La superficie de regadío en España registró un retroceso del 0,4% en 2010, situándose en 3.407.953 hectáreas, rompiendo así el crecimiento continúo que venía teniendo desde el año 2006. Fenacore atribuye este descenso a la pérdida de rentabilidad que han sufrido los cultivos de regadío, especialmente en el último año, como consecuencia de la fuerte subida de las tarifas eléctricas -que representan ya el 30% de los costes de producción- y la caída del precio de los productos agrarios.
Esta situación ha llevado a las comunidades autónomas con mayor extensión de superficie regada a abandonar muchos de los regadíos ya históricos -de mayor producción e ingresos- y sustituirlos por cultivos de secano, con el fin de aliviar los gastos energéticos que implican los nuevos sistemas de riego más eficientes, de menor consumo de agua, pero mayor demanda eléctrica.
Levante y las dos Castillas pierden regadío
Así, las regiones donde más disminuyó la superficie de riego durante el pasado año coinciden con las regiones del arco mediterráneo, que basan su economía en la producción de cítricos y hortalizas. De esta forma, los cultivos de regadío retrocedieron un 6,8% en la Comunidad Valenciana, mientras que en Murcia cayeron un 3% en 2010.
Tras estas regiones se situaron las dos Castillas, que se corresponden además con las comunidades que han realizado mayor esfuerzo en la modernización de sus regadíos con más sistemas de riego eficientes y, por tanto, más afectadas por el encarecimiento de la factura eléctrica. De esta forma, Castilla-La Mancha y Castilla y León (donde los mecanismos eficientes se emplean en más del 20% de su superficie regada) perdieron un 2,4% y un 1,5% de sus cultivos de regadío, respectivamente, durante el pasado año.
Graves perjuicios económicos, sociales y medioambientales
Fenacore alerta de que este retroceso de la superficie regada supone un grave perjuicio para la economía nacional, ya que si bien la agricultura de manera aislada representa el 2,4% del PIB, su peso junto con todo el sector agroalimentario asociado constituye más del 20% del PIB para algunas provincias españolas, y este PIB desaparecería con la agricultura, de manera que el Ejecutivo debería conferir al regadío el trato que se merece por su importancia económica y social.
En este sentido, los cultivos de regadío contribuyen a fijar la población al territorio, impulsando el desarrollo demográfico y económico del lugar. Además, aportan oxígeno a la atmósfera, contribuyen a reducir el efecto invernadero, reducen la erosión y la desertización del suelo y producen materias primas para biocombustibles.