Viñedo y vino ecológico, sostenibilidad certificada en una copa

06/03/2023

Por Blanca Cortés, periodista agroalimentaria

Es una forma de viticultura que impacta positivamente en la sociedad porque es respetuosa con el planeta al basarse en métodos naturales que favorecen el equilibrio natural del entorno. Los productores de uva para vinificación certificada en ecológico y las bodegas que producen vinos con sello ecológico han logrado ofrecer un producto saludable al integrar, en sus viñedos y en sus procesos de elaboración, el máximo cuidado con el medio ambiente. Aquí, la sostenibilidad adquiere un nuevo peso y se convierte en una realidad.


España tiene 142.177 hectáreas de viñedo para vinificación certificadas en ecológico, lo que supone un 15% de la superficie total dedicada a este cultivo. Son los últimos datos del Ministerio de Agricultura, que indican además que esa superficie era de 79.014 hectáreas hace diez años.

Un crecimiento que impresiona y que refleja la responsabilidad y preocupación del sector por generar un triple impacto positivo: medioambiental, social y económico. Esta vertiginosa evolución de la viticultura ecológica española tiene las claves de su auge en un consumidor más concienciado, unas buenas condiciones climáticas y una demanda alcista del mercado.

Las prácticas de la agricultura ecológica implican mejoras en el viñedo que se notan positivamente en el vino.

Además, todo vino ecológico está certificado, sujeto a una estricta regulación que da todas las garantías al consumidor de una producción de calidad y sostenible, desde el viñedo hasta la bodega, que respeta el medio ambiente e incrementa la biodiversidad, en línea con un creciente requerimiento de estos valores por parte del consumidor.

El sector vitivinícola ecológico sigue ganando terreno y se configura como un sector clave en el futuro de la producción ecológica en España, debido a la gran diversidad de condiciones de clima y suelo, así como el buen manejo del cultivo y el conocimiento científico y tecnológico en viticultores y enólogos. Sin embargo, se da un bajo consumo “y falta apoyo real, decidido y valiente por parte de instituciones políticas, universidades y centros de investigación, empresas de servicios y suministro de insumos”, según detalla Concha Fabeiro, presidenta de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica (SEAE), entidad que trabaja por y para el reconocimiento de la producción ecológica y la agroecología.

Es reseñable que la cuarta parte de las bodegas en España produce vino ecológico y es precisamente en la parte de transformación y comercialización “donde tenemos campo de crecimiento, para que todas las uvas de estas superficies terminen en vino ecológico en los lineales”, según explica la directora de la Organización Interprofesional del Vino de España (OIVE), Susana García, quien considera que España tiene un margen de crecimiento significativamente amplio.

Y es que, en términos comparativos con otros países productores, somos el primer país en volumen de exportación, pero el tercero en valor, “lo que pone claramente de manifiesto que tenemos mucho margen para crecer en valor y rentabilidad del producto”, señala Manuel Álvarez, secretario general de Spanish Organic Wines (SOW), asociación de bodegas ecológicas en España que promueve los vinos ecológicos con sello certificado.

Líderes en superficie

De momento, España es líder en superficie de viñedo ecológico, lo que se explica por las condiciones climáticas que propician este tipo de cultivo en nuestro país y por el propósito de los viticultores con producción ecológica de cuidar y respetar al medio, en el que basan su actividad. “Ser líderes en este aspecto nos hace tener una oportunidad para llegar a mercados y a consumidores para los que este tipo de vinos tienen un valor adicional”, añade la directora de OIVE.

También influye la tendencia verde de las políticas europeas, la creciente demanda del mercado de productos más saludables y la mayor concienciación del consumidor hacia acciones que mitiguen el cambio climático. Todo ello ha llevado a la viticultura ecológica española a una fase de crecimiento sostenido y de consolidación de su relevancia internacional, si bien hay un aspecto que el propio sector resalta por encima de todos: la convicción personal de los viticultores con una gestión más sostenible del viñedo.

Es el caso de Alejandro García-Gasco, un viticultor toledano con 10 hectáreas de viñedo ecológico, que actualmente está en el último año de los tres necesarios para realizar la conversión y tener una uva ecológica al 100%. Es el tiempo que necesita el suelo y la viña, que se benefician de las prácticas respetuosas con el medio ambiente de la agricultura ecológica, redundando en toda la sociedad.

“Es una oportunidad para ofrecer algo distinto en un mercado donde todos hacen lo mismo”, asegura García-Gasco, quien considera que “se debe tener en cuenta que la producción es menor respecto a una convencional, porque no estás castigando el suelo ni forzando a la vid. Eso conlleva una reducción de rentabilidad que se debe tener en cuenta en el precio al productor, valorando y apreciando también la conservación que hacemos del medio ambiente, pero siempre de forma que los alimentos sean accesibles para el bolsillo de todos los consumidores”.

