03/04/2023
La Federación Nacional de Comunidades de Regantes de España (Fenacore) ha alertado de que la factura eléctrica de algunas comunidades se ha multiplicado por más de diez desde 2008, cuando desaparecieron las tarifas eléctricas para el regadío.
La realidad hoy es que la electricidad se ha convertido en el insumo más caro para los agricultores, que en algunos cultivos llega a representar un 40% de los costes de producción.
Una comunidad de regantes de la provincia de Almería ha visto que, con un consumo de electricidad un 30% superior al del año anterior, en la campaña de riego 21-22 pagó más del doble de la factura abonada en 2021, lo que se traduce en un aumento del precio del kWh en un 94,42% interanual incluyendo todos los gastos de la factura (impuestos, potencia, etc.).
Una crisis energética global
En el año 2021, comenzaron a registrarse tensiones en los mercados energéticos, debido a una serie de factores; entre ellos, la extraordinaria rapidez del repunte económico que se produjo tras la pandemia.
Esta situación se fue agravando considerablemente hasta convertirse en una verdadera crisis energética mundial tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia en febrero de 2022.
Los Estados Unidos y la UE impusieron una serie de sanciones a Rusia y muchos países europeos declararon su intención de reducir gradualmente las importaciones de gas ruso, hasta eliminarlas por completo.
Rusia es, con diferencia, el mayor exportador de combustibles fósiles del mundo y un proveedor especialmente importante para Europa. En 2021, un cuarto de la energía consumida por la UE venía de Rusia.
El precio del gas natural alcanzó máximos históricos y, en consecuencia, también lo hizo la electricidad en algunos mercados. Los precios del petróleo se situaron en su nivel máximo desde 2008.
El aumento de precios en los mercados energéticos se ha trasladado a la factura eléctrica de las comunidades de regantes; llegándose a multiplicar por diez el coste eléctrico del bombeo de agua en algún mes de la campaña de riego de 2022, frente al mismo mes del año 2020, según José M.ª Yusta, profesor titular de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Zaragoza.
De media, el periodo P6, la franja horaria más barata, que abarca desde las 0 horas hasta las 8 de la mañana y los fines de semana y festivos nacionales, en 2021 estaba en torno a los 5 cent€/kWh, cuando al cierre de la última campaña de riegos el precio en P6 llegó a rondar más de 15-16 cent€/kWh.
Y si esta escalada ya supone una subida del 300% de media en la parte de energía que tienen que afrontar los regantes como consecuencia de la crisis energética, Fenacore señala que el establecimiento de los mecanismos de ajuste para el gas, aprobados en mayo de 2022, ha incrementado el recibo de electricidad de los regantes alrededor del 45% de la factura antes de impuestos (IVA).
Doble tarifa
Una de las medidas más reclamadas por los regantes en los últimos años para abaratar el recibo en los meses en los que no se riega, es la doble tarifa o la contratación del término máximo de potencia modificable a lo largo del año.
Una medida que llega tarde, aunque es bien recibida. En palabras de Andrés del Campo, presidente de Fenacore, “que los regantes puedan solicitar la doble tarifa eléctrica es, sin duda, una estupenda noticia para un sector que atraviesa una situación extremadamente compleja, después de que la factura se haya disparado más de un 600%, pudiendo provocar cortes de suministro”.
Ahora bien, tras su aprobación en diciembre de 2022, y teniendo en cuenta que es ahora en marzo cuando comienza la temporada de riegos en muchas comunidades autónomas, este alivio apenas ha dejado margen a las comunidades para planificarse convenientemente. Sobre todo, si atendemos a que deberán permanecer tres meses en cada término de potencia antes de poder cambiarlo.
Para David Hernández, ingeniero agrónomo de la Federación, además, el precio del kWh ha subido tanto que, hoy por hoy, el peso de canon por término de potencia ha perdido peso en el montante total de la factura, diluyendo el potencial ahorro de la medida.
Más allá de los precios y la doble potencia, 2022 se ha caracterizado por una inestabilidad en las condiciones de facturación de la electricidad, con cambios constantes en las franjas horarias, de manera que las comunidades de regantes que habían adecuado sus sistemas de riego al tramo P6 ( fines de semana y riego nocturno) se han visto penalizados a lo largo del año, tal y como se muestra en el Gráfico 1, presentado por José Mª Yusta, profesor titular de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Zaragoza, en la Jornada Técnica Impacto del coste energético en el regadío, organizada por la Asociación Española de Riegos y Drenajes (AERYD), celebrada el pasado octubre.
GRÁFICO 1
Fuente: José Mª Yusta, profesor titular de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Zaragoza
Frente a esta situación, "que amenaza una necesidad tan básica como la producción de alimentos", el colectivo de regantes reclama que se les exima del pago de la compensación al tope del gas. Además, exigen un IVA reducido del 5%, como actualmente disfrutan todos los suministros domésticos, lo que ayudaría a los agricultores a abaratar más de un 30% su factura eléctrica.
