su estrategia “Del campo a la mesa”, marcan el devenir de la producción agrícola europea de una forma transversal y establecen, entre otras premisas, objetivos de reducción de uso de fertilizantes y de fitosanitarios. A ello se une, a nivel nacional, el Real Decreto 1051/2022, de 27 de diciembre, por el que se establecen normas para la nutrición sostenible en los suelos agrarios. Cómo influye todo ello en el sector y cómo se están adaptando tanto agricultores como investigadores y fabricantes de fertilizantes es algo que trataremos de poner negro sobre blanco en este reportaje.

“La nutrición sostenible o nutrición racional, es uno de los ejes que vertebran lo que va a ser la agricultura del presente y del futuro”, afirma Esperanza Orellana, directora general de Producciones y Mercados Agrarios del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, que contextualiza esta afirmación: “La agricultura es una actividad estratégica, porque es garante de la seguridad alimentaria”. En el momento actual, añade, “no solo puede, sino que debe jugar un papel clave en la transformación de la actividad económica, en relación con la necesidad de luchar contra el cambio climático, la preservación del medio ambiente y ser el motor socioeconómico y de modernización del medio rural”. En toda esa actividad estratégica, “la clave de bóveda es la fertilización. No puede haber agricultura si no hay una fertilización eficiente, racional, sostenible”.

Estrategia europea

En el marco del Pacto Verde europeo, una de las iniciativas clave de la Comisión Europea es la Estrategia ‘De la Granja a la Mesa’, presentada en mayo de 2020 y que persigue transformar la forma de producir y de consumir alimentos en Europa, a fin de alcanzar la neutralidad climática de aquí a 2050. Para ello, plantea objetivos concretos. Entre ellos, indica Esperanza Orellana, persigue “reducir a la mitad las pérdidas de nutrientes en 2030. No habla de fertilizar menos, aunque para reducir a la mitad la pérdida de nutrientes, es previsible que haya que reducir la fertilización un 20%, pero está por ver si tiene que ser así”. La estrategia, afirma, “es un paquete integrado y coherente de herramientas y tenemos que aplicarla con el objetivo de acelerar la transición hacia un sistema alimentario más sostenible y más resiliente”.

Esos objetivos de reducción afectan de forma directa a los productores. Antonio Torres, joven agricultor vallisoletano de cultivos herbáceos extensivos, afirma que, con ello, “será difícil seguir consiguiendo cosechas récord”, pero “podemos conseguir ser más eficientes por unidad de fertilizante”. Para lograrlo, “necesitamos herramientas nuevas y que no nos quiten otras, porque si no vamos a estar desnudos ante este reto que es ser más eficiente y seguir produciendo alimentos seguros, sanos, baratos y abundantes”.

En este sentido, Guillermo Guardia, profesor en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas (ETSIAAB) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), advierte que “reducir la fertilización sin tener en cuenta el efecto secundario que tiene en relación a los rendimientos y, por tanto, su implicación en la rentabilidad para los agricultores y la seguridad alimentaria, es muy grave”. Sin embargo, “reducir la fertilización en el sentido de ajustarla a las necesidades del cultivo, sí es una solución efectiva, que puede generar rentabilidad para el agricultor, que requiere de inversión y requiere trasladar los conocimientos técnicos al campo”.

En ese proceso de adecuar la nutrición vegetal a los requerimientos presentes y futuros, los fabricantes desempeñan una importante labor. Mónica Sánchez, Agronomy Operations Manager en Yara Iberian, señala que la insignia de la compañía de origen noruego es “producir fertilizantes respetando el medio ambiente”. Entre otros productos, fabrican “fertilizantes en base de nitratos, para evitar los fertilizantes ureicos y disminuir las volatilizaciones de amoniaco”. Se preocupan, asimismo, por “el uso y la gestión del suelo”, así como por “aportar fertilizantes eficientes, en el momento en que la planta lo necesite, en la forma en que la planta pueda absorber a través del sistema radicular esos nutrientes y, de esa manera, evitar pérdidas por lixiviación de nitratos”. En este sentido, trabajan en el desarrollo de herramientas digitales, que permitan “ayudar tanto al agricultor como al asesor a aportar los nutrientes necesarios en función de las características del suelo, del agua, para con todo ello establecer un balance de nutrientes y elegir el fertilizante que mejor se adecúe a cada cultivo”. Además, trabajan en la línea de la fertirrigación y, todo ello, con el apoyo de la agricultura de precisión.

