15/10/2018
Desde las instituciones con competencia en alimentación y en agricultura, se ha destacado el papel que desempeñan los fertilizantes en la consecución de varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible acordados en 2015 por los líderes mundiales. En este sentido, se ha puesto en valor la contribución de este tipo de abonos al fin de la pobreza, porque la disponibilidad de alimentos abundantes y de bajo coste para el consumidor promueve el desarrollo económico de toda nación. También al hambre cero, ya que propician una mayor producción de alimentos y con mayor calidad nutricional.
Otro de sus efectos positivos es la limpieza y saneamiento del agua, que a su vez facilita la conservación de la vida submarina. Además, impulsan el crecimiento vigoroso de las plantas y mejoran el estado del suelo, con lo que ayudan a mantener la vida en los ecosistemas terrestres. El sector agrario tiene un potencial único para contribuir a la estabilización del clima mundial a través de una mejor gestión de los cultivos y de la tierra, de modo que se reduzcan las emisiones y se potencie el secuestro de carbono en la biomasa y en los suelos, y a ello contribuyen en gran medida los fertilizantes.
En cuanto a su proceso de producción, la industria europea ha realizado grandes inversiones, que han supuesto una reducción del 50% en las emisiones. De hecho, las plantas europeas de producción de amoniaco y fertilizantes son las de mayor eficiencia energética del mundo y las que generan las emisiones equivalentes de CO2 más bajas.