27/10/2022
Estamos en un momento de cambio”, asegura Francisco Javier García, catedrático de Ingeniería Agroforestal de la Universidad de Zaragoza y director de la Escuela Politécnica Superior de Huesca, en referencia a la nueva política sobre el uso de fitosanitarios que impulsa la Unión Europa: “Desde la Directiva de Uso Sostenible de los Plaguicidas de 2009, se ha ido ajustando cada vez más la exigencia tanto en tipos de productos químicos disponibles como en materias activas a utilizar”. Pero nada comparado con la propuesta de Reglamento que el 22 de junio pasado presentó la Comisión Europea. Establece que la Unión Europea tiene que lograr una reducción en el uso de fitosanitarios de un 50% para 2030.
“Yo entiendo que el sector agrario, frente a cambios de este calibre, siempre es un poco reticente. Pero lo que tiene que hacer, en mi opinión, más que poner el grito en el cielo es dar pasos para llegar a esos objetivos. Y hay diferentes formas.
Y la forma más clara de llegar a esos objetivos, o la que tenemos a la mano, es con rigor agronómico, con conocimiento y con tecnología”, sostiene Francisco Javier García. “Son tecnologías que tienen que generalizarse. Los fabricantes más avanzados ya disponen de equipos de agricultura de precisión con sistemas de dosificación variable, de aplicación selectiva, que permiten bajar mucho el porcentaje de aplicación de productos fitosanitarios. Ya hay ensayos de institutos de investigación, de universidades, que demuestran reducciones muy cercanas a lo que se pretende para 2030 a día de hoy, simplemente aplicando la tecnología”.
Nebulización electrostática
Una de esas tecnologías es la que ofrece la empresa Bisari en nuestro país, la nebulización electrostática que fabrica en Italia Martignani: “El equipo incorpora una serie de electrodos que dan carga negativa a cada gotita que sale del nebulizador. De hecho, todas las gotas tienen esa misma carga de tal forma que se repelen entre sí y hace que, cuando llegan a la hoja, sigan con ese tamaño pequeño y, además, genera una especie de efecto envolvente en la planta. El cultivo tiene carga neutra, pero al acercarse gotas con carga negativa se induce a la superficie una carga de signo contrario, lo que hace que estas gotitas se peguen literalmente, cubriendo tanto el haz como el envés, algo especialmente importante cuando trabajas con tratamientos insecticidas, en los que se trata de lograr una máxima cobertura de la hoja”.
Eva Sánchez, directora técnica de Bisari, asegura que, además de una máxima cobertura, el rendimiento de la aplicación es muy alto: “En fincas de olivar, por ejemplo, donde se utilizan unos 1.000 litros por hectárea, con esta tecnología puedes trabajar perfectamente a unos 400 litros/hectárea con la misma eficacia. No hay derivas al suelo ni a la atmosfera. Prácticamente todo lo que aplicas, se queda en el árbol. Y esto es posible porque puedes bajar la cantidad de materia activa manteniendo e incluso aumentando la eficacia, ya que todo lo que aplicas se queda en la hoja”.
Bisari estima que los ahorros son notables: “Te permite trabajar con un menor gasto de agua, hasta un 70 o 90% de ahorro de caldo. Pero, es que en el caso de materias activas podemos estar en torno al 30 o 35%. Es una forma de optimizar los tratamientos sanitarios”. A eso hay que unir el consiguiente ahorro de tiempo y combustible en la aplicación.
Bisari trabaja ya en la adaptación de esta tecnología a otros cultivos y sistemas de aplicación, más en concreto tienen muy avanzado un prototipo destinado a invernaderos: “Es un nicho de mercado muy importante y estamos trabajando en una lanza que fabricaremos nosotros con tecnología electrostática. También estamos haciendo pruebas con drones”.
Innovación en olivar
Pero, quizás sean dos prototipos desarrollados en el seno del Proyecto de Compra Pública Precomercial Innolivar los que más lejos han llegado a la hora de explorar las tecnologías de futuro en este campo. El proyecto, ya finalizado, se encuadró dentro de un convenio firmado entre el antiguo Ministerio de Economía, Industria y Competitividad junto con la Universidad de Córdoba, cofinanciado en un 80% con fondos FEDER, con la colaboración de las Interprofesionales del Aceite de Oliva Español y de la Aceituna de Mesa. Contaba con una Línea denominada “Equipo de aplicación para pulverización a copa de olivar tradicional e intensivo con sistema de aplicación variable y preparación-mezcla de caldo en tiempo real sin generar residuos”.
Un proyecto que, cuando echó a andar en 2018, sondeó a empresas y agricultores para conocer a qué problemas se enfrentaban, recuerda Alberto Godoy, técnico responsable de la Línea 3 de Innolivar: “El problema más evidente es que cada vez se encuentran más residuos de fitosanitarios donde no tenían que estar. Todos nos plantearon lo mismo.