De izquierda a derecha: Jesús López, Esperanza Orellana, Antonio Torres, Guillermo Guardia, Camino García y Mónica Sánchez.

Nuevas herramientas

Dentro de todas las limitaciones que conlleva la Estrategia ‘De la Granja a la Mesa’, Camino García, directora general de la Asociación Española de Fabricantes de Agronutrientes (AEFA), señala que “hay que saber encontrar el punto de luz y una de las vías puede ser encontrar herramientas nuevas, tecnológicas, de innovación, que ayuden al agricultor a seguir produciendo de manera rentable y eficaz”. Una de esas herramientas son los bioestimulantes.

“No son ni un aporte de nutrientes como tal, ni productos de sanidad vegetal”, sino herramientas que permiten al cultivo defenderse y aprovechar mejor los aportes. Dejando claro que no van a sustituir ni a la fertilización tradicional ni a la aplicación de fitosanitarios, pueden permitir un mejor uso de estos productos y ayudar a evitar pérdidas y evitar aportes excesivos al suelo”.

Sobre estos productos, Antonio Torres apunta que, aunque no aportan nutrientes directamente, inciden “en que toda la actividad fisiológica de la planta actúe mejor y que pueda absorber los nutrientes que aportamos”. Guillermo Guardia remarca, asimismo, el potencial de los bioestimulantes para reducir pérdidas de nutrientes: “Un cultivo que está en buen estado es un cultivo que emite poco, porque es capaz de captar muy bien el nitrógeno y dejar menos nitrógeno en el suelo que es susceptible de perderse”.

A este respecto, Camino García destaca que “Europa es líder en producción, desarrollo e innovación de bioestimulantes. Aprovechémoslo”.

De residuo a recurso

Continuando con las directrices dictadas desde Bruselas, en el marco del Pacto Verde, la Comisión Europea ha adoptado un plan de acción y medidas para acelerar la transición hacia la economía circular. Ese concepto es aplicable a la nutrición vegetal, con la valorización de subproductos para su uso como fertilizantes. Siempre y cuando, observa Esperanza Orellana, esos subproductos “tengan propiedades fertilizantes o propiedades respecto a la calidad del suelo que sean óptimas para un cultivo”. Para fertilizar con un subproducto, incide, “tenemos también que ajustar la dosis, la cantidad y la forma en que lo hacemos”.

A optimizar esa reutilización contribuye la labor de los investigadores. En el caso de Guillermo Guardia (UPM), sus trabajos están enfocados a medir el impacto ambiental en el uso de subproductos de origen ganadero e industrial, “especialmente las pérdidas de nitrógeno, pero siempre con la perspectiva del rendimiento y la calidad”. Uno de los principales retos con este tipo de productos “es la caracterización y homogeneización y, sobre todo, la dosificación. No solo saber cuánto nutriente aporta sino en qué forma, porque muchas veces nos resulta difícil predecir la disponibilidad de nutrientes para el cultivo”.

Para Antonio Torres, la economía circular, junto con las analíticas de suelo y los bioestimulantes, “van a tener una importancia esencial” en la fertilización sostenible. “Hacer una analítica de suelos para saber qué nutrientes hay en nuestra parcela es básico y es donde tenemos que empezar nuestro plan de abonado de una campaña agrícola”. Con la digitalización, añade, “tenemos muy buenas herramientas para poder hacer prescripciones de abonado”. Este agricultor vallisoletano afirma que “en el campo se hacen las cosas muy bien, pero muchas veces no se sabe transmitir”.

En el ámbito de los fabricantes, Camino García apunta que la economía circular “es clave en toda la industria de productos nuevos, de bioestimulantes, de fertilizantes más especiales y tecnológicos” y recuerda que uno de los objetivos del reglamento europeo de fertilizantes, “que se publicó en 2019 y entró en aplicación el año pasado, era impulsar los fertilizantes a partir de materias orgánicas de subproductos de otras industrias”. En este campo, “hay mucha investigación y mucho desarrollo”. Con la seguridad de que “para comercializar o registrar un producto bioestimulante o fertilizante, tiene que pasar una evaluación de conformidad muy estricta”, en función del citado reglamento. “Eso aporta un valor añadido y calidad de los productos, porque asegura que cumplen con la función para la que se han desarrollado”.

