La España rural sigue a la espera de inversiones

20/09/2021

Por Esther Herranz, experta en la UE y agricultura (diputada europea 2002-2019), profesora y apasionada del sector agroalimentario

Vivir en las áreas urbanas facilita más la vida diaria de los ciudadanos que vivir en las áreas rurales es una realidad reconocida y que se constata en el estudio “El acceso de los servicios en la España rural”, que ha publicado este año el Banco de España. Ese estudio dice, además, que las áreas rurales españolas, en todas las CC.AA. aunque con significativas diferencias entre ellas, tienen peor acceso a los servicios generales de sanidad, cultura, educación, deporte, digitalización o infraestructuras que las áreas rurales de la media europea.


Esto se ve afectado por la orografía, así que en algunas las provincias españolas se comprende en parte el problema, sin embargo lo fundamental es el tema de la financiación local y autonómica, muy desigual entre las diferentes regiones españolas. Además, hay que tener en cuenta el precio que los españoles pagamos por los servicios de banda ancha y velocidad de conexión, la electricidad, el combustible o los peajes. Somos un país con una carga impositiva muy alta para los servicios con los que contamos, sobre todo para los servicios que no están cercanos a nuestro domicilio y ésos son muchos para los habitantes del mundo rural.

En los últimos años se ha hablado de la despoblación, también del despoblamiento, como uno de los objetivos que tiene nuestra sociedad ante el reto demográfico. Se han creado comisiones, grupos de expertos, alianzas, reuniones… ¡qué sé yo cuántas cosas! Todo con la idea de atajar el problema de la despoblación del medio rural. Se trata de hacerlo más atractivo para la población, evitar su deterioro y mejorar las condiciones del medio rural para la sociedad y la actividad económica. Loable intento pero con escasos resultados hasta el momento. Cierto es que para modificar tendencias se necesita mucha inversión, mucha información y muchas ideas brillantes que, casi siempre, son escasas. Pero la España rural sigue a la espera de un plan serio y riguroso con buenas inversiones.

La pandemia ha hecho que algunas familias hayan migrado temporalmente a núcleos rurales, donde la vida durante el confinamiento era más agradable, pero no nos engañemos, eso es flor de un día; superada la pandemia, la población temporal vuelve a su residencia habitual y ésa está en las áreas urbanas, donde el hospital, el trabajo, el cole o los cines, bares y teatros están a un paseo de su domicilio. Porque las áreas rurales siguen teniendo una enorme brecha respecto a las áreas urbanas en las infraestructuras digitales, que permitan prestar servicios on line, y de transporte y comunicaciones que las haga más accesibles y apetecibles como residencia habitual.

Los repartos de financiación autonómica son siempre tensos y broncos, algunos territorios disponen de medidas que les premian en virtud de su excepcionalidad, su fuerza parlamentaria, o por criterios de población o de extensión territorial. Es lícito que cada región utilice las posibilidades que le otorga la legalidad para llegar al máximo posible de financiación. Así son las cosas y excede a las competencias agrarias su solución pero recordemos que los fondos europeos son cofinanciados y a mayor financiación autonómica más posibilidades de ejecución.

Pero sí hay una herramienta de la Política Agraria Común que lleva años dirigiendo esfuerzos económicos del presupuesto europeo para solventar esos problemas y adecuar los territorios rurales a la modernidad. Se trata del FEADER, lo que comúnmente llamamos Desarrollo Rural y que se engloba en los conocidos como fondos estructurales. Una rúbrica que ha ido evolucionando con cada reforma de la PAC y que en el periodo 2014-2020 ha dotado a España con 12.200 millones de los que casi 8.300 millones de euros para ejecutar los Planes de Desarrollo Rural de las CC. AA. A fecha del 31 de diciembre de 2020, España había ejecutado 7.200 millones de los 12.200 previstos, es decir, el 59%, muy bajo nivel de ejecución, aunque queden dos años por delante para presentar las cuentas a la Comisión Europea, vamos muy lentos, lentísimos.

A esto hay que sumar  que España es el país más retraso en la ejecución de los fondos estructurales y los programas con más retraso son el FEDER (desarrollo regional), donde sólo ha ejecutado un 35%, y el fondo europeo marítimo y de pesca, ambos son también muy interesantes y necesarios para mejorar la calidad de vida y la armonización del atractivo rural a nivel regional. ¡Ya me gustaría que España estuviera en el 82% de nivel de ejecución de Finlandia, el 76% de Irlanda o el 75% de Austria o Luxemburgo!

No es de extrañar que, dado el bajo grado de ejecución de los fondos en España, en la última negociación de los presidentes de Gobierno de la UE sobre Marco Financiero Plurianual, este importe del Desarrollo Rural (FEADER) haya disminuido en un 6% para nuestro país, es decir que para el periodo 2021-2027 los fondos del FEADER para España son menos y con muchas más necesidades de las áreas rurales. Porque el Gobierno de España es incapaz de gastar y posibilitar que se gasten los fondos europeos asignados. Con estas mimbres poco va a mejorar la calidad de vida y el atractivo de los pueblos de la España vacía, vaciada o como la quieran llamar.

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