Que los equipos de pulverización a copa no estaban adaptados al cultivo ya que, para cubrir bien la masa vegetal, había que aplicar mucho producto fitosanitario. De cara a 2030, o consigues tener unos equipos muy eficientes, o no vas a ser capaz de cubrir las necesidades del cultivo. Además, el agricultor te pide ahorro, porque ve que el 60% del producto se desperdicia con los atomizadores convencionales en los ensayos realizados en un olivar en marco tradicional amplio”.
A partir de ahí se plantearon 11 demandas que debían cumplir los prototipos: “El primero de esos requisitos era la posibilidad de preparación de la mezcla del agua y los fitosanitarios en tiempo real de forma automática. Se quería evitar la contaminación ante una posible fuga accidental. Ahora llevamos el depósito principal siempre con agua limpia. También la posibilidad de dosificación variable de caldo en tiempo real de forma automática en función del volumen de copa y de la densidad foliar, fundamentalmente”. También exigieron a las empresas que lograran georreferenciar el trabajo del prototipo y que se monitorizaran todas las variables, al menos las más importantes, tales como el caudal, presión, velocidad de avance, etc. “El punto cuatro era la distribución homogénea del producto fitosanitario por toda la copa. Esto es fundamentalmente porque los atomizadores que tenemos actualmente digamos que no son muy homogéneos a la hora de repartir el producto. Luego, que hubiese una reducción de la deriva”.
Además, solicitaban que el equipo pudiera trabajar en pendientes moderadas, incorporando sistemas de estabilización.
Por supuesto, que se pudiera transportar por carretera, así como que se adaptara tanto al olivar tradicional como intensivo, de tal forma que pudiera trabajar en los distintos marcos de plantación. “Que la capacidad de trabajo fuera al menos igual o superior a los convencionales y que tuviera un sistema de limpieza del pulverizador que está en contacto con el producto fitosanitario”. Finalmente, fueron las mismas empresas las que sugirieron la undécima demanda tecnológica: “Vieron interesante que el equipo tuviera un sistema de refrigeración del líquido del depósito principal, del agua. La intención es reducir la evaporación del agua y aumentar la vida útil de las gotas. Un punto complejo, que ha dado problemas a las empresas que los plantearon. Sólo se ha resuelto a medias. En resumidas cuentas, estamos hablando de agricultura de precisión”, resume Alberto Godoy.
Dos prototipos
El resultado de estos años de trabajo han sido dos prototipos precomerciales: “Todos los puntos se han cumplido en mayor o menor grado. La mayoría en el 100%. Los dos prototipos logran superar el 30% de cobertura. Nosotros siempre hemos puesto en los árboles testigos de papel hidrosensible y hemos comprobado que el 30% es la cobertura óptima para que no se produzca vertido al suelo. Los dos prototipos superan ese porcentaje a diferentes alturas y profundidades. Estamos en vanguardia, al menos en equipos para olivar. No existe nada en el mercado similar”. Eso no significa que ambas máquinas sean idénticas: “La empresa Pulverizadores Fede ha desarrollado un prototipo que tiene un complejo sistema de visión artificial. Está formado por dos cámaras de visión 3D que son capaces de hacer aplicaciones variables en tiempo real en función del volumen de copa y la densidad. La verdad es que estas cámaras están muy conseguidas y las quieren incluir en sus atomizadores el año que viene. Este sistema le va a quitar el primer puesto a los ultrasonidos que todos conocemos. Lo que pasa es que son equipos que tienen mucha tecnología y que va a generar un sobrecoste que es probable que el agricultor no quiera asumir. Por esa razón, Fede nos han trasladado que tienen una estrategia comercial que se basa en separar los diferentes elementos esenciales para que se puedan ajustar al equipo”. El otro prototipo fue elaborado por la empresa Máñez y Lozano y está a punto de comercializarse “con una filosofía muy similar a la del pulverizador para Innolivar, con el ventilador, las transmisiones, todo, pero más reducido y adaptado a los cítricos. Lo están probando ya. Prácticamente está en el mercado”.
Estos equipos parecen capaces de responder a los nuevos requerimientos sobre uso de fitosanitarios, pero también a las necesidades de ahorros de costes que tienen los productores: “Logramos reducciones de hasta un 35% del volumen de caldo aplicado frente a soluciones convencionales, pero sin incurrir en un detrimento de los tratamientos. Realizamos ensayos de eficacia biológica en olivares en donde la prescripción de los técnicos era 1.500 litros por hectárea. Nosotros aplicamos 940. El resultado es que no hubo diferencia significativa en los daños por Prays y Repilo. Ahorras en tiempo y el diésel que van asociados al tratamiento. También el gasto de agua que puede ser un factor limitante en el futuro”. La gran ventaja es que partiendo de esas soluciones ya probadas se pueden extrapolar a otros cultivos con o al almendro: “Nos hemos metido en otro proyecto de almendro. Soluciones similares, pero teniendo en cuenta que el almendro no es un cultivo de hoja perenne y que suele ser alto. El problema radica en cómo llegar a la parte alta del almendro sin sobredosificar la media y la baja. Ahora hay que aplicar mucha presión para llegar medianamente a la parte alta y la zona media y baja queda excesivamente cubierta con un desperdicio de producto brutal. Cada gota que cae al suelo, además de contaminar, es dinero que está perdiendo el agricultor”.
