Durante los meses de enero y febrero, el pollo se convierte en la gran referencia en cuanto a carne, seguido del cerdo y el vacuno; mientras que se recupera también el consumo de pescado, tanto fresco como congelado, frente al marisco.
Las verduras de invierno –con la familia de las coles a la cabeza-, son una buena alternativa en estos meses: durante el último mes de enero contabilizado en el panel del consumo del MAPAMA se consumieron 8.209 millones de kilos en enero y 8.072 en febrero. Las verduras congeladas o en conserva son otra de las preferencias de los españoles, con un consumo que, según datos de MERCASA, ha crecido un 0,1 kilos por persona en los últimos años.
En cuanto a la fruta, las naranjas son las grandes estrellas de la cuesta de enero -102.491 miles de kilos-; las uvas, por su parte, son las que más sufren con una caída de ventas de más de la mitad –pasando de 13.616 en diciembre a 5.079 en enero, según las mismas fuentes-.
Y es que, el consumidor cuenta con el apoyo del supermercado de proximidad especialmente sensible en esta época. El binomio precio/calidad de la distribución española responde a la perfección, según afirma la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados, ASEDAS. Según datos de Eurostat, los precios de alimentación en España están 6 puntos por debajo de la media de la UE-28. Si nos comparamos con un país similar al nuestro en cuanto a renta per cápita y gran productor de alimentos, como es Italia, la diferencia es de 19 puntos por debajo.
Según ASEDAS "la razón por la que la distribución en España es capaz de ofrecer estos precios es su alta eficiencia en la gestión del surtido con relaciones estables entre distribución y producción y que permite mantener en los lineales los productos que el consumidor demanda en cada época del año. Otro aspecto a tener en cuenta es el equilibrio entre formatos, que ofrece al consumidor una gran capacidad de elección y asegura la diversidad del surtido y la competencia".