Según el director general de Agricultura de la UE, durante siglos el mundo rural ha mantenido un complejo equilibrio entre la producción de alimentos, piensos, fibras como la lana o los combustibles de madera. Pero, desde principios de este siglo este equilibrio está en serio riesgo, con una población que crece constantemente, el aumento del PIB, la presión del precio del combustible y los profundos cambios en los hábitos alimenticios.
Ante esta realidad, se requieren nuevas medidas y nuevas formas de entender la política agrícola que, según José Manuel Silva, siempre pasan por la investigación científica. Además, comentó que se necesitan nuevos mecanismos rápidos y ágiles para facilitar la transferencia de conocimientos en el campo productivo.
El compromiso por la investigación agrícola de la UE tiene cuatro desafíos de cara al futuro, según explica Silva. Por un lado, la seguridad alimentaria, en referencia a la calidad y la diversidad y la salud animal. Además, el uso eficiente y la conservación de los recursos naturales con un objetivo claro, "producir más y mejor, sin degradar el planeta". En este sentido, abogó por no poner barreras a la ciencia, especialmente en la biotecnología y se refirió también a la elaboración de biocombustibles. En tercer lugar, la I + D tiene el reto de adaptar la agricultura al cambio climático y en última instancia, debe apostar por la transferencia, una investigación aplicada que responda a las necesidades del sector.
Por último, el director general se mostró optimista en el futuro y puso su mirada en 2014, fecha en la que entra en vigor la Estrategia 2020.