Las comunidades de regantes, al ser corporaciones de derecho público, no pueden desgravarse el IVA y tampoco pueden facturarles a los regantes para que sean éstos los que perciban la deducción, por lo que el sistema actual convierte al IVA en un coste más para el productor. En este sentido, la normativa europea permite aplicar un IVA reducido del 10% para la electricidad, como ya se viene haciendo en otros países, como Italia.
Para el profesor Yusta, las perspectivas para la campaña 22-23 son que se mantenga la volatilidad y los precios, quizá más comedidos, pero elevados, tal como anticipan los mercados de futuros.
Ante esta situación, las grandes comunidades de regantes están adoptando medidas de eficiencia energética, optimización de los parámetros de contratación, desplazamiento horario de sus consumos cuando ello es posible, construcción de balsas de copa, e inversión en producción local de electricidad con energías renovables.
También están comenzando a aplicar modernas técnicas de monitorización, Big Data e inteligencia artificial, con el objetivo de maximizar la eficiencia de los bombeos.
La solución pasa por las renovables
Pablo del Amor, director de Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) de la Comunidad de Regantes del Campo de Cartagena, señala a las renovables como parte de la solución a esta deriva de los costes energéticos. “La incorporación de energías renovables a los sistemas de riego permitirá no sólo disminuir el coste de la energía, sino disponer de mayor flexibilidad y períodos de uso, aumentar la sostenibilidad medioambiental de las operaciones y, en el caso de la inversión de 1,55 millones de euros en el Proyecto de energía renovable Impulsión de Trinchera, se podría amortizar entre 4 y 7 años, dependiendo de la potencia escogida, la ayuda final y el precio de la energía”.
La Comunidad de Regantes del Valle Inferior del Guadalquivir, en Sevilla, acaba de hacer balance de la actividad de su mega instalación fotovoltaica: un campo solar de seis megavatios de potencia que ha alcanzado en 2022 una producción de 10,8 millones de kilovatios hora de electricidad.
De esa producción, más de 3 millones de kWh fueron destinados al autoconsumo para bombear el agua de regadío y hasta 7,3 millones de kWh fueron vertidos a la red. La comunidad cubrió con energía solar hasta el 57% de su demanda eléctrica en 2022.
Sin embargo, este ejemplo no es replicable en toda España.
Según los expertos muchas comunidades de regantes se están encontrando dificultades para valorizar los excedentes de los proyectos de autoconsumo, siendo inviable administrativamente en la mayor parte de los casos, consecuencia de presuntas barreras técnicas del punto de conexión. Todo esto, representa un freno al desarrollo de muchas iniciativas de autoconsumo fotovoltaico, dado el carácter estacional de la demanda eléctrica del regadío.
Compartir con terceros los excedentes mediante las figuras de autoconsumo colectivo o comunidades energéticas, no es factible, a día de hoy, para las comunidades de regantes.
El agua desalada, inasequible para el regadío
El cambio climático y el creciente déficit pluviométrico en cuencas hidrográficas cruciales para el desarrollo de la agricultura de regadío en España, unido a la política anti trasvases, que ha limitado las cesiones de agua mediante el acueducto Tajo-Segura, han puesto en el centro de la agenda la necesidad de fomentar el uso de aguas desalinizadas para garantizar la disponibilidad de recursos hídricos para el regadío.
Las aguas desalinizadas en el sureste español son un recurso clave debido, por una parte, a la escasez estructural de recursos que hay en esta zona y, por otra, a la elevada garantía de la que disponen estos recursos.
Sin embargo, la crisis energética hace que el coste de desalar encarezca el precio de estas aguas. El propio Gobierno reconoce que el coste energético coyunturalmente ha crecido de manera desmesurada de forma que el coste del agua producida no es asequible para el uso de riego.
En este contexto, se prevé la construcción de unas plantas solares fotovoltaicas ligadas a las desaladoras de riego y a la conducción Júcar-Vinalopó, que permitan reducir el coste energético a medio y largo plazo. La promoción de la construcción de las instalaciones fotovoltaicas ya se ha iniciado, pero la actual situación de los mercados energéticos está incidiendo en su adecuado desarrollo e, incluso, en la propia continuidad de las explotaciones agrarias, ya que los actuales precios de la energía han provocado un aumento considerable de los costes explotación del agua desalada y de la conducción Júcar-Vinalopó.
Todo este escenario ha llevado al Ministerio de Transición Ecológica ha aprobar excepciones al principio de recuperación de costes de las desaladoras, previsto en la Ley de Aguas, de manera que subvencionará el precio de las aguas desaladas para los regantes.
En este sentido, con efectos retroactivos al 1 de enero de 2023 y con vigencia hasta 2026 –con posibilidad de renovación de hasta 10 años–, las tarifas para los usuarios con derecho al uso de agua desalada para cada una de las desaladoras del Levante serán las siguientes:
Un auténtico alivio para los regantes que, en el caso de la Comunidad de Campo de Cartagena, empezaron el año pagando el agua desalada a un precio que oscilaba entre un euro con treinta céntimos y un euro con treinta nueve céntimos el metro cúbico.
Sin duda, los regantes, al menos los de Levante, empiezan a ver la luz.