Según relata, la diferencia en el precio entre la uva convencional y la ecológica es muy baja, al menos en la zona de este viticultor, que dio el paso a ecológico por convencimiento personal, destacando los beneficios que ha logrado en este tiempo: una mejor fertilidad y estructura del suelo, una mayor biodiversidad en su explotación y una viña más fuerte porque enraíza mejor.

Proceso de certificación

Es precisamente por la viña por donde empieza el proceso de certificación en ecológico, que garantiza el respeto al medio durante todo el proceso productivo, manteniendo los microorganismos del suelo y eliminando residuos del viñedo, para lo que no se pueden usar productos de síntesis química.

“Actualmente esto no supone ningún problema porque hay productos para el control de plagas y enfermedades en el cultivo en ecológico”, afirma María López, coordinadora de desarrollo de CAAE, entidad certificadora de ámbito internacional con más de 30 años de experiencia en el sector.

La regulación de todo este proceso se realiza en el cultivo de la vid y en la práctica enológica en bodega, “certificando que se cumplen los requisitos de elaboración según el reglamento europeo”, precisa la coordinadora de CAAE. De este modo, la etiqueta y la certificación en ecológico garantizan al consumidor que el vino procede de viñedos ecológicos, que se respeta el medio ambiente y que cumple con los criterios biosaludables establecidos en la Unión Europea (UE).

Bodegas Gil Luna, acogida a la Denominación de Origen Toro, decidió apostar por el viñedo ecológico en el año 2004, momento en el que había viñedos de producción ecológica y los vinos se etiquetaban como ‘procedentes de uvas de producción ecológica’, pero no había vinos ecológicos.

Su fundador, el enólogo Wences Gil, destaca las condiciones de la zona vitivinícola Toro para producir uvas de calidad, con unos terrenos sanos y óptimos para el viñedo, a los que acompaña una meteorología que hace que la maduración sea perfecta. “Si a ello unimos la variedad Tinta de Toro, con un hollejo fuerte, se daban todas las condiciones para apostar por el viñedo y vino ecológico, además del sentimiento de hacer lo mismo que habían hecho nuestros antepasados durante siglos, estando certificado por un organismo oficial”, añade.

Viticultores, certificadoras y bodegas coinciden unánimemente en el principal beneficio que aporta este sector: lograr que la tan ansiada sostenibilidad sea realidad, porque se preservan los recursos naturales, con especial atención al suelo para enriquecer el territorio agrícola y evitar su desertificación. Desde el punto de vista ambiental, contribuye a la mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero y conserva la biodiversidad y el paisaje. Además, el cultivo no se deslocaliza, por lo que genera empleo y fija población en el medio rural. “Visto desde fuera son servicios de los que nos beneficiamos toda la la presidenta de SEAE.

“Y todo eso está dentro de una botella de vino ecológico, que tiene mucho trabajo detrás”, señala Alejandro García-Gasco. “Sin duda alguna, la producción ecológica aumenta los beneficios del vino consumido con moderación”, agrega Wences Gil.

Avanzar en el consumo

El consumo es uno de los factores de crecimiento del sector vitivinícola ecológico en España, aunque paradójicamente no es el mayor consumidor. Entre las tareas pendientes para revertir esta situación, la presidenta de la SEAE, Concha Fabeiro, considera que es necesario avanzar en formas de presentación y tamaños para llegar a la población más joven mayor de edad y trasladar mensajes de promoción claros, evidenciados y rigurosos sobre los beneficios que aporta a la salud individual y a la salud del planeta. “Hay que enseñar al consumidor cómo se elabora el vino ecológico, qué lleva, qué no lleva y qué deja de llevar”, precisa Alejandro García-Gasco.

La Interprofesional del Vino comparte la importancia de dar a conocer a la sociedad el compromiso social y medioambiental de la viticultura ecológica, porque “el vino es más que una bebida. Es parte de nuestro paisaje, cultura, economía, gastronomía, etc. y que el consumidor descubra todo el abanico de estilos que ofrecen nuestros vinos tanto por zonas, variedades o estilos de elaboración como sería el caso de los ecológicos”, resalta Susana García.

“Sí, se puede” es otro de los aspectos en los que coinciden todas las ramas del sector: incrementar el consumo moderado de vino ecológico en nuestro país es posible. Desde Bodegas Gil Luna, el enólogo Wences Gil se muestra convencido de que cada día se van a valorar más los vinos ecológicos, porque los vitivinicultores son grandes profesionales que dominan tanto la producción como la elaboración del vino. La directora de OIVE recuerda que uno de los ejes del plan estratégico del sector vitivinícola español es que aumente el vino ecológico, mientras que el secretario general de SOW aboga por incrementar el conocimiento del significado y el valor de los vinos ecológicos entre los prescriptores, los influencer profesionales de este sector.