En el caso concreto de Yara, Mónica Sánchez indica que están “a favor de la economía circular a través de la incorporación de fertilizantes orgánicos y organominerales”, partiendo de la premisa de que “tiene que ser complementado con la fertilización mineral y añadido a bioestimulantes y agronutrientes”. Este tipo de fertilizantes orgánicos, señala, “aportan nutrientes y mejoran la estructura del suelo”. Por su parte, los bioestimulantes “van a dar una mayor resistencia a las plantas con respecto a situaciones de estrés abiótico y van a ayudar a absorber mucho mejor los nutrientes, a que la planta tenga un mejor estado sanitario y, si además lo complementamos con agronutrientes de forma foliar, vamos a evitar problemas de deficiencia de micronutrientes”. También hace referencia a “la aplicación de ácidos húmicos y fúlvicos y humina” y, todo ello, apoyado en “herramientas digitales para optimizar los recursos y, sobre todo, haciendo análisis de suelo, análisis de agua y análisis foliares”. Un conjunto de herramientas con el que “aportar nutrientes de forma más sostenible y eficiente”.

Esperanza Orellana (dir. gral. Producciones y Mercados Agrarios), José Manuel Palacios (director ETSIAAB – UPM) y Jesús López (dir. Grupo Editorial Agrícola – Henar Comunicación).

Normativa nacional

Volviendo a cuestiones normativas, esta vez en la esfera nacional, uno de los instrumentos de los que se compone el Plan estratégico de la PAC y que forma parte del paquete regulatorio que lo acompaña, es el Real Decreto 1051/2022, de nutrición sostenible en los suelos agrarios. “La fertilización es una actividad imprescindible para una agricultura productiva, rentable y sostenible”, afirma Esperanza Orellana. “El Real Decreto pretende sentar unas bases sólidas para conseguir que esa fertilización sea racional, es decir, que permita mantener la productividad o incluso incrementarla, minimizando los posibles efectos adversos, fundamentalmente, los que tienen que ver con la contaminación del aire o del agua”. Y apunta que es una norma novedosa, “porque es la primera vez que a nivel nacional regulamos el uso de los fertilizantes y porque amplía ese concepto de fertilizante a cualquier material que aporta nutrientes”.

En un ejercicio de síntesis, Orellana destaca tres aspectos que exige la norma a los agricultores: “El plan de abonado; el registro de las operaciones de fertilización en el cuaderno de explotación digital; y contar con asesoramiento en materia de fertilización (en los casos en que sea obligatorio tener plan de abonado)”.

Sobre las posibles dificultades de su aplicación por parte de los agricultores, Antonio Torres afirma que “el sector se adapta a todo. Nos va a llevar un trabajo extra, pero se puede cumplir”. En su caso, comenta que la digitalización “no supone nada que no haya estado haciendo hasta ahora, incluso me parece más sencillo. Antes tenía que llegar a casa y apuntar todo en un papel y ahora lo apunto en mi herramienta, oSIGris. Tenemos que saber elegir una herramienta que sea sencilla, intuitiva y que no nos dé pereza”. Por otro lado, Torres pide “poner en valor el sector agroalimentario español” y cuidarlo, “porque es estratégico”.

En cuanto a cómo influye la norma en una compañía como Yara, Mónica Sánchez señala que su publicación “ha sido muy positiva, porque ya veníamos trabajando en la línea de fertilizantes sostenibles”. Y destaca la importancia de “producir de una manera sostenible pero rentable para el agricultor”. “Todo lo nuevo asusta, pero el sector agroalimentario siempre ha estado ahí y no va a ser menos en esta ocasión”.

Esperanza Orellana concluye con una reflexión: “Cada vez que una planta no aprovecha un nutriente, estamos pagando un triple coste de oportunidad: el económico; el social, un fertilizante que no usa una planta podría estar usándolo otra planta de otro agricultor; y el ambiental”.

Las declaraciones recogidas en el presente artículo han sido extraídas de la Tertulia Agrícola Café “La nutrición vegetal que viene”, que tuvo lugar el 22 de marzo en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas (ETSIAAB) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), con el patrocinio de Yara y la colaboración de AEFA, ETSIAAB-UPM y oSIGris.

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