El futuro varietal del olivar en seto

25/11/2019

Por Raúl de la Rosa yLorenzo León, del centro IFAPA Alameda del Obispo (Junta de Andalucía)

Uno de los cambios más radicales del olivar en las últimas décadas ha sido la aparición del cultivo en seto. Este nuevo sistema de cultivo, caracterizado por un aumento de la densidad de plantación de incluso 20 veces respecto del olivar tradicional, tiene su mayor ventaja en la recolección totalmente mecanizada (Fernandez-Escobar et al., 2013). También destaca su estabilidad productiva, que es mayor que en el olivar en vaso, bien sea por el método y la época de recolección o por las variedades que se usan. Es decir, en general, es un sistema de cultivo con menos vecería, lo cual es muy interesante de cara a proporcionar al mercado una cantidad constante de producto.


Entre los inconvenientes más destacados del sistema en seto está la imposibilidad de que las cosechadoras trabajen en zonas con alta pendiente, lo que delimita qué zonas de cultivo son aptas para este sistema y cuáles no. También se ha citado como inconveniente del olivar en seto el que la alta velocidad de recolección puede saturar las almazaras que no estén preparadas para este sistema de recolección.

Pero quizás el inconveniente más significativo del olivar en seto es la escasa oferta de variedades bien adaptadas a densidades tan altas (Centeno et al., 2019). Como es sabido, casi todas las variedades de olivo cultivadas hoy día han sido seleccionadas por el agricultor a través de los siglos. Esta selección ha favorecido árboles vigorosos y de gran porte. Sin embargo, las altas densidades de plantación y el hecho de que los olivos se mantengan confinados a setos de un tamaño relativamente reducido, hacen que la mayoría de estas variedades tradicionales vigorosas no estén adaptadas para su cultivo en seto (Proietti et al., 2014). Otras características, más o menos relacionadas con el vigor y que hacen que las variedades tradicionales no se adapten bien al sistema de cultivo en seto son la alta rigidez de las ramas o copas poco compactas. Aunque no hay estudios sistemáticos sobre las diferencias en flexibilidad de ramos, variedades como ‘Picual’, tienden a tener ramas más rígidas que, por ejemplo, ‘Arbequina’, la primera variedad que se utilizó en seto. Esta mayor rigidez hace que, para un mismo volumen de copa, el paso de la cosechadora produzca un gran número de roturas, e incluso de árboles arrancados. Otra característica de algunas variedades tradicionales es una gran longitud de entrenudos y baja frecuencia de ramificación, como es el caso de ‘Manzanilla de Sevilla’ (Morales-Sillero et al., 2014). Estas dos características unidas traen como consecuencia unas copas poco compactas, o dicho de otro modo, bajo número de nudos por volumen de copa. Por el contrario, una variedad adaptada al olivar en seto necesita una alta densidad de nudos por volumen de copa, que permita una buena producción en los setos estrechos de este sistema de cultivo.

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