Compromiso con el entorno

Calidad y autenticidad son los atributos que ofrecen los vinos ecológicos a los consumidores y también lo que estos buscan en dichos vinos, procedentes de una uva ecológica que se obtiene con métodos ambientalmente más sostenibles para preservar y mejorar el ecosistema del viñedo. “Todos los vinos tienen que ser un reflejo de la variedad de uva de la que proceden, de un clima y un suelo, pero los vinos ecológicos tienen que ser el reflejo, además, del respeto al medio ambiente donde el bioma de ese suelo es muy diferente”, remarca Wences Gil.

Los vinos ecológicos aportan un valor añadido basado en el compromiso con la sostenibilidad de su entorno, puesto que en el viñedo ecológico “la biodiversidad se multiplica, incluida la del suelo, con efectos que luego se trasladarán al vino”, puntualiza Manuel Álvarez, de SOW. Y esto se garantiza con un sistema de certificación de estrictos controles regulados y un sello de garantía otorgado por la UE, que diferencia al producto y lo hace reconocible, como recuerda María López, coordinadora de desarrollo de CAAE, quien además destaca la oportunidad que ofrece la exportación para este sector. “La posibilidad de abrir mercado gracias a tener una línea ecológica es una oportunidad que, desde el punto de vista comercial y de marketing, no se debería desaprovechar”, según explica, haciendo referencia a mercados que ya son grandes consumidores y otros emergentes, como EE. UU., Japón, Alemania y México.

De hecho, los datos que maneja la Interprofesional del Vino apuntan a una creciente sensibilización de los consumidores hacia la sostenibilidad y los productos ecológicos. Los denominados “organic wines” podrían crecer un 9,2% hasta superar los 787 millones de litros, según un informe de International Wine and Spirit Research (IWSR). “Es una oportunidad y hay que aprovecharla porque tenemos la capacidad de atender a esta demanda creciente”, señala Susana García, directora de OIVE.

En opinión del secretario general de SOW, los vinos ecológicos están cada vez mejor posicionados, aunque nuestro país no destaca precisamente en este aspecto pese a ser el principal productor de vino ecológico. “España es un país más productor que consumidor y esto se nota también en la forma en la que nos acercamos al mundo del vino y a su consumo. Esto es algo que está cambiando y lo está haciendo de manera seguramente imparable, pero es algo que lleva tiempo”, señala Manuel Álvarez, quien apuesta por conseguir que el consumidor perciba el verdadero valor añadido del vino ecológico por su importante contribución a los objetivos ambientales de conservación y entienda mejor la verdadera aportación de la viticultura ecológica en la calidad final del vino.

Los retos

“Para incrementar el consumo de vino ecológico hay que presentarlo y venderlo como lo que es, un vino que procede de uva viticultura ecológica respetuosa con el medio. Y borrar la imagen que los vinos ecológicos tenían hace años como más caros y algunos no de muy buena calidad”, apunta Wences Gil.

Es uno de los retos que tiene por delante el sector del viñedo y vino ecológico y entre las claves para su crecimiento, Alejandro García-Gasco subraya la diferenciación intrínseca del mismo. “En un mercado tan globalizado, con mucha oferta y en el que cabemos todos, los viticultores en ecológico nos diferenciamos haciendo algo distinto del resto para que ese mercado lo aprecie”.

Al igual que en el resto de oferta de vino español, el de ecológico debe trabajar en la parte comercial y saber transmitir al consumidor los valores de sus vinos. “El mantenimiento del viñedo ecológico necesita una especialización por parte del viticultor y un trabajo de posicionamiento en el mercado, por lo que es importante la formación, en el campo y en bodega, y conseguir que el mercado identifique el vino ecológico no como una moda sino como una opción que ha llegado para quedarse en nuestro país y dentro de nuestra oferta”, explica la directora de OIVE.

Desde SOW suman dos retos más: evitar la confusión del consumidor entre el vino ecológico y otras denominaciones emergentes como vinos veganos, naturales o biodinámicos, que son conceptos diferentes; y demostrar la honestidad del sector. “Por ejemplo, ¿deberían añadirse otros conceptos como el uso responsable del agua para considerar que un vino es ecológico? Yo diría que sí. También abrir el concepto de ecológico y ampliarlo a otros como los de sostenibilidad ambiental y social del modelo productivo del sector”, asegura Manuel Álvarez.

Exponer al consumidor las verdaderas bondades del vino ecológico, partiendo del propio productor, es algo que indica también la presidenta de SEAE, mencionando además otros desafíos externos como más apoyo económico, agronómico y empresarial, además del aumento y mejora de la investigación.

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