19/02/2020
"Ya sé que estáis esperando mis palabras, porque me conocéis bien y sabéis que no soy capaz de permanecer en silencio ante lo que está ocurriendo. La situación del sector agroalimentario es insostenible, no de ahora, ya que esto viene de largo, y por eso debo expresarme.
Se ha hablado mucho en el sector agroalimentario de una guerra en la cadena alimentaria, una guerra entre los diferentes eslabones, una guerra en la que cada cual lucha por sus intereses. Pues bien, esta es una guerra en la que no puede ganar ninguno, el sector necesita apoyarse en una industria transformadora y en una distribución eficiente para llegar de forma masiva al consumidor, la industria necesita abastecerse de materia prima de forma constante y segura y no puede ni debe depender de alimentos de terceros países. ¿Y la distribución? La distribución no puede vender alimentos producidos a espaldas de nuestros agricultores e industrias, porque el consumidor mira cada vez más el origen. Ninguno de los eslabones puede vencer por sí solo.
Porque vencer no es convencer, y lo que necesitamos como sector agroalimentario, ante todo, es convencer. Pero no puede convencer el odio de muchos agricultores a la industria o la distribución, culpándoles de todos sus problemas, ese odio a la reflexión y esa huida de la autocrítica. Se ha hablado de industria y distribución, llamándoles el enemigo del futuro de la producción de alimentos en España, pero también hay que reflexionar sobre lo que aún nos queda como sector por avanzar por ejemplo en economía de escala. Esa economía de escala que se consigue comprando entre más para que salga más barato y vendiendo en conjunto para vender más caro. Ese espíritu cooperativo que deberíamos mirar más.
Se oyen muchos gritos del tipo '¡queremos precios justos!' y, aunque la idea es en sí buena, se crea una paradoja sobre en qué punto se puede legislar un precio de producción cuando hay tantas formas de producción distintas como explotaciones. Hay una Ley de Cadena Alimentaria, hay una prohibición de utilizar alimentos como productos reclamo ¡Cúmplanse! Dótese de medios para que se penalice rápido y de forma ejemplar a los que infringen, porque quizás esa sensación de impunidad es la que solivianta al campo. Vencer y convencer... La batalla estará perdida desde el momento en el que no seamos capaces de convencer al consumidor de la seguridad y garantía que tienen los alimentos que se encuentra en su tienda. Perderemos en cada acusación medianamente infundada en la que, para atacarnos dentro de la cadena alimentaria, al consumidor le llegue información engañosa. Porque no olvidemos que las buenas noticias no calan pero las malas y las mentiras sí y rápido.
El sector primario podrá vencer en los medios, tendremos nuestros días de repercusión, llegaremos a la opinión pública con una imagen de necesidad, pero no convenceremos. Venceremos porque tenemos sobrada fuerza bruta, para cortar carreteras o hacer tractoradas, pero no convenceremos si únicamente nos quedamos con eso, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitamos algo que nos falta en esta lucha: visión a largo plazo”.