Packaging en frutas y hortalizas: se busca creativo

21/10/2019

Por Marta Fernández, periodista agroalimentaria

Prácticamente sin darnos cuenta, el plástico se ha convertido en un habitual en nuestro día a día. Un material cuyo uso está ahora más que nunca en entredicho y sobre el que crece la presión social, pero que tiene difícil sustituto. Creatividad, concienciación y educación medioambiental se erigen como punta de lanza para hacer de la economía circular una realidad en aras de la sostenibilidad del sector.


A través de la Directiva UE 2019/904 de 5 de junio de 2019 relativa a la reducción del impacto de determinados productos plásticos en el medio ambiente, la Unión Europea ha prohibido los plásticos de un solo uso a partir de 2021, entendidos como tal bastoncillos de algodón, vajillas o pajitas, así como recipientes para productos alimenticios. “A la vista de los criterios establecidos en la presente Directiva, los recipientes para alimentos considerados productos de plástico de un solo uso a efectos de la presente Directiva, son los recipientes de comida rápida o envases de comida, bocadillos, emparedados o ensalada que contienen alimentos fríos o calientes o los recipientes para alimentos frescos o procesados que no requieren preparación posterior, como las frutas, las verduras o los postres [...]”, reza el texto.

Sin duda, para la industria alimentaria el tema es de gran calado, porque el plástico no solo tiene desventajas, sino que también ofrece unas propiedades que, de momento, son difícilmente sustituibles. Y así lo recoge la propia directiva en su texto introductorio al reconocer la funcionalidad del plástico, del que dice “proporciona aplicaciones esenciales en numerosos sectores”, así como “su coste relativamente bajo”. Sin embargo, añade, “su uso creciente en aplicaciones efímeras, que no están diseñadas para ser reutilizadas o recicladas de manera económicamente eficiente, provoca que los modelos asociados de producción y consumo sean cada vez más ineficientes y lineales”. Por ello, apela directamente a la necesidad de cerrar el círculo y llevar a cabo una política de economía circular real y eficiente, en la que las famosas tres R’s (reciclar, reutilizar y reducir) sean el eje central.

¿Y qué tiene que ver esto con el agro?

En principio, y con lo expuesto hasta aquí, a la actividad profesional del agricultor por ahora parece que podría no afectarle directamente. Porque de momento los plásticos de uso industrial no están directamente afectados y los agrícolas, al menos buena parte de ellos, cumplirían con la premisa de la Estrategia Europea de Plásticos, que establece que en 2030 todos los plásticos deberán reciclables.

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