Tecnología por tipo de cultivo
Que la investigación se concentre en estos cultivos no es casual. Francisco Javier García, aclara que, en la aplicación de fitosanitarios, hay que diferenciar por tipos de cultivos: “Cultivos extensivos; especiales como viña, olivo, almendro, frutal y, luego, los cultivos de invernadero. Si empezamos en invernadero, todo se puede hacer mucho más sofisticado, entrando también la robótica en un futuro no muy lejano. El siguiente escalón son los cultivos especiales en los que la tecnología está bastante avanzada y ahí tendríamos sistemas de evaluación del volumen del cultivo con equipos láser, drones, equipos a bordo de tractores o vehículos, para estimar dosis más ajustadas. Luego estaríamos en los cultivos extensivos, cultivos horizontales. No tenemos una tecnología tan avanzada, no porque no exista, sino porque no es necesario llegar a ese nivel”.
Pero, el catedrático de Ingeniería Agroforestal de la Universidad de Zaragoza y director de la Escuela Politécnica Superior, recuerda que, para sacar todo el rendimiento a los fitosanitarios, no sólo hay que aplicarlos bien. Antes de nada, hay que tomar decisiones basadas en una buena información a partir del seguimiento del cultivo: “Ahí entra todo el tema de imágenes satélite y vuelos con dron para tomar decisiones en la vida del cultivo. Los agricultores pueden utilizar imágenes de satélite que dan una información suficientemente buena y sin coste, en algunos casos. En cultivos como los extensivos, puede ser una información suficiente para el nivel de detalle que necesitas y que te ayuda a tomar decisiones”.
Evidentemente, todas esas tecnologías suponen un sobrecoste. No obstante, Francisco Javier García, no considera que llegue a ser un hándicap para explotaciones profesionales bien gestionadas: “Al precio que están los fertilizantes y los fitosanitarios, la tecnología se amortizará en unos años por los ahorros que consigues. No creo que el coste del equipo sea un problema. Pero la explotación tipo en España es pequeña, por lo que, en estos casos, la amortización de equipos, sobre todo tractores, cosechadoras, equipados con estas tecnologías ya de serie, es difícil”.
Minimizar impacto
Pero no sólo empresas de equipos de pulverización y universidades están trabajando para hacer más eficaz y sostenible este trabajo. También las compañías del sector de los fitosanitarios están haciendo contribuciones, especialmente en aras de minimizar impactos de esta actividad en el medio ambiente, muy por delante incluso de la legislación comunitaria. Es el caso de la iniciativa Easy Connect, como explica María del Carmen Márquez, responsable de Buenas Prácticas Agrícolas en la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (AEPLA): “Es un sistema de transferencia cerrado, de tal forma que cuando se va a preparar la mezcla del caldo, el operario pone la botella en la máquina, que abre el tapón especial, coge la cantidad de líquido seleccionada y, si no necesita todo el contenido, cierra la botella y sella el tapón. Nunca hay contacto directo con el operador. Si vas a utilizar toda la botella, el sistema hace un triple lavado para que pueda ser reciclada en un punto Sigfito. Esto garantiza dosificaciones precisas. Ahora mismo hay algunos países de la UE que lo van a hacer obligatorio de manera gradual. Bélgica lo va a exigir a partir del año que viene. Un problema es que no hay disponibilidad de tapones. Puede que llegue a España en 2025 o 2026”.
Otro ejemplo son las tecnologías desarrolladas para dar cumplimiento a la gestión de sobrantes de caldo que estableció el Real Decreto 13/2011. María del Carmen Márquez nos avanza que hay dos alternativas: “Aplicar lo que sobre en el cultivo, siempre sin superar la dosis máxima admisible. O bien, eliminar ese efluente mediante un sistema de gestión de efluentes. En el mercado existen tres sistemas disponibles: Heliosec, Phytosec y Phytobac, cada uno funciona de forma diferente. Heliosec se basa en un principio de depuración física y lo comercializa Syngenta. Evapora el agua por completo y se elimina la fracción restante como un residuo químico. Luego esta Phytosec que comercializa BASF de depuración físico-química que combina proceso de degradación y filtración con carbón activo o bien por oxidación o filtración de las membranas. Luego se deshidrata para evitar que se pase de la fase líquida a la gaseosa. Phytobac, que es de Bayer, que es puramente biológico. Se degradan los efluentes por microrganismo en un sistema cerrado”.