24/01/2020
Este pasado 20 de enero, el propio Tribunal Federal de Justicia de EE. UU. ha estimado el recurso presentado por Asemesa, la Asociación Española de Exportadores e Industriales de Aceituna de Mesa, contra la resolución que imponía estos aranceles. Esta decisión judicial obliga a EE. UU. a presentar nuevos argumentos que justifiquen los aranceles en el plazo de 90 días y podría implicar la bajada de los aranceles del 35% al 20%, lo que en sí mismo es importante para el sector, pero de esta noticia también se pueden extraer otras lecturas interesantes.
La primera puede ser que el sector agroalimentario español está empezando a creerse su importancia mundial, algo que se constata en el hecho de que una asociación española sea capaz de llevar a juicio la decisión de un gobierno extranjero.
La segunda lectura interesante puede ser que, aunque Asemesa ha sido quien ha “cogido la honda” como David, no ha estado sola en este camino ya que las diferentes Administraciones españolas la han apoyado a través de gestiones políticas y diplomáticas. Los ministerios de Industria y Comercio y Agricultura de España han realizado un trabajo de “concienciación” con el secretario de Estado de Comercio estadounidense y con comisarios europeos, lo que ha permitido, por ejemplo, que el Organismo de Solución de Diferencias de la OMC acepte la creación de un panel en relación con las medidas antidumping y antisubvención de Estados Unidos.
El ministro Luis Planas, por su parte, ha expuesto en varios Consejos de Ministros de Agricultura de la UE la necesidad de que la Comisión Europea articule medidas de apoyo al sector de la aceituna de mesa. Es cierto que en el presupuesto de promoción de alimentos europeos de 2019 la Comisión destinó 2,5 millones de euros específicamente para la promoción de la aceituna de mesa en terceros países, pero el coste de los aranceles para el sector es muy superior a esta cantidad.
Y en esta labor no está solo el Ministerio, es algo que también reclama Carmen Crespo, consejera de Agricultura de Andalucía, que como principal comunidad autónoma afectada tiene mucho que decir. Su departamento, además, ha trabajado su influencia en el Parlamento Europeo y en campañas de promoción específica, todo suma si todos sumamos por el sector. Como tercera lectura está que esta decisión judicial sienta un precedente sobre la denuncia de la UE frente a la Organización Mundial de Comercio por los aranceles posteriores que pesan sobre otros sectores agroalimentarios españoles en EE. UU., pero lo primero que ha salido de nuestra honda no ha sido una piedra sino una aceituna.
Y como reflexión final me gustaría resaltar la necesidad de agilidad por parte de la UE frente a los abusos de la Administración Trump. Parafraseando a Joaquín Sabina “que ser valiente no salga tan caro, que ser cobarde no valga la pena”.