22/12/2020
El mayor crecimiento de olivares de alta densidad se ha producido en Andalucía, donde el aumento más significativo se ha dado en el grupo de densidades entre 1.000 y 2.000 árboles por hectárea, que ha pasado de 17.659 a 43.013 ha, un 144% más, según el informe “Análisis de la densidad en las plantaciones de olivar en Andalucía” de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible.
Esta tendencia hacia la olivicultura intensiva se lleva viendo desde hace tiempo, reconoce Bernardo Muñoz, responsable de Marketing de CBH, una empresa de servicios agrícolas especializada en cultivos leñosos de alta densidad con sede en Villafranca de Córdoba, la segunda provincia andaluza en superficie de olivicultura intensiva. “Cada vez estamos haciendo más transformaciones de olivar tradicional a olivar superintensivo y nuevas plantaciones”. En CBH tienen clientes de todo tipo, pero principalmente clientes con explotaciones de tamaño medio y grandes fondos de inversión, que apuestan por la innovación y por cultivos que son rentables.
La primera plantación de olivar superintensivo, también llamados en seto, se realizó hace veinte años y desde entonces tanto el mercado como la manera de gestionar estas plantaciones han cambiado mucho. Según Bernardo Muñoz, en los últimos años se está apostando por marcos más estrechos, de 3,5 metros por 1,25 o 3,5 por 1,35, tanto en regadío como en secano. Se busca, por un lado, mayor volumen de zona productiva por hectárea y, por otro, reducir la zona de madera dentro del seto, que consume recursos y no produce, comenta.
Mientras los marcos de plantación en el olivar tradicional español son más amplios, de 9 a 12 metros, con una densidad media de 80 a 120 plantas por hectárea, en el olivar intensivo los marcos de plantación son más estrechos, con una densidad de plantación que oscila entre 200 y 2.000 plantas por hectárea. En el primer caso, los rendimientos productivos están entre los 1.750 a 3.500 kg de aceituna por hectárea, en secano, o los 6.000 kg, en regadío. En el segundo, las producciones van de los 5.000 kg por hectárea en secano a los 10.000 kg por hectárea en regadío, según datos de la Asociación Española de Municipios del Olivo (AEMO).